-Capítulo VII-

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El brillo lunar se desparramaba sobre ambos a través del polvoso cristal y la brisa se oía golpear contra el mismo como si exigiera estadía. Cada vez estaba más nublado.

-Gracias por seguirme el juego.- Susurró Haru de repente, mirando hacia afuera.

-¿Alguna vez fumaste hierba?-

-No en realidad. ¿Tú?-

-Una vez.-

-¿Y?-

-Prefiero los habanos.-

-Me lo esperaba.- Realizó una bellísima mueca.

-Estás muy sonriente.-

-Estoy contento.- Mantuvo el bajo volumen de su voz. -En minutos la policía entrará armada y esto habrá acabado. Los atraparemos con las manos en la masa. Ojalá pudiera explicar la tranquilidad que me da saber que esta gente irá a la cárcel.-

El millonario adoró la imagen de Haru feliz y hasta pensó en tomarle fotos.

-Es obvio.- Escupió una nube de humo. -Debería haber esperado eso de ti, también.-

Algunas personas pasaron a su lado y tuvieron que guardar silencio. Pasados varios minutos, Kato volvió a mirar su muñeca cuestionando las agujas del reloj. Habían pasado nueve minutos desde que lograron separarse de los secuestradores y optaron por ocultarse el tiempo que pudieran. Ya estaban apareciendo las primeras personas en venta, algunas atadas y otras no. Eran jovencitas aterradas y niños llorones. Haru tuvo que apartar la mirada para imponerse ante sus fervientes ganas de hacerles saber que todo estaría bien. Pasaron diez minutos, luego quince y veinte más y de repente la robótica voz de HEUSC vibró al oído de Daisuke.

-Señor, la policía está lista para entrar en cinco minutos.-

-Van a entrar en cinco minutos.- Informó a su compañero.

Los orbes doradas de Kato resplandecieron de tranquilidad y una buena tanda de aire salió despedida de su boca. Parecía haberse liberado de una piedra de cien kilos.

-Qué bueno.-

-¡Haku!- Gritó la voz horrenda de Irezumi, haciendo a Haru temblar de la cabeza a los pies. -¡¿En dónde diablos estabas?! Te dijimos que volvieras rápido.-

Daisuke apenas podía soportar la idea de que el tipo quisiera tocarlo sin ambicionar demostrarle sus habilidades de boxeo y que se atreva a gritarle fue suficiente. Se acercó con intención de dar un único golpe que lo deje noqueado, pero antes de que pudiera intentarlo, Haru verificó nuevamente su reloj. Faltaban tres minutos.

-Está bien. Tienes razón.- Le rodeó el ancho cuello con ambos brazos y las defensas del mafioso se aflojaron, hipnotizado por sus ojos. -Lo siento, no te enojes.-

-Eso, bebé. Así me gusta.- Las palmas de sus manos aplastaron las nalgas y Haru aprovechó su guardia baja para disparar un rodillazo en el punto débil de su estómago.

El cuerpo de Kambe se petrificó al verlo. El golpe fue tan certero que el objetivo cayó al suelo inconsciente. Había aprendido bien del judo a concentrar toda su fuerza en un solo movimiento implacable y ejecutarlo sobre un único punto.

-Maldito cerdo asqueroso.- Articuló al cuerpo antes de mirar a Kambe. -¿Qué?-

-Nada.-

-Vámonos antes de que esto sea un caos.- Dictaminó al ver que algunos invitados habían comenzado a rodear a Irezumi, creyendo que había caído borracho.

-Señor.- Habló HEUSC. -La policía exige que salgan de la residencia para garantizar su seguridad y entrar sin reservas en caso de tener que disparar.-

Deseo encubierto - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora