CAPÍTULO 4

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Se encontraba en un bar con ese hombre que él tanto detestaba, no quería quedar con él ni fingir que le tenía aprecio solo porque su nombre salía en el reverso de su DNI.

Fumaba mirando a su alrededor, ni siquiera fingía interés por las palabras de ese hombre, mostrándole el poco respeto que le tenía.

—Así que finalmente tu hermana me contrató en la empresa, ¿no es una buena noticia?

—Mamá no te quería involucrado en nada que tuviera que ver con su franquicia. Lizbeth tendría que haberlo respetado.

—Bueno, hijo... Pero tu madre ya no está —decía el hombre despacio.

«Por suerte» oyó el ojiazul, alto y claro.

Louis, enfadado, dio un golpe en la mesa. Su padre no conocía su Don, ni falta que le hacía.

—Entiendo que aún estés afligido —siguió como respuesta al golpe del joven en la mesa.

—Lo dudo —apagó el cigarro y abrió su cartera— sigo viéndote por ella, porque yo sí la respeto —dejó un billete de veinte libras en la mesa— me alegra que tengas trabajo, pero no olvides ni por un momento que comes de MI familia —se levantó dispuesto a irse— llámame cuando dejes de depender del esfuerzo de mi madre.

Finalizó refiriéndose a la empresa y se fue, sin dar posibilidad a una respuesta. Louis en ese momento solo quería encerrarse en su habitación y dormir todo el maldito día.

Ese día se cumplían dos meses desde que Harry ingresó en la residencia, la verdad no lo habría recordado de no ser por su madre, quien le envió un mensaje para salir a comer como celebración. A Harry le pareció una broma al principio;

«¿Celebrar qué?, ¿que mato gente sin querer?»

Aunque en cierto modo estaba feliz de haber llegado al refugio de los White, había conocido gente extraordinaria, pero obviamente no todo era felicidad y emborracharse, hacer amigos y comer helado.

Alguna que otra vez discutía con su compañero de habitación, por supuesto, Louis no había dejado de ser arrogante solo porque ahora tenía un amigo, seguía pareciendo un niño pequeño y malcriado en algunos aspectos.

Como la vez que Harry dejó su ropa en la cama de Louis y este le gritó por esa tontería, Harry quiso reír en ese momento pero el ojiazul puso un saco de estiércol rajado por todo lo largo encima de la cama del rizado. A éste le pareció excesivo y cuando el mayor recapacitó, le cambió las sábanas por unas nuevas y muy suaves.

Harry entendió que Louis no pedía perdón, ni aunque supiera que fue su culpa, en los dos meses, las veces que Louis pidió perdón por algo fue en tono sarcástico y doloroso para la otra persona.

Tampoco se disculpó cuando una noche el menor no llegó a la habitación y se quedó con Zayn y Niall a dormir y él, a modo venganza, metió toda la ropa del menor en la bañera dejándola en remojo toda la noche haciendo que termine con mal olor. Estaba enfadado porque no le avisó y él le estuvo esperando. Comprendió que se había pasado cuando Harry estuvo una semana sin hablarle  y Louis para que el rizado le perdonara, lavó toda su ropa concienzudamente, la planchó y la dobló. De hecho, también le cedió más trozo de armario.

Nadie podía culparlo, llevaba más de cuatro años sin amigos, estaba aprendiendo. Harry también aprendía a lidiar con Louis.

Cuando el ojiazul llegó a la habitación y vio a Harry, le sonrió a modo saludo. Se quitó los zapatos y se estiró en plancha a la cama.

—Louis... Había estado pensando y...

—Piensas solo cuando no estoy presente.

—Es la única manera de hacerlo tranquilo —oyó al mayor reír levemente, con cansancio— el caso es que me gustaría que comieras conmigo y los chicos... Bueno, y chicas —Louis giró la cabeza para mirar a los ojos de Harry.

WITCHER ||L.S||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora