Capitulo 2

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Simone

Después de 10 largos minutos aquella perturbante, asquerosa y para algunas chicas de este orfanato "común escena", finalmente termino con un gemido-quejido de parte de la monja la cual no pude identificar su identidad  pero estaba segura que era una de las nuevas que acaban de llegar.

Cada 7 meses llegan autobuses llenos de monjas, de las cuáles seleccionan algunas para quedarse en este horrible lugar.

Luego de escuchar como se iban caminando lentamente sin decir ni una sola palabra, decidí salir de aquél escondite para volver rápidamente a la mansión hilton lugar donde reciden las monjas, las huerfanas, secretos y mis peores pesadillas

Desdé que tengo la edad de 5 años, no recuerdo mucho el como llegué pero he vivido aquí desde siempre, la mansion hilton siempre ha lucido con un cierto aire de la epoca victoriana, puesto que tiene una estructura bastante detallada con cierto toques barrocos pero esto es solamente por fuera. Ya que en el interior luce como si nadie nunca se haya preocupado ni por tan siquiera cambiar una bombilla, tiene un aspecto gigante en cuestión de tamaño pero luce tan deteriorada y triste que no parece una mansión, si no una casa embrujada.

La mansión hilton cuenta con alrededor de 34 habitaciones, 12 baños, 2 estancias y un imenso comerdor para 60 personas.

De 60 personas solo conozco y quiero a 3 de ellos, de los demas solo chicas calenturientas que quieren un poco de placer el cual nunca me negaré a darles.

Escalo el arbol que da justo a la ventana de mi habitación y cruzo sigilosamente esperando que mi rubia mejor amiga este profundamente dormida o que simplemente no este en la habitación y no me haga un centenar de preguntas.

Nuestra alcoba es pequeña, pero suficiente para dos chicas, tiene una litera, 2 armarios y un escritorio. Por la falta de espacio ocupamos un armario como closet y el otro como estante, alli colocamos un nuestros libros y cosas asi.

—¿Donde estabas?— su voz totalmente preocupada me hace saltar del susto.

Atraviesa el umbral de la puerta y se acomoda en mi silla, esperando que le responda algo. Aunque siempre me ha parecido de lo más molesto y fastidioso tener que dar explicaciones sobre todo lo que hago o no, decido contestarle pues es la unica que siempre se preocupa por mi.

—¿En donde crees?—respondo con algo de sarcasmo, esperando que sepa en donde me encontraba.

—¿Otra vez el lago?, te he dicho que es un lugar peligroso, no deberias ir— me responde con cierta preocupación y tristeza a la vez.

Aunque tenga razón, seguire llendo pues es mi lugar favorito y ella lo sabe.

—No te preocupes, Addie se cuidarme sola —le respondo con más tranquilidad y cariño.

—De igual forma me seguire preocupando por ti— respondé graciosamente.

—Cuentame, ¿qué es lo que paso en el lago?, por que claramente algo te hizo llegar más temprano que de costumbre —pregunta con tanta seguridad y curiosidad a la vez, posteriormente que le cuento todo lo que vi, bueno lo que oi.

—¿Encerio?—pregunta con cierto impacto y burla.

—Sip, tal y como lo oyes, fueron los 10 minutos más horribles llenos de gemidos del anciano— le digo con tanta burla que no puedo evitarme reir y ella tampoco.

—¡Que espantoso!— dice ella secandose las lagrimas de la risa.

—¿Pero estas bien, cierto? —pregunta ella de nuevo.

Aveces me sorprende lo mucho que esta chica me quiere y pues yo simplemente no la merezco.

—Si, estoy bien, solo un poco traumatizada, pero nada grave— le respondo haciendome la victima.

Antologia de una drogadictaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora