11. Pesadillas

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Mi compañero y yo, repasamos cada uno de los expedientes. Encontramos coincidencias: todas las víctimas asistían al mismo bar, mismo club, misma discoteca. Todos usaron los días previos esa aplicación de citas, MySpace. ¿Cómo era posible que matara en la misma ciudad y fuera invisible? No podíamos dar con la culpable, parecía que se camuflaba.

Era frustrante, solo surgía para asesinar. Y cada pista nueva llevaba a un callejón sin salida. La investigación nos llevaba a pensar que la asesina era mujer, pero para despistar, notificamos a los medios de comunicación que el asesino era hombre.

Aunque no había dudas que era una mujer, ella los seducía, se convertía en su amante los días previos a atacarlos, y luego los mataba dejando una rosa blanca en sus manos o entre sus prendas. Cabía la posibilidad que trabajara con un compañero, pero no estabamos seguros.

Luego de una semana agotadora, llegó el sábado por la noche, fui a mi casa a descansar. Continuaba medicada porque mis pesadillas no me dejaban en paz. En ese tiempo nuestro supervisor solo hablaba con Yamcha, le daba indicaciones del caso y yo recibía sus órdenes, no me dirigía la palabra por lo que estaba segura que me odiaba. 

A veces perdía la noción del tiempo, ya que este caso me estaba absorbiendo. Ese mismo día, mientras regresaba en autobús a mi hogar me dió la impresión de que me dormí, tal vez estaba somnolienta y no lo noté, cuando retomé la conciencia estaba en mi casa. Revisé mí bolso y todo se veía normal, por suerte no perdí ni mis llaves ni el teléfono.

Envié un mensaje a mi médico, preguntándole si el abuso de pastillas podría provocarme lagunas mentales. Respondió que era probable, y me indicó que reduzca la dosis, solo media pastilla al día, y si quería  evitar el stress que haga ejercicio.

Lo cierto es que cuando la ansiedad me dominaba, tomaba una pastilla completa. Quería ayudar en el caso, pero si alguien notaba que mi mente no estaba bien, me darían reposo y no podría seguir en el caso. Estabamos en un callejón sin salida el atacante simplemente se esfumó, pero había que llevar justicia a las víctimas.

Los días pasaron casi sin darme cuenta, cuando lo noté ya era jueves día de mí cita con el médico. Decidí ir  a la oficina del Auditor general, para hablar con él, me recibió en su oficina solo dos minutos, al entrar su rostro mostraba desprecio hacia mí.

—Disculpe que lo moleste Señor Ouji, sé que está ocupado pero necesito salir en la tarde. Venía a solicitar permiso para hoy y todos los jueves del año. No sé cuánto me lleve la terapia.— dije temerosa.

Él se hallaba sentado en su escritorio revisando unos expedientes, levantó la vista y preguntó: —¿Asistes con el psiquiatra Krillin Danvers?

—Así es señor, el doctor Danvers atiende policías en esta ciudad, me lo recomendó mi hermana.

—De acuerdo, puedes ausentarte los días jueves en la tarde, pero quiero que una vez al mes, me traigas un justificativo expedido por tu psiquiatra.— enfatizó.

—De acuerdo señor, lo apuntaré para no olvidarlo.—contesté mientras anotaba su solicitud.

—¿Olvidas las cosas Briefs?

—Solo a veces, sufro de insomnio y por momentos pierdo la noción del tiempo. Pero no dejaré que eso interfiera con mí trabajo, por eso hago tratamiento.— prometí.

—No dejes que este trabajo te consuma, podrías volverte loca de remate. Dijiste que entraste a esta investigación por la muerte de tu vecino Yamcha, pero ya viste esta con vida, podrías alejarte del caso y ocuparte de algo menos estresante.

—De verdad quiero ayudar. No se preocupe por mi señor, estaré bien.

—Recuerda que estás a prueba Briefs, tu salud debe ser lo primordial. Al asesino lo atraparé yo mismo, ahora vete debo trabajar.

PESADILLA RECURRENTE                                 Vegebul [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora