Tres

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Estaba caminando hacia la cafetería sola hasta que mis amigos y mi hermano me interceptaron. Les sonreí y fuimos corriendo hacia un árbol y nos sentamos bajo este. Mi hermano me entrega mi almuerzo y le agradezco con una sonrisa. Estoy a punto de empezar a comer cuando tres pares de ojos se me quedan viendo directamente.

-Nos tienes que contar algo- dice Ara.

-Exacto- Pato me mira insistente.

-Hermanita, no nos dejes con la duda.

Y así es como les empiezo a contar todo con lujo de detalle muy emocionada. Les cuento desde que me agarro la muñeca hasta que me guiño el ojo. Todos me ven con cara expectante. Contarlo en voz alta hace que todo sea más real.

-Él fue quien te invito a sentarse junto a ti...

-El que te quito el celular...

- Y el que te guiño el ojo después de haberte hecho una broma- finalizo mi hermano.

-Si- digo emocionada y muerdo mi emparedado.

Se me quedan viendo en silencio por un buen rato. Los nervios se apoderan de mí, pero cuando estoy a punto de justificar la conducta de Lucas la cual supuse que había molestado a todos se levantan y me abrazan.

-Ay hemanita, estas chiflada si piensas que eso es romántico, pero te amo tanto que estoy feliz por ti.

-Yo si pienso que fue muy romántico- dice Ara con una gran sonrisa mientras me estrecha más entre sus brazos.

-Yo también te amo tanto que estoy feliz por ti- dice Pato con una sonrisa-. Así que Emma, creo que tu sueño se está cumpliendo.

Mis mejillas se ponen rojas y abrazo mas fuerte a mis personas favoritas en el mundo. Cuando nos separamos cada uno empieza a comer y a comentar las teorías que tenían de lo que estaba pasando con Lucas y conmigo. Me río con cada ocurrencia y de cada teoría que plantean. Seguimos riendo cuando la campana suena e interrumpe nuestro primer almuerzo.

Cada uno se dirige hacia su casillero, ya que fue lo único que no pudimos conseguir juntos. Iba viendo mi celular cuando choco con alguien y esto hace que caiga al suelo de pompis. Es el chavo que me metió el pie el primer día de primaria y se ha encargado de hacer mi vida un poco complicada en la escuela. Se me olvidó mencionar que sigue siendo uno de los mejores amigos de Lucas.

-Mateo- digo poniendo los ojos en blanco-. Pensé que ya me habías superado.

-Emma, eso imposible- suelta una carcajada y se va dejándome en el suelo.

Me levanto y sigo mi camino. Cuando llego veo a Lucas recargado en mi casillero dándome la espalda. Mis mejillas se enrojecen y mis manos empiezan a sudar. Un zoológico se apodera de mi estomago y empiezo a ponerme nerviosa. Por la cabeza me cruzo la idea de llegar a clase y saltarme el paso de buscar en mi casillero mis libros, pero esa no era opción. Respiro hondo y me dirijo a mi casillero. Me doy cuenta de que esta distraído en su teléfono. Un poco nerviosa me armo de valor y toco delicadamente su hombro.

-¿Me darías permiso?- susurro.

-Emma, te estaba esperando- dice con una sonrisa de lado mientras se voltea y quedamos frente a frente. Lo veo confundida y veo rastro de labial por toda su boca.

-¿A mí?- pregunto confundida y con una sonrisa forzada. Ya no estoy nerviosa, sino triste. Evito su mirada.

-Si, te estuve buscando todo el almuerzo.

-¿En la boca de quién?- lo miro directamente a los ojos con tristeza y pongo los ojos en blanco.

Fuerzo todavía más mi sonrisa y lo empujo para poder agarrar mis libros. Se intenta limpiar el labial de su rostro mientras yo me alejo.

-Demonios- grita y golpea mi casillero. Entro al salón y me siento junto a mi hermano.

-¿Estas bien?- me pregunta preocupado.

-Si, todo bien- le doy mi mejor sonrisa y cuando esta a punto de decirme algo más entra el profesor y detrás de él Lucas.

Me dedica una sonrisa de disculpas y desvió mi mirada. No se por que se esta empeñando en llamar mi atención. Era menos doloroso cuando no sabia de mi existencia. Empieza la clase y con ella mi aburrimiento y mis ganas de llorar por nada.

Cuando acaba la clase salgo junto a mi hermano y mis amigos. Nos dirigimos a las ultimas dos horas de química. Vamos platicando cuando alguien me jala la muñeca impidiéndome seguir caminando. Cuando veo a Lucas pongo los ojos en blanco y jalo mi muñeca con la intención de que la suelte, pero este no lo hace.

-¿Qué quieres?

-¿Por qué te enojaste?- suelto una carcajada, no se de dónde saque tanto valor.

-¿A caso te importa?- digo sarcástica-. Si hace un día no sabias si quiera de mi existencia.

-¿Quién te dijo eso?- pregunto confundido.

-"Esto debe de quedar entre nosotros Estefany"- digo imitando su voz. Esto hace que una sonrisa se forme en sus labios provocando una en los míos.

-Entonces no te crees lo suficiente para que mi atención este dirigida a ti- afirma con una sonrisa. Me sonrojo y desvió mi mirada de sus ojos.

-Que seas tan guapo, tan musculoso y tan perfectamente sexy no significa que necesite tu atención- digo cruzándome de brazos y cuando soy consiente de lo que dije mis mejillas se encienden. El me suelta la muñeca con una sonrisa picara y acerca sus labios a mi oído.

-Tú también eres sexy- dice lento mientas su aliento choca con mi cuello-. Estefany.

Pongo los ojos en blanco y le golpeo el hombro en forma de juego, él suelta una carcajada y se va, pero no sin antes guiñarme un ojo y dedicarme una dulce sonrisa. Suelto todo el aire que estaba conteniendo y mis mejillas empiezan a recuperar su color natural. Giro sobre mis talones y me encuentro con mis amigos y mi hermano viéndome con asombro. Mis mejillas vuelven a tomar el color rojo intenso y como si estuviéramos conectados empezamos a gritar de emoción sin llamar tanto la atención. Cuando los cuatro logramos canalizar lo que acababa de pasar seguimos caminando.

-¿Qué te dijo al final?- me pregunta Ara antes de entrar al salón en el cual vamos a tomar las ultimas dos horas de clase.

-Tú también eres sexy, Estefany- digo con una sonrisa de oreja a oreja y con emoción. Los ojos de Ara se abren como plato y me dedica una sonrisa pícara. Suelto una carcajada y entramos al salón. 

Cuando estoy a punto de llegar al asiento junto de mi hermano, esa mano que ahora reconocería en cualquier momento me detiene. Con su mirada me indica el lugar vacío  y con una sonrisa me siento junto a él. Creo que este es mi año. Lucas, no lo arruines. Mejor dicho... Emma, no lo arruines.

ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora