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Entre el trabajo y Yoonji existía una delgada línea que estaba seguro se rompería; una línea que estaba tan frágil y delicada, y que me decía que estaba cometiendo error tras error y que si seguía con todo esto no podría parar... Pero yo no quería parar.

Estaba tan agotado de pensar que lo único que disfrutaba era salir de aquel cubículo en la oficina, llegar a casa y recibir a mi pelinegra con una sonrisa y listo para recibir sus besos y mimos.

Llevaba cinco meses a su lado, y no se sentía incorrecto, al contrario, sentía todas mis piezas encajar desde que Yoonji estaba a mi lado; me sentía más fuerte, con los pies en la tierra, con una visión más allá de la que tenía anteriormente; que sólo era llegar a Busan, atrapar a Yoonji y regresar a la casa de mis padres... Pero mi vida dio un giro con el nombre Min Yoonji a la par.

—¿Qué tal tu día en la oficina, amor? —sus brazos me reciben nuevamente, la calidez que desde hace mucho tiempo no sentía se apodera de mi espalda mientras deshago el nudo de mi corbata y sonrío.

—Mejoró en cuanto me abrazaste —giro hacia ella, aún no me acostumbraba a que sin tacones fuera tan pequeña. Me regala una sonrisa y coloca su cabeza contra mi pecho.

—Te extrañé.

—Yo también, linda —beso su cabeza y se separa de mi para tomar mis manos, y se que algo va mal, no por su acción, sino por sus ojos, no me miraba, estaba triste ¿preocupada?

—¿Qué sucede?

Parece dudar.

—Tengo que decirte algo.

—Adelante.

—Deberíamos sentarnos —tira de mi en dirección a la sala y ambos tomamos lugar en e sofá más grande.

—Te escucho.

—Tengo que irme —sus palabras me golpean tan duro como un bate de béisbol en el estómago, la miro asombrado mientras la confusión se apodera de mi cuerpo.

—¿Qué?

—La policía está muy cerca —comienza —. Jin vendrá por mí más tarde.

—P-Pero... No puedes... No... Yoonji... ¿A dónde te irás?

—México.

—¿Y qué mierda vas a hacer allá? —mi voz sonaba algo molesta, pero era porque en verdad estaba molesto.

—Las noticias de Corea no salen del otro lado del país, Jimin.

—Pero se da aviso a las autoridades, lo sabes.

—Por eso mismo tengo que irme hoy, antes de que no pueda escapar.

—Desde hace cinco meses dejaste de asesinar, ¿no se supone que con eso dejarían de buscarte?

—Maté a más de veinte hombres, Jimin —susurra —. Soy una criminal quiera o no, y debes aceptar que tarde o temprano va a llegar el día en que den conmigo; va a llegar un día donde la única manera en que podríamos vernos sea con un vidrio interponiendose entre nosotros.

—No llegará ese día, Yoonji, no aún, no pienses en eso yo...

Una de sus manos se posa en mi mejilla, interrumpiendome.

—Shh... —susurra y me acaricia —, Ya está hecho, Jimin, me voy a ir... Y quiero pasar mis últimos minutos bien... Contigo... —sonríe, pero no era una sonrisa de felicidad, sino una llena de tristeza y llanto oculto. Sin evitarlo tiro de su muñeca y la acerco a mi cuerpo para abrazarla. Si algo odiaba de querer a alguien era que ese sentimiento se convirtiera en desesperación por no querer alejarse de ello porque te acostumbras, aunque no lo quieras el sentimiento de necesitar a alguien, de quererlo para siempre contigo, era horrible, y más cuando tenías que alejarlo.

RED ℒ𝒾𝓅𝓈💋 [YOONJI-JIMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora