Capítulo 8: Recuerdos de la infancia... problemas del presente.

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Domingo, 3:00 am.

*vibración de teléfono*

Una joven de cabellos negros revueltos por ser las tres de la madrugada y estar durmiendo, como la gente normal. Estiró su mano para contestar la llamada

Pantalla del teléfono: Llamada entrante Eren

De súbito se espabiló pensando lo peor, algo le pasó.

-¡¿Eren?! ¿Qué sucede, por qué llamas a esta hora?

-Mikasa-chaaaaan – la voz del otro lado sonaba extraña, aunque no era la de Eren.

-¿Quién habla?

-Soy yo, soy Jean. ¿no me recuerdas preciosa? – definitivamente algo no iba bien. Eren y Jean no eran los mejores amigos, y que este último estuviese llamando del teléfono de su hermano le daba mala espina.

-Jean. Si, si te recuerdo ¿bueno? Lo que no entiendo es por qué me llamas a las tres de la mañana del teléfono de Eren – se escuchaba cabreada.

-Oh jajaja... cierto, llamaba para que me ayudes con el tonto de tu hermano, es que está muy borracho y no se puede ir a casa solo jajaja. – definitivamente todo iba mal, pensaba ella mientras se sostenía el puente de la nariz.

-Ya. -chasqueó la lengua - ¿Dónde demonios están? Ya voy por él.

Mikasa solía dormir con una camiseta manga larga gris, un par de tallas más grandes que la suya, que le llegaba a medio muslo y pantis. Así que tomó una chaqueta larga que anudaba en la cintura; se calzó unas botas de cuero negras altas que daban casi a la rodilla.

Salió a buscar a la bola de irresponsables. Esos tontos que ni siquiera poseían el mínimo de sentido común, como para saber cuándo parar con el alcohol.

.*.*.*.

Cuarenta minutos más tarde, acostaba a un alcoholizado y desorientado castaño en el futón que extendió al lado de su cama. Vaya que era pesado, en varias ocasiones creyó que se le caería.

De deshizo de las botas y la chaqueta, y se dispuso a disfrutar el ultimo cachito de madrugada que le restaba, tal vez logre dormirme rápido, pensaba.

No podía asegurar si pasaron unos segundos, unos minutos o unas horas, porque el sueño casi la había vencido; cuando escuchó una voz grave hablarle desde el borde de la cama.

-Mika.

-humph... Eren, duérmete por favor.

-Mikaaa.

¿Qué mierda estaba pagando? Por qué justo ahora la acompañaba "Eren el parlanchín" Pensó.

-Eren, es de madrugada, por favor... - Un par de brazos la envolvieron. Sin más, Eren se había saltado a su cama y la abrasaba como a un oso de peluche tamaño real.

-Mika, ¿recuerdas cuando teníamos doce? – su voz se escuchaba normal, hablaba bajito, pero no se le notaba el arrastre de palabras, típico de una persona ebria.

-¿No Crees que es un pésimo momento para remembranzas de nuestra niñez? – era una pregunta retórica.

-No quiero dormir, por favor, dime que lo recuerdas – el joven se sentó en la cama cruzando las piernas.

Ella se incorporó e hizo lo mismo, quedando uno frente al otro; tocando sus rodillas con las del contrario para no caerse de la cama.

-Bien, tienes mi total atención. ¿Por qué demonios quieres hablar de eso a estas horas? – la pelinegra se frotaba el ojo derecho con el puño.

Es el destino... eres el final de mi hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora