Pequeño ángel.

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La luz del sol entraba por aquella ventana que se encontraba en la cocina, lugar en dónde la madre de yoongi preparaba el desayuno.

—Huele muy bien —sonrió el pequeño azabache, dejando que aquél glorioso aroma inundada sus fosas nasales.

—En un rato estará listo, cariño —la mujer lo miró con una cálida sonrisa.

Y si, su madre le estaba preparando hotcakes, sabía cuánto los amaba su hijo.
Hubo un rato de silencio demasiado cómodo para ambos, a nos ser por cómo entró de sorpresa el señor min, provocando que el pequeño azabache se emocionara de verlo, hacía mucho que no le veía.

—¡Papá! —Corrió hacía el hombre, con gran emoción.

—Pequeño —lo cargó—, ¿Cómo te encuentras?.

—¡Bien!, mami y yo nos divertimos mucho jugando, también hacemos recetas juntos —yoongi contaba con una gran ilusión en sus ojos.

—Me alegra saberlo —su padre lo había escuchado atentamente y se acercó a su esposa para plantarle un beso en la frente.

Una vez que el desayuno estuvo listo, comenzaron a comer los tres, habían momentos en dónde habían pequeñas charlas, todo era muy pacífico, cuando todos terminaron, el señor min salió por un momento, mientras que yoongi le ayudaba a su madre a recoger la mesa.

—Yoongi —llamó emocionado su padre asomándose por la puerta—, necesito mostrarte algo.

El pequeño asintió mirando cómo su padre se iba de nuevo, ¿Qué era eso que le mostraría?.
Yoongi terminó sus cosas y salió con su padre.
Es verdad, el pequeño pelinegro vivía en una linda casa, demasiado grande y con ciertos lujos, solamente que esta estaba alejada de la sociedad, vivían en medio de un bosque, para no llamar la atención por obvias razones.

Es por eso que la madre de yoongi y él se adentraban más al bosque, era ahí cuando pasaban un buen rato juntos.
Y cuando se necesitaran víveres, quien iba a la ciudad era la madre de yoongi.

—Oh, estás aquí —el hombre miró con sorpresa a su hijo—, necesito enseñarte un par de cosas.

El pelinegro miró hacía enfrente y a lo lejos se encontraban varias botellas de vidrio acomodadas ordenadamente. No comprendía a qué se debía así que devolvió la vista hacía su padre.

—Toma —le tendió una pistola—, disparales a las botellas.

Yoongi abrió sus ojos soprendido, se quedó paralizado al mirar la arma frente a él.
El hombre tomó las manos de yoongi y le colocó la arma.

—Sé que te sorprende, pero está bien, es necesario enseñarte desde ahorita todo esto, sé que en un futuro estaré orgulloso.

El pequeño pelinegro al escuchar lo último fue cuando se entusiasmó más, amaba tanto a su padre y quería hacerlo sentir orgulloso, así que tomó el arma y la miró con curiosidad mientras que su padre formaba una pequeña sonrisa.

El hombre se posicionó atrás de yoongi y le explicaba cómo quitar el seguro y jalar del gatillo, muy sencillo ¿No?.
Una vez que todo quedó claro, aún con nervios yoongi dió su primer tiro, aunque falló. Su padre lo miró con mucho orgullo, esperaba que yoongi en un futuro se diera a respetar por esto. Esta vida que en su familia ha pasado por muchas generaciones.

En la puerta de la casa se encontraba la madre de yoongi, que observaba atenta la escena, se le veía muy disgustada porque era claro que no quería eso para su hijo,  tampoco podía intervenir ya que ese es un tema que había tratado con su esposo.
La mujer temía a que las cosas salieran mal, así que sólo suspiró con tristeza y se adentró de nuevo a la casa.

Aquella noche mantuvo intranquilo a jimin, el miedo lo carcomía, temía por su vida ya que aquél chico de cabellos negros tenía el control sobre él

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Aquella noche mantuvo intranquilo a jimin, el miedo lo carcomía, temía por su vida ya que aquél chico de cabellos negros tenía el control sobre él. Ahora su vida ya no le pertenecía.

Yoongi bajaba las escaleras mientras llevaba consigo mismo un cigarro entre sus finos y delgados labios, sus pasos resonaban con cada escalón que bajaba, lo cuál inquietaba bastante al menor que se encontraba recostado en el frío suelo, fingiendo estar dormido.

—¿Aún no despiertas, pequeño  ángel? —habló yoongi mientras se acercaba cada vez más a jimin.

No hubo respuesta alguna por parte de jimin, lo cuál provocara cierta molestia en el pelinegro.

—¿Ahora ya eres mudo? —lo miró fijamente y al no ver alguna reacción, se inclinó en cunclillas dirigiendo su vista hacía el cigarro en sus dedos y empujó su mejilla interior con su lengua—, bien.

Dicho eso apagó su cigarro con la mejilla de jimin, hundiendo cada vez más de este provocando que el menor chillar de dolor al sentir arder su regordeta mejilla.

—Al menos no estás muerto —habló yoongi una vez que terminó de realizar cierta acción.

—Arde.. —el menor se sentó mientras se quejaba de dolor—, ¿Por qué me haces esto?

El azabache bufó y se puso de pie nuevamente, evadiendo la pregunta.

—El que hace las preguntas aquí, soy yo. —yoongi habló con un tono muy intimidante.

Jimin se seguía quejando y sólo apretaba sus ojitos, su cuerpo temblaba de miedo. Era increíble la manera en la que su vida cambió tan de repente.

—¿Sabes? —yoongi rompió con el silencio que había entre ellos—, conozco a tu padre, se podría decir que es un —lo pensó por unos segundos y soltó un suspiro pesado—, viejo amigo.

Jimin no entendía porque el cambio tan repentino y porque le contaba eso, no comprendía nada, pero sin embargo escuchaba atentamente las palabras de yoongi.

—No es nada personal contigo, pero todo esto lo hago con un propósito, tú entiendes ¿No? —el mayor se alejó y caminó con una sonrisa burlesca hacía la esquina de la habitación, en dónde se encontraba una mesa pequeña con rueditas y con muchas herramientas.

—N-No comprendo —jimin contestó con miedo.

—Es simple —yoongi se encaminó junto con la mesita, hacía el menor—, park hyun-su me arrebató algo, así que yo haré lo mismo..

—P-Por favor... ¡No me lastimes! —los latidos de jimin eran más intensos y su cuerpo temblaba más de lo normal.

—Sólo relájate, mi pequeño ángel.

El azabache tomó el bisturí y se acercó lentamente hacía jimin, que inútilmente trataba de huir.

Los desgarradores gritos de jimin se hicieron presentes por casi toda la gran casa de yoongi.
Jungkook estaba del otro lado de la puerta escuchando todo mientras negaba con la cabeza y no es que Jungkook fuera un santo, pero al menos existía un poco más de humanidad en él.

Aún no comprendía porque yoongi siempre tuvo un "pequeño" interés, por no decir "obsesión" con la familia park.

Está claro que yoongi estaba lleno de secretos, secretos que eran mejor no contarle a nadie y no precisamente por dañar su reputación manchada y pisada, pero simplemente era mejor enterrar tres metros bajo tierra esos secretos, en dónde nadie pudiera descubrirlos.

«Solo espera, mi pequeño ángel.»

«Tú serás mi mejor obra de arte»

Nos leemos después.

1. Secrets // Yoonmin  (𝓮 𝓭 𝓲 𝓽 𝓪 𝓷 𝓭 𝓸 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora