Tres

37 4 0
                                    

Toda una semana había pasado ya desde la aparición del nuevo recluta, Jesse estaba un tanto alterado por ese hecho pues su padre le había advertido que saldrían a una misión el próximo mes y lo preocupante no era averiguar si el japonés lo recordaba, lo importante era congeniar con él el más tiempo posible pues era importante para la misión.

¡¿Pero cómo?! Tanto Hanzo como él mismo evitaban cualquier tipo de interacción lo más que fuera posible, ¿La razón? Jesse no se sentía capaz de verle a la cara después de haberlo dejado sin más al cumplir sus 18. Le había prometido volver pero nunca tuvo la oportunidad y poco a poco el recuerdo de ese hermoso primer amor se había quedado en el olvido.

Tan buena, o tal vez mala era su suerte al haberle puesto a ese mismo japonés frente a él una vez más, aunque Jesse en realidad no sabía si sería correcto aprovecharla...

Esa calurosa tarde se dirigía hacia la habitación de su muy amado arquero, necesitaba hablar con él sobre pasar más tiempo juntos y con suerte aclarar sus sentimientos, escuchó de su mejor amigo que a esta precisa hora Hanzo se encontraba en su cuarto descansando del calor, le causaba incomodidad saber que Genji se sabía por completo el horario de su hermano pero decidió dejarlo de lado para no torturar más a su cabeza.

Una vez frente a su puerta respiró hondo y cerró los ojos, necesitaba unos minutos para preparase mentalmente... Tomando el suficiente valor decidió de una vez por todas tocar la puerta.

Tuvo que esperar a lo mucho un minuto hasta que el arquero abrió por fin la puerta.

Hanzo solo lo miró sorprendido, frunció el seño y suspiro pesadamente.

-¿Necesitas algo...?- indagó con una voz que reflejaba una notoria molestia.

Jesse se quedó estático al volver a escuchar su voz y se sonrojó un poco, después comenzó a balbucear cosas sin sentido y terminó por carraspear con fuerza.

-Hanzo... Disculpa si te molesto pero necesitamos hablar... ¿Puedo pasar?- susurró con torpeza el moreno y desvío la mirada hacia el suelo.

El japonés solo volvió a suspirar y asintió lentamente mientras dió un paso hacia atrás para no bloquearle la entrada.

-Gracias...- dijo un poco aliviado y entró a la habitación con la cabeza baja.

Su habitación, a comparación de la de Jesse, se veía bastante amplia, todo estaba tan perfectamente ordenado que parecía que ningún ser humano había vivido ahí durante un tiempo, a pesar de eso se veía tan limpia y desprendía un olor suave a incienso. Se recargó en un pequeño librero pegado a la pared en el centro de la habitación y esperó a que el arquero cerrara la puerta.

-¿Y bien...?- volvió a preguntar el japonés esperando ansioso a que el menor hablara mientras se sentaba al borde su cama.

Jesse respiró hondo y observo detenidamente a su acompañante con una mirada completamente seria.

- Necesitamos convivir más tiempo juntos- soltó sin más y al ver que Hanzo no respondió nada prosiguió- Supongo que el viejo ya te dijo que iremos a una misión como pareja...

-Si ¿Y...?- preguntó molesto el mayor y enarcando una ceja.

-¿Cómo qué "y"?- indagó fastidiado el moreno- ¡es importante conectar y conocer a tu compañero para no terminar con el culo pateado!

Hanzo volvió a fruncir el seño por su expresión y suspiró de nuevo con pesadez, se paró lentamente y abrió la puerta rápidamente.

-Bien, vamos a entrenar...

Jesse lo miró extrañado y salió de la habitación a paso lento.

-Bueno- susurró para sí mismo el vaquero.

¿Predestinados...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora