07. Senbazuru

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Holuuu, les traigo el siguiente capítulo de este rejunte de historias de todo tipo. Este día voy a escribir algo de mi especialidad, las cosas tristes porque es un gusto culposo que tengo(? "Sick Days/Illiness" día número siete y nos estamos acercando al final, no sé qué más hacer xd

Para leer esto, les recomiendo dos canciones que me ayudaron bastante (a hacerme llorar jajsjf) que van bastante bien con el ambiente. Dejo los links más abajo.

https://youtu.be/7Iy72a0Kt0o

https://youtu.be/Ye7BGnlTZmQ

Ya saben, los personajes no son míos, pertenecen a Haruichi Furudate.

Espero les guste porque lo hice con todo el amor del mundo.
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—Koutaro ¿Tú crees en las leyendas?

Las cigarras cantaban afuera aquella noche calurosa, ajenas al silencio sepulcral que reinaba en la habitación. Probablemente los pequeños insectos no eran conscientes de como el carraspear de sus alas ayudaba a aligerar la tensión que el cuerpo entero de Bokuto padecía. Se encontraba clavado a la silla, hipnotizado exactamente en el punto de algún lugar de la habitación que no tenía nada que llamase la atención. Bokuto no podía articular palabra alguna, no emitía sonidos, simplemente escuchaba el ruido de las cigarras del otro lado de la pared y deseaba salir a recibir a la fresca ventisca del verano junto a ellas. De igual forma deseaba que Akaashi saliera junto a él a disfrutar de todo lo que la cálida estación del verano tenía para ofrecer.

Pero Keiji no podía salir.

—Algunas ¿Por qué lo preguntas? —respondió luego de un tiempo prolongado, inmerso en sus pensamientos. Bokuto no podía mirar hacia arriba, Bokuto solo miraba hacia abajo.

Bokuto tenía miedo de mirar hacia arriba y ver algo que no le gustara.

Hace tiempo que Akaashi se había convertido en interno dentro de aquel hospital, la última vez que Koutaro recordaba haberlo visto caminar y fuera de una instalación de salud era tan lejana en su memoria que intentar buscar la fecha exacta significaba un dolor tan agudo en sus entrañas que para nada quería experimentar en ese momento.

Bokuto lo visitaba todos los días, sin falta. Desde que llegaba hasta que se iba, compartían los tiempos juntos y las risas no faltaban dentro de la habitación pintada de un triste color blanco. Sus ánimos eran capaces de opacar la tristeza más grande del mundo si la tenían en frente.

Akaashi siempre había sido para Bokuto como una dulce primavera, llena de colores alegres y aromas refrescantes. Sin embargo, los días pasaban, y con ellos la primavera se convertía en verano, luego en otoño, para morir en un triste y frío invierno.

Keiji se estaba deshojando cada día, lentamente.

Senbazuru —Akaashi recitó una sola palabra, tan tranquilamente como si cantara una canción conocida. Bokuto apenas levantó la mirada y fijo la vista en las manos que se entrelazaban con extrema suavidad, trémulas sobre las sábanas blancas de la camilla. Los ojos de Koutaro no desviaron la mirada de las extremidades faltantes de carne que se cernían a su frente, tan delicadas para él que temía romperlas si llegaba a tocarlas. La piel reseca comenzaba a resquebrajarse y se notaba a simple vista incluso si Keiji se esforzaba por esconderla debajo de su bata de hospital. Su color pálido como un papel le generaba escalofríos involuntarios. —"A aquel que logre construir mil grullas de papel, se le otorgará un deseo de la mano de los dioses."

Keiji siempre había sido un fanático de la lectura. Bokuto aún rememoraba como para uno de sus aniversarios, le regaló un libro que él había estado buscando y buscando sin éxito alguno. Tuvo que recorrer más de setenta Kilómetros por él, pero absolutamente nada de ello le importó cuando vio sobre el semblante de su pareja la emoción y dicha que no sabía expresar por partes iguales y había terminado en llanto desmedido y un día lleno de besos dulces y abrazos empalagosos que no tuvieron fin hasta que se quedaron dormidos pasada la noche.

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