Doce veces tú

Julio: Llanto

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Parte 7: Julio

Palabras: 1050

Beteado: princessqueen

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Doce veces tú

~Llanto~

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Hay situaciones que parecen transcurrir en cámara lenta, como si estuvieras en una escena de una pelicula. No sabes cómo actuar, te sientes desorientado y escuchas varias voces a la lejanía.

No comprendía a ciencia cierta qué era lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Solo recordaba el momento en que había discutido con Adrien y como luego se había subido a un taxi. No llevaba mucho en circulación, cuando a la altura de un semáforo en verde, el autobús que venía en dirección perpendicular no se detuvo en la luz roja, perdiendo el control e impactando el taxi con ella dentro, haciéndola perder la conciencia casi inmediatamente.

En esa inconciencia pudo sentir la voz de Chat Noir que la llamaba, que le pedía despertar, pero ella no podía, pues su cuerpo estaba en shock y le era imposible reaccionar aunque quisiera...

Quería decirle que estaba bien, que no llorara, pero estaba muy cansada... Solo quería dormir y se dejó llevar.

...

Chat Noir hablaba, aun en shock, con los paramédicos que habían llegado en la ambulancia, dándoles los datos básicos de Marinette, su nombre completo, edad y tipo de sangre para agilizar los trámites de ingreso al hospital.

No fue hasta que lograron estabilizarla, que sintió que su corazón también se tranquilizaba, pudiendo respirar con normalidad, como si el alma hubiera regresado a su cuerpo.

—¿Va a subir? —le preguntaron, pero él negó con la cabeza.

—Enviaré alguien para que la espere allá —respondió y se alejó de ahí, al mismo tiempo que la ambulancia partía hacia el hospital más cercano. Se destransformó cerca del lugar para buscar su teléfono celular y llamó a los padres de Marinette para informarles del accidente.

A pesar de que Chat Noir ya se había tranquilizado, al volver a ser Adrien la culpa azotó con fuerza cada centímetro de su cuerpo. No cabía en su cabeza toda la angustia que lo embargaba, al darse cuenta de que si algo le pasaba a Marinette, no solo perdería a la chica que amaba actualmente, sino también a la que siempre había amado.

Aun así, trató de hablar lo más neutro posible con la señora Sabine, ni bien le contestó.

—Sí —afirmó, cerrando los ojos y golpeándose la cabeza sutilmente contra la pared en la que estaba apoyado —, yo me encargo de todo mientras ustedes llegan —informó, cortando la llamada y apretando el móvil con su mano derecha.