Capítulo 3 👑

85 10 1
                                    

Shinichi y Kaito eran dos condes amigos de la realeza de Beika.

Pertenecientes a la misma familia, eran primos.

Ambos tenían un aspecto en común para sus cercanos además del parecido físico y su exacta voz, desaparecían sin decir nada por días y horas respectivamente.

Aquel día, Shinichi estaba en el castillo de Beika, intentaba trepar un árbol para resolver un acertijo del robo de algunas especias de la cocina. Ahora tenía tiempo, antes de que su maldición le impidiera hacer más.

—¿Kaito? —una voz femenina lo desconcentró. —¿Kaito?¿Dónde estás? ¿Kaito? ¡¿Kaitonto?!

Shinichi se asomó por debajo del árbol trepado en una rama.

—¿Eh? —la chica exactamente igual a Ran levantó la cabeza para verlo ahí. —¡Ah! —exclamó confundida. —¿Quién eres tú?

Shinichi descendió con torpeza ante la doncella. Mirándola mejor, tenía un cierto aspecto más infantil que la princesa Ran.

—Soy Kudo Shinichi. —se presentó. —Detective.

—Nakamori Aoko. —levantó un poco su sencillo vestido. —Soy la prometida del conde Kuroba Kaito.

—¿Kuroba...? ¿Eres prometida de ese tipo? —balbuceó. —¡La hija del Inspector Nakamori!

—Ah... Sí. —respondió distraída.

—¿Quiere que le muestre el lugar? ¡Lo conozco bien! —le invito el detective. Servía pare investigar por su cuenta.

Aoko cambio su mirada a una esperanzada.

—¡Se lo agradecería!

Y así, Shinichi se llevó a pasear a Aoko. Los dos parecían cada quién en su mundo. Sin embargo, cuando Aoko resbaló con el piso, Shinichi alcanzó a detenerla antes de estamparse con el suelo.

—¡Oye!¡¿Estás bien?! —preguntó con cierta preocupación y molestia.

La castaña, con ojos brillantes y muy agradecida vio fijamente a Shinichi, quién todavía la sostenía.

—¡Estoy bien!¡Gracias! —dió una reverencia alejándose del chico.

Pero ninguno sabía que, cualquiera que viera la situación, entendería que acaban de darse un abrazo.

Para mala suerte de Shinichi, Ran vio todo desde la lejanía.

<< ¡Mujeriego idiota! >> Se exclamó a si misma. Después de pasar por furia e irse a su habitación, Ran entró en un estado de tristeza lleno de suspiros. << ¿Por eso no quería besarme? >>

—¿Princesa? —la llamó esa voz desde su balcón.

Ran lo observó. De elegante traje y sombrero blanco.

No era una mala opción.

Siempre educado. No sabía con certeza por qué, pero nunca faltaba para consolarla o compartir tiempo juntos.

Tal vez, fue ahí, cuando comenzó a interesarse y olvidó a su amado Shinichi desde su aparente indiferencia por ella.

"Me miraste, y en un instante te entregué mi corazón. "

El ladrón de la princesa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora