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Al salir del hospital, Jungkook rompió el incómodo silencio que los envolvía una vez más.

—Tenemos que hablar con tranquilidad, Jimin. ¿Quieres que vayamos a tu casa?

—Será mejor que no, comparto el piso con dos chicas y es posible que alguna se encuentre allí en este momento.

—Entonces iremos a la mía.

—¿Hoy no trabajas? Me extraña que no tengas que ir un martes a la oficina.

—Hay cosas más importantes que el trabajo —afirmó Jungkook, rotundo.

Jimin lo miró incrédulo.

—Nunca pensé que te oiría decir algo parecido, Kook.

—Quizá no me conoces tan bien como crees —comentó él mirándolo muy serio.

—Quizá... —contestó Jimin en un susurro.

Cuando llegaron a su casa, Jungkook se ofreció a preparar algo rápido para comer.

—Me encantaría. Como de costumbre, estoy hambriento —Jimin lo acompañó a la cocina—. ¿En qué puedo ayudarte?

—No hace falta que hagas nada, siéntate en el salón y ahora lo llevaré todo para allá —Jungkook ya estaba abriendo y cerrando cajones y sacando cosas de la nevera.

—Kook, no me gusta que me trates como a un inválido, soy perfectamente capaz de preparar una ensalada o lo que me digas —una vez más, las mejillas de Jimin se sonrojaron por la indignación.

—Parece que el embarazo te ha vuelto muy susceptible —se burló él con una sonrisa maliciosa en los labios.

—Solo porque quiero ayudarte no tienes que... —sin dejarlo acabar la frase, Jungkook lo cogió en brazos y, a pesar de las protestas de Jimin, lo llevó hasta el salón y lo depositó con delicadeza sobre uno de los sillones.

—Espero que mañana te duelan terriblemente las lumbares por cargar con todo este peso —le deseó Jimin con una mirada malvada y Jungkook no pudo evitar soltar una carcajada; la cercanía de Jimin siempre le hacía sentirse tremendamente vivo.

Al joven le dio rabia encontrarlo tan atractivo, así que apartó la mirada de esa sonrisa deslumbrante que lo volvía completamente idiota, cogió una de las revistas de economía que había encima de la mesa y comenzó a hojearla como si le pareciera de lo más interesante.

Al rato, Jungkook estaba de vuelta con un abundante tentempié. Durante la comida, Jimin se olvidó de su enojo y charlaron con la animación que solían, como si esos cinco meses de separación no hubieran existido nunca. Mientras lo miraba reír tras escuchar uno de sus comentarios, Jungkook se preguntó cómo había podido soportar pasar tanto tiempo sin verlo. El hermoso rostro de Jimin resplandecía al hablar con él y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no abalanzarse sobre el, y besarlo, una y otra vez, hasta que por fin el joven se rindiera y aceptara ser suyo para siempre.

Cuando terminaron de comer, su vecino le prohibió terminantemente que lo ayudara a recoger y lo llevó todo a la cocina. Al regresar al salón vio que Jimin había salido a la terraza. Sin hacer ruido, se acercó a el, contemplándolo hechizado; el joven permanecía en pie, mirando el horizonte repleto de rascacielos, con ambas manos reposando sobre su vientre y una expresión soñadora en su rostro que lo fascinó.

Algo más que vecinos •kookmin• AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora