dos.

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No es que fuera amante del café, pero en esa cafetería había una gran cantidad de postres. Y él amaba las cosas dulces.

Hace un rato había pedido lo que comería en esta mañana. Algo dulce es algo que no puede faltar en su día a día.

Estaba sentado con sus amigos entre las mesas de ese lugar, esperando por sus pedidos que de seguro en unos segundos llegarían.

Eleven y Dustin no dejaban de mirar hacia el chico lindo que estaba en la caja. Ellos no se tomaban la molestia de disimular, solo estaban esperando a que esté solo y poder darle un empujón a Will.

Algunas veces, él los cachaba mirándolo, y les dedicaba una sonrisa divertida siempre que lo hacía. En especial a Will. La mirada oscura y profunda que tenía ese chico desconocido -pero atractivo-, siempre lograba poner sus nervios de punta.

Y claro, sus amigos lo notaban. Eran muy notables sus nervios, incluso desde lejos. Por eso es que sus amigos querían ayudar solo un poco, le iban a animar para que le hable a ese chico que tenía el rostro más hermoso que haya en visto en su vida.

Sin embargo, Byers aún no estaba listo para ese gran paso. Por el momento se conformaba con tan solo poder mirarlo desde lejos. Es decir, ni siquiera sabía si era gay. No quería ir y hablarle en plan de "amigos". Saldría todo mal.

Esta no era su primer experiencia. Ya le pasó, más veces de las que se pueden imaginar. Y es que a pesar de tener la ayuda de sus amigos, todas siempre resultan ser un fracaso.

Por lo general, en la mayoría de los casos le suelen decir cosas como; "Creo que mal entendiste todo. No soy gay" o "Lo siento, tengo novia. No pensé que querías algo en plan relación." Y así varias situaciones.

Todo siempre ha sido tan difícil. Como si el destino estuviera en contra de él y le hiciera su vida amorosa imposible.

Pero para ser honestos, tampoco es que el amor le interese en estos momentos. Sí, tenía un pequeño crush en ese extraño de la cafetería, pero era solo eso.

No es que deseara con toda su vida a alguien que de verdad lo ame. Aún no. No estaba listo. Le asustaba.

Y es que, a pesar de no tener experiencia en estas cosas, las pequeñas frases que siempre le decían -frases de rechazo-, le dolían. No había nada más doloroso que alguien lo hiera con palabras.

De igual manera, no le costó para nada superar esas situaciones. No es como si esos chicos hubieran sido importantes en su vida.

Y entonces, de tanto estar sumergido en sus pensamientos, el sonido de que le llegó una notificación, lo sacó del trance.

Su celular lo tenía Eleven. ¿Por qué? Ella olvidó el suyo, y pidió prestado el de Will porque digamos que la tecnología era algo de lo que no podía estar apartada.

Su corazón palpitó a un ritmo rápido. ¿Y si era una notificación de una carta? ¿Y si Eleven veía esa notificación?

Michael. El nombre de la primera persona que decidió enviarle una carta, se le vino a la mente. Llevaba esperando y contando los minutos impaciente, para saber lo que diría la carta esa.

Y claro, justo cuando tal vez ya llegó, su celular lo tenía Eleven.

─El ─La llamó Will, por su diminutivo─, ¿Me puedes devolver el celular... Un segundo? ─Preguntó, cosa que no debería estar haciendo. Es decir, es su celular, podría quitárselo cuando él quisiera, pero claro, él no era así. A pesar de ser de sus pertenencias, lo pedía amablemente.

slowly › bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora