La Celestina
Fernando de Rojas
PERSONAJES
CALISTO, mozo enamorado.
MELIBEA, tontuela que se deja envolver en la telaraña de Celestina.
SEMPRONIO, criado avisado que espera obtener provecho de los amores de su amo.
PÁRMENO, otro que tal, aunque comience con remilgos.
CELESTINA, incomparable en todo, campeona de maldades, vieja, bruja y puta de toda la vida.
LUCRECIA, criada de Melibea.
ALISA, madre de Melibea.
AREÚSA, niña del pecado.
ELICIA, otra que peca por la misma parte.
CENTURIO, rufián y maniferro.
TRISTÁN, criado de Calisto.
SOSIA, otro criado del mismo amo.
PLEBERIO, padre infeliz de la infeliz Melibea.
Acto I
Escena I
CALISTO, que ha conocido a MELIBEA en su jardín, donde su halcón se refugió un día antes al escaparse, se imagina en sueños que está frente a su amada, enamorándola. Ambos jóvenes se hallan en el mismo jardín en el que se conocieron. MELIBEA está de pie; CALISTO, rendido a sus plantas.
CALISTO.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
MELIBEA.- ¿En qué Calisto?
CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase y en hacerme el favor de verte en un lugar tan conveniente para descubrirte mi secreto dolor. No creo que exista mayor recompensa al servicio, sacrificio, devoción y obras pías que, por alcanzarla, tengo yo a Dios ofrecidos. ¿Quién ha visto en esta vida cuerpo tan feliz como está ahora el mío? Los benditos santos, que se deleitan en la visión divina, no gozan lo que yo gozo en tu acatamiento. Mas en esto diferimos, por desgracia, que ellos no temen perder su bienaventuranza y yo me alegro con recelo del esquivo tormento que tu ausencia ha de causarme.
MELIBEA.- Pues un galardón aún mayor te he de dar, si perseveras.
CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído!
MELIBEA.- Desventuradas serán cuando acabes de oírme, porque la paga será tan fiera cual merece tu loco atrevimiento. El intento de tus palabras, Calisto, ha sido de hombre que pretende salir para perderse en la virtud de una mujer como yo. ¡Vete, vete de ahí, torpe, que no puede mi paciencia tolerar que haya subido a un corazón humano el intento de alcanzar en mí el deleite del amor ilícito!
CALISTO.- Iré como aquel a quien la adversa fortuna atormenta con odio cruel.
Escena II
Ambas figuras desaparecen y, echado en su cama, se despierta CALISTO. Se levanta y llama a SEMPRONIO, su criado.
CALISTO.- (Yendo de un lado para otro del escenario.) ¡Sempronio, Sempronio! ¿Dónde está este maldito?
SEMPRONIO.- Aquí, señor, cuidando los caballos.
CALISTO.- ¿Dónde te habías metido?
SEMPRONIO.- Se cayó el gerifalte y vine a enderezarle la alcándara.