Capitulo 6

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Volkov

Llegué a casa tarde. Habia muchas denuncias que tramitar y al estar yo solo en comisaría era aun mas pesado. Hacia mucho tiempo que no me encargaba de ese trabajo, siempre habia algún alumno que se encargaba de ello.
Deje las pistoleras en el sofa, y me serví un vodka. Me senté, para pensar en nada y en todo. Habiamos acabado con la mafia más grande de la ciudad, la que secuestraba y ejecutaba policías. La que mató y secuestró a Ivanov. Y Horacio, y con el Gustabo, habían sido una parte muy importante en la operación. Y yo no tenia ni idea. Pensaba que habían abandonado el cuerpo y se habian dedicado a la mala vida como antes de entar. Pensaba que Horacio me habia dejado. Cuando era todo lo contrario. Sentia rabia. Y estaba agotado. Y mañana madrugaba para ponerme al mando en la comisaria en ausencia de Conway.

Me acabé la copa y me dirigí a mi habitación. Me desvestí y caí en la cama para dormirme apenas mi cuerpo tocó las sabanas.

Un zumbido molesto me despertó. Cuando abrí los ojos vi la pantalla de mi teléfono brillar en la mesilla. Miré el reloj. ¿Quién seria a las 6 y media de la mañana? Joder solo me quedaba una hora para ir a trabajar. Lo bloqueé y me di la vuelta para aprovechar el rato que me quedaba. Contestaría por la mañana.

Me levanté y desayuné después de asearme, no tenia ganas de ir a trabajar, pero es lo que tocaba. Conway confiaba en mi. Mire el teléfono y vi un mensaje que me heló la sangre:

H: Volkov, es usted un gilipollas. Sigo esperando una disculpa.

Tenía razón y debía darsela. Soy un gilipollas y merecía una disculpa.

V: Imagino que estará borracho, Horacio. Aunque los borrachos siempre digan la verdad, no le tomaré en serio. Por mucha razón que tenga, es algo que deberíamos hablar en persona.

Enviar.

Me vestí y fui corriendo a la comisaría. No quería pensar en ese mensaje de Horacio. Tenía razón, le debía una disculpa y un vodka. Pero no me atrevía a dar el paso. No quería parecer débil , blando... aunque era Horacio... el no me iba a juzgar...

Entré en servicio tan pronto como llegue a la comisaría. Allí me esperaba Greco y algunos agentes más.

Fue un día calmado, la verdad. Varios códigos 3, y algún robo de vehiculos, o ventas de drogas... nada especial.
Greco me sugirió ir a Federal a interrogar al calavera y el resto de la mafia, pero dije que no teníamos permiso, ya que debía estar el super presente y Gustabo y Horacio para confirmar o desmentir los testimonios.

Tras un par de horas de servicio decidí reunir a la malla para informarles de lo acontecido y de las identidades de Fred y Dan. Estábamos todos en el despacho de Conway cuando empecé a hablar.

V: Bien, agentes, como sabéis ayer realizamos con éxito un operativo para desmontar la mafia mas grande de la ciudad: El Sistema. El cabecilla de esta banda era el calavera, el cual, junto con sus hombres están en prisión federal preventiva hasta que se realicen los interrogatorios y procesos posteriores pertinentes. Debo agradeceros de parte de toda la cúpula del CNP, y personalmente, vuestra colaboración ayer en la misión. Al fin hemos podido vengar las muertes de los compañeros caídos. El informe sobre el operativo de ayer esta disponible para toda la malla bajo supervisión de un subcomisario o un superior, ¿ha quedado claro?

Habló Moussa.

M: Pero, comisario, actualmente no hay ningún subcomisario en la malla, deberían ser ustedes y el superintendente los que autoricen su visualizacion.

V: 10-5, oficial.  Actualmente hay dos subcomisarios en la malla. No se si conocieron a los subinspectores Fred y Dan. Bien, pues ellos estuvieron infiltrados en la mafia y gracias a la información que recabaron y su conocimiento del funcionamiento del Sistema pudimos montar el operativo de ayer, por lo que fueron ascendidos. Por cierto, Fred y Dan eran nombres falsos que usaron nuestros dos agente para no estar relacionados con el CNP. El verdadero nombre de estos agentes son Gustabo García y Horacio Pérez.

Al mencionar el nombre de Horacio sentí un escalofrío por toda la espalda. Tras un par de aclaraciones más, dimos por finalizada la reunión. Fue entonces cuando un mensaje llegó a mi teléfono móvil. Me quedé helado al verlo. De sorpresa y de alegría al mismo tiempo. Era Horacio.

H: Tiene usted razón en dos cosas, es algo que deberíamos hablar en persona. Y mi comportamiento no ha sido apropiado, lo lamento y le pido perdón. ¿Ve? No es tan dificil.

Tragué saliva y le contesté nervioso.

V: aún le debo un vodka, ¿quiere venir a mi casa esta noche?

Semper fidelis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora