Capitulo 5

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Horacio

Necesitaba despejar mi cabeza. Después de 3 meses siendo Dan... Dan ya no estaba...
Salí del despacho de Conway tras realizar el papeleo del ascenso y aprenderme mis nuevas funciones como subcomisario. Gustabo estaba a mi lado.

G: vamos, Horacio. Te invito un copazo en mi casa, esto tenemos que celebrarlo. Hemos ascendido, ¡vamos a cobrar más! Vas a poder comprarte outfits mas refacheros como te gustan a ti. Creo que va a venir papu también.

Estabamos los dos en el hall de comisaria. Conway y Michelle se habían ido, al igual que Volkov.

H: luego voy, quiero recoger cosas de las taquillas, y necesito algo de tiempo a solas.

G: te estaré esperando, beibi.

Me dio una palmada en el hombro, salió de servicio y se fue.
Suspiré profundamente. Necesitaba despejar mi cabeza, una ducha fria. Entre a vestuarios y me encontré a Volkov empapado saliendo con solo una toalla enredada en la cadera. Sentí que ahora necesitaba el agua fría más que nunca.
Hablé nervioso, ni recuerdo que dije, pero seguro hice algún chiste de mierda. Corrí hacia la zona de duchas después de que me contestara, pero aun mirándole de reojo.
Cuando me metí bajo el agua senti todo mi cuerpo temblar. Echaba de menos a Volkov, aunque no quería reconocerlo. Echaba de menos ser Horario. Me echaba de menos.
Creo que incluso lloré un poco en la ducha.
No se cuanto tiempo estuve bajo el agua, pero se que fue mucho tiempo.
Me sequé con una toalla como pude y me cambié de ropa. Me puse un pantalón gris, y una camiseta negra y una sudadera igual. Y mis bambas azules. El único color que me arriesgaba a llevar.
Me senté en uno de los bancos y vi mi pasamontañas negro, el que más había utilizado como Dan.
Dan... ya no estaba. Dan había terminado su función: protegerme a mi y al cuerpo.
Dan, quien había actuado verdaderamente como el héroe de la ciudad. Dan había acudido a todos los atracos. Dan había ido hoy al operativo a desmantelar una mafia. Dan había evitado robos de coche, ventas de droga... Dan era el puto héroe. No Horacio. Pero... Horacio es Dan... aunque a Horacio no le reconocieron todos esos meritos... ¿Quién era el héroe?
Dan... Horacio... o, simplemente... ninguno.
No había heroes. Solo habia un hombre haciendo su trabajo.
No habia nada.
Entonces, escuché la puerta abrirse. Era Volkov.

V: ¿hay algún problema, Horacio?

Me levanté rápidamente, quería irme de alli.

H: Ninguno. Estoy bien, comisario. Solo estaba pensando en que todo ha acabado al fin. Ya me voy. Buen servicio.

V: De acuerdo, descanse. Tiene mi numero de teléfono, por si necesita algo.

H: Je... si, claro. Gracias, supongo.

Como si pudiera volver a escribirme con el cómo antes. Como si pudiera confiar en alguien que no confió en mí. Como si todavia me gustara, aunque lo hicera.

Mierda.

Me fui de comisaria tan rápido como pude y fui a casa de Gustabo. Sonaba música. Entré con la llave que me había dado hace tiempo para emergencias y me quede parado frente al salon. No me podía creer lo que estaba viendo... vi a un Conway despreocupado, sin corbata y con la camisa desabrochada hasta la mitad, sonrojado y cantando a pleno pulmón con Gustabo a su lado en calzoncillos bailando con un peluche. Estaban borrachisimos. Y me daban mucha envidia.

C: Horacio, coño, ya era hora.  Vamos bebe con nosotros, Gustabin tiene un whiskey buenisimo.

Le tome la palabra y empecé a beber con ellos. Yo también canté y baile.

Hasta que no pude mas.

Cuando desperté sentia que la cabeza me iba a explotar. Vi a Conway tirado en el sofa y Gustabo abrazado al peluche que habia sido su acompañante esa noche. Quise reirme pero entonces si me iba a reventar todo.
Me levanté y preparé el desayuno para todos, si yo habia amanecido con hambre, ellos también.
Prepare un cafe solo para el super, como a el le gustaba, y dos con leche para Gustabo y para mi.
Abri todos los armarios que pude hasta que encontré donde guardaba las tostadas.
Me tome mi café y escuche vibrar mi telefono. Cuando lo miré vi un mensaje de Volkov, no entendia nada.

V: Imagino que estará borracho, Horacio. Aunque los borrachos siempre digan la verdad, no le tomaré en serio. Por mucha razon que tenga, es algo que mejor deberiamos hablar en persona.

Miré a que venía ese mensaje, y se me cayó la cara al suelo cuando vi el porque me había dicho eso, el mensaje que le puse aquella noche.

H: Volkov, es usted un gilipollas. Sigo esperando una disculpa.

Mierda.

Semper fidelis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora