03. Flores entre los escombros de una guerra

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Holu de nuevo, vengo a traerles el capítulo número 3 de esta serie de oneshots, y la idea de hoy es "Flower Shop AU" . Esta quería hacerla incluso antes de que saliera en la week, por el hecho de que parecía divertido mezlcar estos universos. Vamos a ver si logran adivinar de donde está inspirada esta escena.

Aprovecho para contarles que cambié la portada, y que pueden encontrar a la personita hermosa que se tomó el tiempo de hacerla bajo el nombre de AriaHylian en Wattpad ¡Gracias mi reina! Vayan a visitarla ♡

Ya saben, los personajes pertenecen a Haruichi Furudate.

Espero que les guste ♡
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La ciudad era un caos total, su cometido estaba hecho; se había infiltrado a plantar una bomba que explotara parte del reactor número uno y con ello arruinando los planes de la corporación como se había acordado. Pero algo había salido mal en los planes de Akaashi, algo había explotado de más y no era la simple detonación en cadena de la bomba que había implantado en el núcleo del reactor. Aquella había sido construida para destruir solo una parte de él para evitar demasiados problemas y extrañamente el reactor entero terminó volando en miles de pedazos, llevándose gran parte de la ciudad junto con él.

Numerosos escombros de chatarra volaban por todas partes, causando destrucción y muerte por las calles, gritos de familias que perdían allegados y dejando a otras tantas cantidades sin hogar, que ahora buscaban desesperadamente donde pasar la noche si es que primero lograban sobrevivir y salir ilesos de camino a la gran estación de trenes que los llevaría a los bajos mundos de la ciudad; el único lugar al que podían apostar que tendrían una oportunidad de seguir con vida, y no serían fríamente echados a su suerte por las asquerosas diferencias de clases, que no dudaban en pisar la mano contraria si se encontraba centímetros debajo de sus egoístas cabezas. 

Keiji corría y corría por los callejones de la ciudad; había sido cuestión de tiempo para que los soldados que custodiaban la ciudad envuelta en llamas encontraran a su grupo de guerrilla y tuvieron que separarse por caminos diferentes para evitar ser atrapados y condenados a muerte en el mismo instante. Hace poco había luchado contra varios y ahora se mezclaba entre los demás como un ciudadano común y lleno de pánico por la situación con destino directo a la estación de trenes, con la diferencia de que él no era de allí y realmente pertenecía a los bajos mundos que ahora miles de imbéciles irían a invadir por algo que definitivamente no había sido culpa de su pequeña bomba. 

Soltó una risa sarcástica porque no quería llorar; para él, las grandes corporaciones ya no tenían dignidad si explotaban ellas mismas sus reactores y prendían sus ciudades en llamas solo para inculpar a un sucio grupo de guerrilleros mil veces más débiles que ellos. 

Dejó de pensar cuando chocó fuertemente contra alguien que supuso –por su dureza y el golpe seco contra su piel– era alguien robusto.
Lo que Keiji nunca imaginó fue que la persona en vez de enojarse como comúnmente haría cualquier persona en ese tipo de ciudades, lo atajara con sus brazos e incluso soltara una risa por la intromisión. Un aroma dulce impregnó sus fosas nasales, pero dudaba que aquello desprendiera del muchacho. 

— ¿Estás bien? —preguntó el desconocido, Akaashi se maldijo internamente por no haberse apartado al instante ¿Qué diablos estaba haciendo?

—Sí, lo estoy. Lo siento mucho. Ya me voy. 

Quiso maldecir por muchas cosas esa noche; por los planes, las complicaciones, la huida e incluso el miedo. Pero maldijo en ese momento más que nunca el haber levantado la mirada para cruzarse con el par de ojos dorados más bellos que había visto en años. No encandilaban para nada, más bien brillaban como luces tenues en una velada de verano. La piel pálida parecía querer luchar constantemente por contrastar el par de mejillas coloridas que le daban un toque infantil al espíritu joven que habitaba en el cuerpo del chico, extraña e irónicamente, lleno de canas. Lo vio sonreír nuevamente y quiso arrancarse los ojos de un tirón porque realmente no era momento para pensar que le estaba pareciendo realmente lindo aquel muchacho. 

—Oye oye, espera ¿Por qué tanta prisa? 

— ¿Estás bromeando? —Akaashi frunció el ceño en una mezcla de molestia e incertidumbre. ¿Es que acaso estaba ciego o bajo efecto de drogas? Todo el maldito mundo corría de un lado al otro y el aire estaba cubierto de llantos y gritos —La ciudad está en llamas, hay que evacuar. Tú también deberías hacerlo. 

—Ohh... Eso. Ya habrá tiempo para eso. —No lo entendía, Keiji estuvo a punto de gritar ahí mismo si no hubiese sido porque apenas hace unos segundos había conocido a la persona que tenía en frente. ¿Qué clase de persona deambulaba tan tranquila entre un mar de gritos? Parecía tener tendencias suicidas puesto que no le preocupaba que pudiera caerle un pedazo de escombro encima en cualquier momento. Supo que había encontrado a todo tipo de gente a su corta edad de veintidós años.

Estuvo a punto de ignorar al chico y salir corriendo de allí antes de que los soldados lo encontraran de nuevo y tuviese que librar una lucha allí mismo, pero la canasta que llevaba el muchacho en su brazo derecho le llamó la atención en toda perspectiva. 

—Esas son... 

— ¿Te gustan? Yo mismo las cultivo ¿Quieres una? 

 Ahora comprendía de donde era que provenía el aroma dulce. Akaashi había buscado entre los rincones más recónditos de su memoria y se había sorprendido al saber que muy pocas veces tuvo la suerte de encontrarse alguna flor en toda su vida. 

La explotación de la energía vital había acabado con el %80 de la flora que aún permanecía creciendo en la ciudad, cualquier persona tendría que buscar por kilómetros un pedazo de tierra fértil que pudiese dar frutos sin contaminación alguna y aquel chico sonreía con la felicidad de mil soles, cargando una canasta de flores brillantes y coloridas, en un lugar lleno de gente que había olvidado cómo hacerlo.

— ¿Cuánto cuestan? —preguntó al florista, y este sonrió con un leve dejo de picardía.

—Bueno... Eso depende del cliente, pero para ti es gratis. —Keiji apenas pudo articular palabra, el muchacho tomó una flor de su canasta y la colocó entre uno de los sujetadores que sostenían las pistolas que cargaba. Era un lirio de un tamaño mediano, con sutiles picos y un suave color amarillo pastel. Se quedó observándola por varios segundos, la nostalgia golpeó su pecho.

—Gracias. Es muy bonita.

—Así es. Como tú. —El florista sonrió y Akaashi estuvo seguro de sentir que sus mejillas habían comenzado a arder de un momento a otro; era tranquilo, despreocupado y cálido, a la vez simulaba un huracán, no lo comprendía. Pudo haberse quedado años mirando los obres dorados que detonaban vida a montones, pero el miedo le había ganado a sus impulsos; debía largarse antes de que los soldados lo atraparan y ahora mismo no quería meter en problemas al chico frente suyo. 

Hizo una reverencia antes de largarse a correr otra vez, pero fue detenido por el florista una vez más.

— ¿Estás huyendo de alguien? 

—Sí. No deberías hablar mucho conmigo, puedo meterte en problemas. 

—Me gustan los problemas. —"Otra vez esa sonrisa" pensó Akaashi, sintiendo la noche mucho más lejos. —Escucha. Si tomas el camino angosto de allá, llegarás a la estación mucho más rápido. Por cierto, soy Bokuto Koutaro. —Se sorprendió por las palabras de Bokuto, no esperaba para nada un consejo como aquel.

—Soy Akaashi Keiji. Gracias, Bokuto. 

—Gracias a ti, Akaashi. —No logró entender por qué su nombre sonaba tan bien al salir de los labios del florista, pero así era. Apenas giró su rostro hacia un lado expresando confusión cuando el agradecimiento se expulsó por la boca ajena. Bokuto volvió a sonreír, esta vez, apuntando hacia arriba, donde la estrella de fuego que era el reactor dejaba un eco por toda la ciudad. —Algo me dice que fuiste tú ¿Cierto? Las flores también te lo agradecen. 

 Akaashi sonrió por primera vez en la noche, y el corazón de Koutaro supo que había algo mucho más lindo en el mundo que solo las flores. 

Como vino, el muchacho se fue corriendo, y Bokuto no supo cómo ni el porqué, pero algo dentro de él le prometía que no se equivocaba cuando creía que, de seguro, sus caminos volverían a cruzarse otra vez. No hoy, mucho menos mañana, pero quizás, solo quizás, algún día. 
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¿Y? ¿Se dieron cuenta? Quien se haya dado cuenta, es una persona muy culta y la quiero mucho(? Muchas gracias por pasarse a leer ¡Nos vemos en el próximo! ♡
 

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