Capitulo siete:

7 0 0
                                    

Capitulo siete:

El ruido es insoportable, me está quemando la cabeza. ¡Que alguien apague ese sonido horroroso! Busco a tientas mi almohada y tapo mi rostro. El sonido es chillón, y suena como una alarma. ¿Por qué escucho una alarma?

¡El colegio!

Me incorporo con rapidez y recuerdo que me emborrache, así que un mareo vuelve a voltearme contra la cama. Miro el reloj: siete y dos minutos de la mañana. ¡Voy a llegar tarde! ¡El colectivo pasa en trece minutos! Me levanto de un salto y hago caso omiso a la resaca que está partiendo mi cabeza. Apesto a alcohol y cigarrillos, quiero ducharme, mierda. Me pongo el asqueroso uniforme escolar que odio. Estúpida ropa, horrible. ¿Mencione que la odio? Me maquillo, porque luzco como un mapache y casi me tiro encima el frasco de perfume. Suelto unos mechones de mi ex flequillo y me hago un moño. Sonrío ante el espejo, esperanzada de haber mejorado algo. Siete y diez minutos. ¡En tres minutos! ¡Mierda, mierda, mierda! Busco la mochila y salgo corriendo a la cocina en busca de algo para comer en el camino, y plata.

-Buenos días Anabella- dice una voz masculina y me petrifico. Oh por dios. Lo había olvidado. Luca, MI MALDITO JEFE, estaba en mi casa, con solo pantalones puestos.- El desayuno está listo, ¿entras a las y 45 no? Yo te llevo en auto.

-Hola- murmuro y asiento. Me hizo el desayuno, no es mala señal. No puede despedirme.- Gracias.

-¿Cómo amaneciste?- sonrío forzada.

-Con resaca- se ríe y niega con la cabeza. Se lo ve muy cómodo en mi casa, casi como si fuera suya. Pero yo no puedo relajarme, es decir, ¡TUVE SEXO CON MI JEFE! ¿COMO PODRIA RELAJARME? Encima, me emborraché. Debe pensar que soy un desastre de persona, un asco, desperdicio de la raza humana.

-Encontré un “Alical”- me tiende el café con leche y una pastilla pequeña- para la resaca.

Este hombre está loco. ¿Cómo puede estar siendo amable?

-Gracias Luca- sonrío un poco más relajada y me tomo de un trago la pastilla. Comenzamos a desayunar con ferocidad, porque el sexo da hambre, ni que hicieras pesas. Bueno, excepto los hombres que tienen que aguantar nuestro peso al estar arriba y todo eso. Lo miro con curiosidad, intentando recordar todos los sucesos de la noche anterior. Me acuerdo de estar en casa, comiendo y bebiendo. Luego los besos y el fuego en mi interior. Nosotros en la cama. Sólo fragmentos, como flashes, pero nada concreto. ¡Estúpido alcohol! De todas formas, no me arrepiento, porque tuve un momento feliz.

-Te ves bien con uniforme- comienzo a toser. Este hombre definitivamente está loco. ¿Yo linda en las mañanas? ¿Con uniforme, cara de dormida, con resaca y mal olor? Debe ser una broma. Suelto una carcajada y me mira ofendido.

-Lo siento, es que- hago una pausa- gracias.

-¿Vamos? Son las y media- dice sonriente y asiento, metiendo el ultimo bocado de media luna en mi boca. Salgo corriendo a buscar dinero y salimos. El silencio en el auto no es incómodo, para nada.

-Em- carraspeo- No quiero ofender pero…¿usamos protección?

-Por supuesto Ana- contesta riendo y me relajo- ¿Necesitas que te recuerde todo lo que te hice?

¿Qué? ¿QUE? ¿Q U E? Siento que el calor me invade las mejillas y escucho su risa divertida.

-Puedo comenzar por cómo tocaba tus pechos, o como me tocabas a mi- suspira, espero que con alegría y no aburrido- o la forma en que te retorcidas…

-¡Ya basta!- digo riendo y él también se ríe- No necesito que me recuerdes nada, gracias.

-Bueno, tranquila- seguimos riendo. Finalmente, llegamos a la entrada del colegio y una chispa de alegría me hace sonreír. Que me deje justo en frente dice cosas buenas de él, no le da vergüenza que nos vean juntos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 22, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sin miedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora