uno.

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No sabía como es que había sido tan sencillo para sus amigos convencerlo de descargar esa aplicación. Una aplicación que no tenía ni idea que le cambiaría la vida.

Hasta entonces, leía una y otra vez la notificación que llegó hace unos minutos.

¡Nuevo Match! Michael quiere ser tu amigo por correspondencia.

Hace apenas unas horas se había unido a Slowly, y ya le estaba llegando una carta. Solo tenía que esperar 35 minutos para que la carta llegara, ya que aquella personita no vivía tan lejos de él.

Llevaba mirando la pantalla del celular con la aplicación abierta, alrededor de 3 minutos. Estaba impaciente por saber que había dentro de esa carta.

No se había atrevido a enviar una carta a alguien, o buscar personas de su edad y con sus mismos intereses.

Durante toda la semana sus amigos le habían estado insistiendo con esa app. Le decían que era divertida y que valía la pena descargar. Y por supuesto, siempre se negaba.

Ahora no tenía idea de cómo les iba a decir a ellos que la descargó, porque lo más probable era que de tanto haber negado y al final haber hecho exactamente lo que ellos dijeron, se le reirían.

Ese mensajito que la misma app le sugería, se le estaba haciendo tentador. Quería conocer gente nueva, claro que sí. Y no le importaba que sean del otro lado del mundo.

¿Preparado para conocer un nuevo amigo?
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Simplemente no tenía el coraje de buscar personas que quieran hablar con él. De seguro sería un completo desastre y a los dos días le dejarían de enviar cartas.

Pero después de unos pocos segundos, sin pensarlo dos veces, comenzó a buscar personas en la app.

La expresión que llevaba en el rostro era literalmente de sorpresa. Por el momento solo le salían personas mayores, demasiado mayores para su edad.

No dudó ni un segundo y decidió ajustar un poco las cosas. Empezó a buscar personas con sus mismos intereses, o incluso personas que hablen más de 2 idiomas. Y a cada persona le iba enviando una carta.

La misma carta para ser específicos. Era copiar y pegar, copiar y pegar.

¡Hola!
Soy nuevo por aquí y me gustaría conocer gente nueva. Encontré tu perfil y decidí escribirte. Espero podamos llevarnos bien.
¿Desde cuándo has estado aquí en Slowly? ¿Ya has conocido gente nueva? ¿Cómo ha sido tu experiencia?
Espero tu carta.
─W.

Eso era lo que en ese preciso momento, estaba llegando a exactamente 7 personas. Algunas de ellas eran de otro país, y otras estaban cerca de él.

Entonces simplemente comenzó a esperar.

Esa espera no duró mucho porque cayó en cuenta de que las cartas demorarían horas en llegar.

Una carta está llegando.

Esas cuatro palabras le dejaban inquieto. Faltaba media hora para que la carta del tal Michael llegara.

La puerta de su habitación se abrió, y como si fuera algún reflejo o algo, tiró su celular a algún lugar de la cama, por suerte.

─Will, vamos a ir a la cafetería, ¿Vienes? ─Preguntó la persona que había interrumpido lo que sea que estaba haciendo; Eleven.

Byers sabía de qué cafetería estaba hablando. Era a la que siempre iba todos los días, sin falta.

¿La razón? Un chico guapo, un chico muy guapo.

Y claro, por el café también.

Hace 2 años Will había aceptado su sexualidad. Y a pesar de haber sido difícil estar escondiendo ese secreto, logró por fin contárselo a su familia y amigos. Ahora es feliz, y orgulloso de ser como es.

─Eso no se pregunta, El ─Contestó Will con una sonrisa.

La chica rió un poco y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Will soltó un suspiro de alivio, y al instante rebuscó entre las sábanas el celular. Al encontrarlo, se arregló un poco y salió de su habitación.

─Listo, vamos ─Dijo Byers cerrando la puerta, encontrándose a sus dos amigos esperándolo.

Dustin y Eleven. Sus mejores amigos de toda la vida, y quizás la chica su casi-hermana. Ambos lo acompañan siempre en sus locuras y siempre logran hacerlo sentir feliz.

Los tres chicos salieron de la casa y fueron en dirección a la cafetería que no quedaba muy lejos de ahí.

─William ─Llamó Eleven con autoridad─, hoy le pides el numero sí o sí.

─No, no, no ─Negó al instante abriendo sus ojos de par en par─. Ni siquiera nos hemos dirigido la palabra.

─Bueno, entonces, hoy le hablas ─Dijo Dustin.

Will no respondió. De todas formas, no iba a hacer eso aún.

No es que no quiera. Simplemente aún no cree que sea momento de entablar alguna conversación con él.

Siempre que iba a la cafetería, sentía la mirada del joven encima suyo. Y eso le hacía sentir nervioso. Por eso creyó que hablar con él sería mucho peor.

Bueno, chico atractivo de la cafetería que no tiene idea de cómo se llama, aquí vamos.

[ 828 p ]

slowly › bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora