El comienzo

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 Capítulo 1

Unos golpes provenientes del techo me despertaron. No eran ni las 7 de la mañana y ese mocoso del piso de arriba ya estaba brincando por toda la casa. El sonido seco de sus pasos se oían por el techo de toda mi habitación. Supuse que estaba despertando a su hermosa hermana ya que su habitación coincidía con la mía.

 
  Ada. Que bella es. Ella ha logrado captar mi atención en todos los sentidos. Su rostro, su dulce rostro siempre con un semblante serio y aun así de ella manaba alegría. Sus ojos, esos ojos tan verdes que a su vez tiene miel en el centro parecen de un felino exótico. Esa boca que he querido besar tantas veces y meterle mi p...

  —Joder— maldecí sentándome en la cama, había caído polvo del techo y me cayó justo en el ojo. Un día de estos voy a matar a ese niño.

  Me levanté y me dirigí al cuarto de baño para enjuagarme ese ojo y lo que conseguí fue irritarlo y que llorara más.

  Frustrado salí del cuarto en dirección a la pequeña cocina. Mi madre preparaba el desalluno todavía medio dormida. Giró a verme cuando sintió mis pasos y me miró asustada.

  —Ian, ¿qué te pasó en ese ojo?— caminó hacia mi y me agaché un poco para quedar a su altura— Está rojo pero no tienes nada adentro, ¿ ya te hechaste agua?

  — Si mamá, fue el cabrón del niño de arriba, algún día se va encontrar cianuro en la leche del desalluno— dije limpiando una lágrima que rodaba por mi mejilla — Hablando de desalluno, tengo hambre.

  Sobándome el abdomen me senté en la pequña mesa de la sala-comedor esperando a que mi madre me trajera el desalluno.

 
—Deberías descargar esa rabia en otra cosa, te estas volviendo agresivo Ian Woods — dijo mientras me traía un plato de tostadas con jalea de fresa.

  —¿ Cómo qué? ¿Volver a dibujar?— pregunté con la boca llena a lo que mi madre me vió con cara de asco.

  — Si, deberías intentarlo, eres bueno en eso.

  Lo pensé por un momento, no sería mala idea, así tendría muchas fotos de Ada con todas sus expresiones y gestos, también podría hacer algunas imaginándomela desnuda y sonrojada. Sacudí mis pensamientos de adolescente con las hormonas a tope para evitar erecciones no deseadas en este momento.

  — ¿Dónde está mi cuaderno de dibujo?— pergunté a mi madre que había vuelto a la cocina.

  — Debajo de tu colchón— respondió medio gritando aunque desde donde estaba podía oírla perfectamente. Ya buscaría el cuaderno a la tarde.

  Luego de comer volví a mi habitación a prepararme para ir  a la recidencia de ancianos para jóvenes que llaman escuela. Me puse mi playera preferida de Green day y unos jeans que mi madre dijo que me los volviera a poner, porque según ella no estaban sucios. Aveces pienso que ella es más vaga que yo. Mis converse perfectamente blancas y ya estaba listo. Eso hasta que me miré en el espejo y vi mi pelo rubio lleno de polvo blanco, ese niño morirá.

  Sacudí mi cabello pasándole en movimientos rápidos la mano y acabé todo despeinado. Con mis dedos lo peiné para que luciera lo suficientemente despeinado para estar atractivo y lo suficientemente peinado para parecer una persona decente y ordenada, me gusta cuidar mi apariencia. Cepillé mis dientes y me colgué la mochila al hombro.

  
  Antes de salir por la puerta principal tomé una manzana verde sin ninguna mancha o magulladura que la hiciera ver de otro color. La guardé en un bolsillo que había dejado especialmente para que no se estropeara por el camino.

  —¡ Mamá, ya me voy¡ —le grité a mi madre para que me oyera desde donde estuviese.


  — ¡No llegues tarde!— gritó ella en respuesta.

 
  Salí cerrando bien la puerta que siempre tenía problemas para ponerle llave. Justo cuando iba a bajar por las escaleras escuche pasos apresurados desde arriba.

  Por favor que sea Ada. Por favor que sea Ada. Por favor que sea...  Mierda, era su madre con su engendro del demonio.

  — Buenos dias— la escuché decirme.

  — Umju— respondí y sin siquiera girarme a verla bajé a paso rápido la escalera. Para cuando llegué al recibidor ella estaba bastante lejos por lo que dí mis llaves al portero junto con una nota que decía lo cuidadoso que debía ser si iba a visitar a mi madre en la noche. Había aceptado que él fuese el amante de mi madre y a cambio me hacía favores, cualquier tipo de favores.

  — Que tenga buen día Sr. Woods. — dijo con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que lo que le acababa de dar sería su salvación esta noche.

  Salí del edificio sin molestarme en responderle y me encaminé hacia las 8 horas mas mal gastadas de todo el día, simulando que estoy aprendiendo lo que me enseñan cuando en realidad ya me lo sé.

  Cerré mis ojos concentrándome en el único escape que tenía para sentirme feliz: Ada. Su perfección me deslumbraba, tan bella, tan sencilla, tan sensual. Su voz tan suave y dulce. ¿Cómo se oirá mi nombre en su voz?

  —¡Ian!

  Se oye tan bien, tan real quiero sentirlo otra vez.

  —¡Ian Woods!

  Joder aún mejor, pudiera oir mi nombre de su voz todo un día sin cansarme.

  —¡Ian! ¡Espera! — esto ya no es producto de mi imaginación en realidad si me está llamando— ¡Joder, para de caminar!

  Hice lo que me pidió y me gire lentamente hasta verla correr hacia mi, llegó en unas cuantas zancadas y reposó sus manos en las rodillas para coger algo de aliento. En esa posición su blusa caía y desde mi altura podia ver a la perfección sus grandes pechos sin sostén, enseguida sentí como la sangre llegaba a mis mejillas y a la vez elevaba mi miembro lo que permitian los jeans, rápidamente coloqué mis manos en los bolsillos para disimular un poco.

  — ¿Si las tienes tan grandes por qué no usas sostén?— mascullé entre dientes esperando que no me oyera.

 
  —¡Que rápido caminas! Te vengo siguiendo desde que saliste del edificio— me dijo aún con la respiración entrecortada— ¿Te puedo acompañar a la escuela? —preguntó a la vez que se reponía.

  Este va a ser el mejor día de mi vida.


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⏰ Última actualización: Sep 23, 2020 ⏰

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