Capitulo cuatro

18 2 0
                                    

Mmm- murmura y lo miro, esperando a que continúe, pero no lo hace. Frunzo el ceño y suspiro. ¿Qué le pasa? Aprieto la mandíbula enojada y suelto un bufido 

¿Entonces?- me mira de reojo y clava la vista a la mesa. Me muerdo la lengua, literalmente, para no decir nada grosero y tomo mi caramel macchiato. 

Normal. Reformas buenas y malas.-dice y levanto una ceja, aún estoy enfadada. Se me queda mirando, esperando a que diga algo pero no lo hago.- ¿Acá que tal? 

No nos quejamos- no entiendo por qué estoy tan enojada. Supongo que porque no estoy acostumbrada a que los chicos me ignoren de esa manera. No porque me crea linda, aunque soy consciente de que tengo buen cuerpo, soy una chica común. Tengo unos enromes ojos negros, tan oscuros que de noche si me miran con rapidez suelen pasar de desapercibidos. Un labio inferior y superior gruesos, cachetes justos y una nariz ensanchada en la punta pero no tanto. Es como si mi rostro estuviera en la fina línea de lindo y feo. Todo esta en el medio. Mi cabello negro me cae hasta la mitad de mi espalda y es super lacio.

Linda remera- su áspera voz me saca de mis pensamientos e intento suprimir una sonrisa. Lo miro con cautela, esperando a que ataque en cualquier momento.

Gracias- finalmente sonrío y el aparta la vista. Miro en dirección a Marco y Abri, ambos están sentados hablando muy cómodamente. 

¿Fumas?- pregunto y me mira frunciendo el ceño. Nos quedamos así unos segundos. Se que me está evaluando pero no entiendo por qué.- cigarrillos.- sonríe como supuse que seria su sonrisa natural. No la torcida.

Sí- 

¿Vamos a afuera?- aparto la vista, porque parece que mi comentario tiene doble sentido. No responde. Mi estómago se aprieta y me muerdo el labio nerviosa. 

Vamos- se para y les dice en italiano al resto que vamos a fumar. Sonrío como una idiota al darme cuenta que toda nuestra conversación fue en español. Un chico rubio, del tamaño de la torre de pizza se levanta y nos sigue. Es el arquero del equipo. 

Bajamos las escaleras con rapidez y salimos casi atropellandonos. Cada uno saca un cigarro y lo enciende. Le doy una larga calada y suspiro del alivio. Cuando estoy nerviosa, me dan muchísimas ganas de fumar. 

¿Ana no?- pregunta el rubio y asiento- yo soy Pietro. 

Anabella- digo. Como si Ana no fuera digna de él. No me gusta que me llamen por mi nombre completo, pero soy de las personas que valoran mucho sus apodos. Y sólo mis amigos me llaman Ana. O eso pretendo. 

¿Vas con Abrielle?- aparto la vista para no reirme y escucho que el argentino intenta reprimir la risa. 

Sí- lo miro- vamos al mismo colegio. 

Claro, eso ya lo sé. Pero no sabía si al mismo curso que ella- sonrío con amabilidad porque me da pena. 

Si, ambas vamos a quinto- hago una pausa- casi sexto. 

Las vacaciones y ya estamos en el ultimo año-dice Pietro y sonrío. 

¿Hasta cuándo te quedas?- pregunto ya mirando al argentino. 

Todo el año que viene- me mira esperando algo. ¿Pero qué? Asiento y nos quedamos en silencio. 

¿Cómo te llamas?- le pregunta Pietro.

Federico- su voz me hace estremecer, pero sólo a veces. 

¿Te gusta el rock eh?- sonrío con complicidad y él se limita a mirarme. 

Como a vos- "vos". Gracias a Federico, me di cuenta que extraño muchísimo a mi país de origen. 

Nacional e internacional- digo todavía sonriendo. 

Solo nacional- dice él y Pietro se aclara la garganta. 

Sepan que yo no les entiendo nada si hablan en español- me echo a reír- ¿Ana, eres de Argentina? 

Sí, nací allá- 

Vaya, ¿y por qué te viniste para acá?- pregunta y ambos me miran curiosos. 

Negocios de mi padre- asiente y nos quedamos fumando en silencio.

¿Vas a volver para alla?- pregunta Federico en un italiano mezcla español. 

Algun dia.- tiro el cigarro al tacho y me limpio las manos en mi jean- no se cuando. Pero en algun momento. 

El argentino me mira detenidamente y me estremezco. Nuevamente esa mirada, como si me estuviera rompiendo. No. Como si el estuviera roto, como si dejara caer el muro que construyo y me permita verlo como es. Dolido. ¿Que le habra pasado? 

Sin miedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora