-Capítulo II-

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Ya se acercaba el momento. Eran las nueve y cincuenta y Haru continuaba sumergido en la inconsciencia como un felino bañado por el sol de la tarde. Daisuke se tomó el tiempo de alistar sus vestuarios, practicar su forma de hablar y repasar su falsa carrera artística por si alguien preguntaba. Creyó que sería buena idea despertarlo para que haga lo mismo, pero conociéndolo, de seguro ya se había encargado de compenetrarse apropiadamente con su papel antes de acceder a meterse en un ámbito tan peligroso.

-HEUSC, dime la presente actividad de la policía de Fukuoka involucrada en el caso.-

-Están colocando los equipos de vigilancia frente al edificio del evento y preparándose con armas y chalecos en caso de tener que intervenir por presentarse una contienda. Todo estará listo a las doce y veintiocho aproximadamente.-

Era de conocimiento general que los delincuentes estarían armados y listos para erradicar a cualquier intruso que se dejara en evidencia, pero a Daisuke eso lo tenía sin cuidado. La misión saldría bien y nada le pasaría a Haru.

-*No permitiré que nada malo le pase.*-

Sorpresivamente, no pudo contabilizar la cantidad de veces que había sobrepuesto la salud de su colega por encima de la misión o de cualquier otra cosa. Volvió a mirar el lecho y aquel había estirado una pierna y doblado la otra. Era bellísimo. La postura delineaba bien cada contorno de su espalda y de sus largas piernas. El millonario se desajustó apenas la corbata y decidió que era buena idea bañarse antes de que el horario los acorrale. De paso, le permitiría a su compañero dormir un poco más.

A las diez y cuarto Haru despertó como si su alarma interior vibrara. Para entonces, Kambe estaba bañado, vestido y perfumándose con un frasco de vidrio que, basándose únicamente por el diseño, Kato pudo adivinar que debía costar más que un corazón en el mercado negro. Bostezó en silencio y curioseó su reloj de pulsera, sentándose.

-¡Oi, Kambe! Faltan menos de tres horas. ¿Por qué me dejaste dormir tanto?-

-Parecía que lo necesitabas.-

El mayor giró el cuello hacia un lado y hacia el otro para descontracturarlo y los crujientes sonidos rebotaron en las paredes. Se tomó un instante para despabilarse y observar a su compañero de reojo. De verdad parecía una celebridad. Su ropa estaba el doble de cuidada y su cabello negro apenas recogido le dio un aspecto más juvenil. Sin lugar a dudas pasaría por alguien con influencias y odiaba admitirlo, pero ir de encubierto a lugares peligrosos con Kambe a veces era relajante porque no tenía que aparentar tener poder, lo tenía y podía presumir de él. Sabía que no cualquiera elegiría meterse con ellos y a veces eso decantaba en resolver los casos mucho más rápido.

-Creo que mejor me disfrazo de hippie.- Rompió el silencio de repente.

-¿Qué?-

-Aunque me ponga el mejor traje de la industria, voy a quedar opacado a tu lado.-

Lo dijo con un tono de chiste y sin ninguna intención más que crear un ambiente divertido, pero Daisuke sintió aumentar la presión de la sangre en sus venas, claro que sin demostrarlo. La inexpresividad de su rostro solía dejar a Haru con ganas de más.

-Creo que sabes que te ves bien de traje pero quieres que te lo diga.- Sonrió Kambe.

-¿Qué?- Devolvió la sonrisa. -Supérate a ti mismo. ¿Ya cenaste?-

-Sí, hace diez minutos. Pedí servicio a la habitación.-

-Oh.-

-Pedí para ti también. Come antes de irnos.- Apuntó un plato de Kambe Noodles™ tamaño grande y las pupilas de Haru se agrandaron.

Deseo encubierto - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora