Capítulo 16: Comenzar de cero

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Advertencia: Lemon a la vista; O al menos un intento de Lemon. Espero que lo disfruten pecadoras. XD

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-Ya en serio, creí que te había dicho que necesitaba tiempo Eren. Lo que pasó aquel fatídico día, solo fue un recordatorio de...

El joven Jaeger la interrumpió – me comporté como un imbécil... Estos diecinueve años cabe destacar – suspiró.

-Mikasa, quiero pedirte disculpas por la forma en la que te traté, me gustaría que consideraras que, eres muy valiosa para mí y no te quiero perder; sé también que he recibido muchas oportunidades, pero esta vez es en serio – se acercó a ella y se arrodilló frente al sillón donde reposaba la chica – Carla me ha hecho ir a terapia – le tomo la mano derecha y la estrechó entre las suyas.

Mikasa estaba sorprendida, su rostro lo decía todo, y a la vez nada.

-Sé que me he comportado como un tonto, te reclamo cosas que no debería, pero han sido celos, todo este tiempo, siempre he intentado alcanzarte, eres buena en todo, y yo... - tragó grueso – esto no es fácil para mí, pero mi terapeuta insiste en que es necesario.

-Tranquilo Eren – ella le despeinó el cabello a manera de juego, como quien acaricia la cabeza de un niño que está nervioso – no tengo problema con eso, pues lo sé, siempre lo he sabido, y es que no ha de ser fácil compartir a tus padres con una niña que conociste de buenas a primeras y que llegó a robarte el cariño y tiempo con tus seres amados – ella le sonrió sincera, sus ojos ligeramente rasgados hacían que casi se cerraran a causa de la sonrisa.

-¿Puedo abrazarte Mikasa?

Ella no respondió. No con palabras, solo atinó a encerrarlo en un tierno abrazo que le transmitiera todo su cariño y agradecimiento por compartir a sus maravillosos padres, por dejarse querer.

-No importa lo que haya pasado antes, ¿sabes? estoy dispuesta a comenzar de cero, pero esta vez, con más experiencia – afianzó el agarre por sobre los hombros del castaño.

-No sabes el peso que me quitas de encima – dejo escapar todo el aire que parecía estar reteniendo, al igual que algunas lágrimas, mientras rodeaba la cintura de Mikasa, correspondiendo el abrazo.

No era cualquier llanto, eran lágrimas de arrepentimiento, de amor, pues muy en el fondo, sabía que la amaba, a pesar de sus celos, a pesar de inmaduramente sentir que ella llegó a desplazarlo del cariño que debió ser solo para él. Su inmadurez y egoísmo lo había vuelto ruin con la niña que siempre le procuró y estuvo para él, la niña que se quedó sin padres y debió afrontar la realidad de vivir con unos extraños.

-Por favor, no llores. Me harás llorar a mí también – le susurró con la voz entrecortada la azabache – no es necesario que llores, yo te perdono... hermano.

-Mikasa – le apretó entre sus brazos con mayor fuerza, como quien teme que su silueta se evapore, los sollozos y gemidos a causa del llanto de ambos era todo el ruido dentro del apartamento.

Luego de algunos segundos en aquel emotivo abrazo, que transmitía cuanto no podían con palabras, ambos se tranquilizaron un poco para poder continuar con su charla.

-Me alegra que estemos bien Eren – ella al fin lo soltó – ¿te apetece una taza de té?

-Por supuesto – le sonrió, aun cuando ella ya iba camino a la cocina a prepararlo.

-¿Cómo están? Me refiero a Carla y Grisha.

-Bien, mamá te ha extrañado muchísimo, me culpa por tu ausencia y no para de reprocharme que, por mi culpa, ha estado a punto de perder a su única hija. Oye, ¿quieres que te ayude? – le preguntó lo último para evadir de cierto modo su reciente confesión.

Es el destino... eres el final de mi hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora