11. El error

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-¡Buenos días! -dijo Charles destapando las ventanas y dejando entrar la plena luz del día.

-¿Ya es de día?- preguntó Pe.

-¿Por qué nos despiertas?-dijo Ed.

-Ya que no tenéis dinero, me vais a hacer un favor. -dijo Charles. Tenéis que ir al río y llenarme estos jarrones de agua.

-¿Y no puedes ir tú? - preguntó Pe.

-Supongo que podría, pero no soy muy popular en el pueblo, de hecho todos me odian por haber servido a una antigua orden de asesinos. O sea, que más bien soy un traidor.

-Iremos nosotros- dijo Ed.

-¿Pero y si nos ven?- preguntó Pe.

-Lo menos que podemos hacer es ayudar a este hombre, ya que nos ha ayudado y salvado la vida.

-De acuerdo. -dijo Pe - ¿Pero cómo vamos a ir por el pueblo sin que nos reconozcan? Hay carteles de se busca por todas partes.

-Tomad esto- dijo Charles. Entonces les dio unos trajes, eran de asesino del imperio. -Con esto puesto, nadie os molestará.

De camino al río, y con los trajes puestos, la gente les miraba raro, y se oía alguna exclamación como:

-¿Pero no estaban todos los asesinos muertos?- O- Creía que no quedaba ninguna de esas ratas.

Una vez llegaron al río, empezaron a llenar los botijos de agua, y cuando acabaron y se disponían a ir a la posada, les paró un guardia.

-¿Qué lleváis en esos jarrones?- preguntó el guardia.

-Agua del río -contestó Ed.

-¿Os importa que eche un vistazo?

-Adelante -dijo Pe.

El guardia revisó los jarrones y como era de esperar , no había nada raro.

-Todo parece en orden, disculpen las molestias, es que estamos buscando a dos fugitivos. Por cierto, ¿Són ustedes de algún grupo de teatro?

-No, no... quiero decir...sí...-dijo Ed.

-Pe lanzó una mirada asesina a Ed, y añadió: -Lo que mi compañero quiere decir, es que pertenecemos a un grupo de teatro, pero era una sorpresa, así que no se lo diga a nadie.- El guardia se quedó convencido con la explicación de Pe. Pero entonces, a Ed le cayó la capucha y dejó su cara al descubierto, pero rápidamente se la volvió a poner.

El guardia les miró con una rara expresión en la mirada, que ninguno de los dos consiguió descifrar.

-Ya pueden proseguir con sus actividades.-dijo el guardia-y por cierto, ¿Dónde se alojan ustedes?

-En la posada de Francis Charles.-dijo Ed.

-Pues adiós entonces, -dijo el guardia. Y se fue.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2015 ⏰

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