—¿Diga?
—Loreto...¿eres tú?
—Lara...¿Qué tal estás, Lara?
—Dios Santo, qué tal estás tú. ¿Estás bien, Loreto?
—Estoy perfectamente, no te haces una idea de lo bien que estoy...
—Oh, Dios, Loreto, no me puedo creer que recuperases tu móvil. He visto varias llamadas perdidas tuyas y he pensado "¿Lo ha conseguido? No me lo puedo creer, lo ha hecho".
—Sí, sí...ayer por la tarde salí de casa de mis padres renacida como una nueva persona. Tal cual. Recuperé mis cosas, tengo el coche y las llaves...todo.
—No me lo puedo creer...y además tú sola...
—Es una historia bastante larga, después de romper el contrato tuve tiempo de arreglar alguna que otra cosilla...
—Yo...yo he amanecido esta misma mañana en la camilla de un hospital. Estoy ahora mismo en una habitación, ingresada. No recuerdo nada, solo sé que...una araña...Los médicos me han dicho...
—No hace falta que des detalles—la detuvo Loreto—. Me puedo hacer una idea bastante clara...
Un pequeño silencio tuvo lugar.
—¿Fuiste tú...la que me trajo al hospital?—continuó Lara.
—Sí, ya te dije que después de solucionar lo del contrato tuve tiempo de solucionar asuntos pendientes.
—...Entonces, ¿ya está? ¿Se ha acabado todo?
No hubo respuesta. Lara pudo escuchar desde el otro lado cómo se abría una lata -muy probablemente de cerveza- y Loreto le daba un trago bien largo.
—No puedo quejarme, desde luego.
—Ya veo...—Lara hizo una pausa. Algo en el tono de voz de Loreto no le terminaba de dejar a gusto—. Se te escucha....muy tranquila.
—Joder, me lo merezco, la verdad—suspiró.
—P-por supuesto, por supuesto...Es solo que...debes tenerlo todo aún muy muy reciente en la cabeza. Solo fue ayer...
—Estas últimas semanas han sido un pedazo de mierda. Pero yo estoy bien. Estoy bien, de verdad.
—Me alegro...¿estás en tu casa?
—Si, en el balcón tomándome algo. Aunque justo ahora iba a bajar un momento... quiero hacer alguna que otra cosa, ya sabes. Aprovechar el tiempo perdido.
—Claro, claro.
—Podemos seguir hablando si quieres.
—Por mí bien.
—Estupendo. Sigue hablando, yo voy a ponerme la chaqueta, las gafas de sol y cojo las llaves.
La última semana de octubre era un espacio de tiempo muy extraño para tener puestas unas gafas de sol, meditó Lara. Por otra parte, estaba rumiando un pensamiento que ciertamente le atormentaba, todo mientras Loreto se preparaba para salir y abría la puerta de su casa.
—Oye, Loreto...
—¿Sí?—se escuchaba su voz con eco, bajando por las escaleras hacia el portal.
—¿Te acuerdas...lo que estuvimos hablando en mi casa? Sobre lo que hacer después...con el contrato, tus padres y todo eso.
—Sí, claro.
—¿Has pensado en ello?
—Claro.
—...Vale.
Se escuchaba cómo Loreto andaba por la acera, dando pasos a un ritmo normal pero con una cierta premeditación y convicción en tales andares.
—¿Crees que...—no sabía cómo formular la pregunta de la forma menos agresiva posible—tus padres no volverán a molestarte más después de todo esto?
—Yo no lo dudaría.
—Te veo muy segura de tí misma.
Loreto se ajustó las gafas de sol con la mano que tenía libre. A continuación tomó las llaves del coche y entró en el vehículo. Solo tenía guardada una cosa en la guantera, y la sacó para tenerla perfectamente a la vista. Echó un vistazo a aquel contrato, escrito en tinta escarlata y sobre impoluto papel blanco, con su firma gambeteada al final. Lourdes estaba sentada en el asiento del copiloto, esperándola.
—No tengo nada de lo que preocuparme. Lo tengo todo bajo control.
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Loreto bajo control
Mystery / ThrillerUna mujer despierta sin previo aviso en medio de su propia boda. Sabe perfectamente que sus padres andan detrás del asunto, e intentará evitar a toda costa contraer matrimonio con un desconocido. Lo que no sabe es que sus padres tienen el método pe...