Capitulo 11

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Simone

Generalmente se lo que debo hacer y siempre mantengo el control de todas las situaciones que se me presentan.

Pero esta vez es diferente. No sé cómo sentirme, no sé cómo debería actuar, en particular no se nada.

He huido al único lugar donde me siento a gusto, el lago. La lluvia no se ha vuelto ningún impedimento para que corra más sin embargo el habito si.

Me he tropezado por lo largo que es.

—¡Maldita sea! —grito una vez que estoy en el lodo y en medio de la lluvia.

Me levanto y aplastó mi trasero debajo del árbol que da justo enfrente a el lago y me quedó hundida en pensamientos que me hacen creer que no tengo escapatoria, detesto pensar tanto las cosas así que mejor me drogo para no pensar.

Preparo lo necesario para empezar a drogarme, pero en eso escucho unos pasos, la tierra se ha vuelto humeda y se escucha con más facilidad las pisadas.

Otra cosa que detesto es no poder mantener mis sentimientos al márgen, derrumbarme y parecer débil, no es una de mis cualidades.

Se preguntarán, ¿siempre traigo droga conmigo?

Y lo cierto es que si, uno nunca sabe cuando se puede enfrentar a este tipo de cosas y además desde la última que la perdí, decidí mejor cargarla conmigo.

Debe ser Addie, ella sabe que vendría a este lugar.

Escondo todo antes que ella pueda verlo e infartarse, pues a la santurrona no le gusta nada la idea de que me droge.

Es cierto que la vida te sorprende y también se cierto que hay personas que nunca puedes olvidar.

La persona que se aproximaba a mi no era Addie si no Andy, una de las únicas mujeres que ha logrado rechazarme y aunque el rechazo lastimó mi ego, me parece un acto totalmente admirable.

Me arreglo mi cabello negro e indomable en una coleta, aun me preocupa la impresión que le de a esta chica.

Uno nunca sabe cuando se pueda presentar la oportunidad para fajar.

Ella aún no se ha dado del todo cuenta de mi presencia, así que me apresuró a decirle.

—Lo puedo explicar, solo necesito que me creas— le digo totalmente angustiada, espero no lucir tan demacrada, que tal que esta vez si me da la oportunidad.

Mi mente en estos momentos es un lugar de imágenes obscenas  y cosas locas que quiero probar con esta chica de piel oscura.

—Pues yo necesito que me digas toda la verdad, solamente así podré ayudarte.

¿En que momento le he pedido ayuda?, realmente cree que mate a Crystal.

Hasta ahora me doy cuenta que el hecho de huir me hizo ver como culpable de su muerte, cosa que no es cierta. Admito que la malluge un poco pero no la mate.

De todas formas decido contarle lo que pasó para que no se quede con ese horrible pensamiento de que soy una asesina.

Termino de relatarle lo sucedido y no me dice absolutamente nada, no me ha creído y eso me afecta.

A veces me dan ganas de ser otra Simone y no tener la reputación que tengo.

—No me crees, ¿cierto?

—No es eso Simone, si no que has mentido demasiado que me parece difícil creer de nuevo en ti. Pero te daré mi último voto de confianza.

No se si sentirme agradecida, ofendida o simplemente sentirme mal.

Antologia de una drogadictaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora