22

166 13 0
                                    


En cuanto terminó la reunión, Kaname fue hasta la que había sido su oficina y sacó sus cosas, se quedó por unos minutos, quería hablar con Zero, pero a solas.

- ¿Ya terminaste? - Pregunta Zero al ver que Kaname no salía del lugar

- Sí, la oficina es toda tuya - 

Zero avanzó y se acercó hasta uno de los muebles donde reposaba un cuadro con la fotografía de una niña pequeña, la tomó en sus manos.

- Olvidas algo, creo que es importante - dice Zero mirando a Kaname

- Sí, es Seiren -

- Tu hija -

- Sí, una de mis hijos - responde Kaname

- ¿Cuántos hijos tienes con ella? -

- Sólo a Seiren, mis otros hijos los tuve contigo -

- Te equivocas, mis hijos no tienen ninguna relación contigo - responde hostil Zero dejando la fotografía de Seiren en la caja de Kaname 

- Los busque por mucho tiempo. Quiero ver a mis hijos, los necesito -

- No los necesitas, nunca necesitaste de ellos, si hubiera sido así hubieses cuidado de ellos -

- ¡Los alejaste de mí! ¡No es mi culpa! -

- Me arrebataste tres niños sanos, tres niños fuerte, tres niños felices y me devolviste a tres niños temerosos, tres niños con heridas en sus cuerpos y alma. Ellos ya no son tus hijos -

- Claro que sí, yo sigo siendo su padre -

- ¿Padre? Tú no sabes que es ser padre -

- Tú me quitaste la oportunidad de verlos crecer -

- No sabes lo que estás diciendo, ¡Esa mujer los lastimó y tú ni siquiera fuiste capaz de verlo cuando pasaba bajo tu nariz! - Kaname se quedó sin palabras, Zero parecía otra persona - ¡Sabes cómo se siente que tú hija de dos años se escondiera bajo la mesa cada vez que veía una mujer de cabello rubio! O cuando Hana a los nueve años aún mojaba la cama y temblaba cada vez que escuchaba que una taza caía al suelo o si alguien golpeaba accidentalmente una puerta ¡No claro que no lo sabes! No tienes idea que es que tu hijo despierte gritando con pesadillas aunque ya tenía 15 años - Kaname seguía mudó - ¡No tienes derecho a decir que esos tres niños son tus hijos! Son míos y solo míos. Ahora sal de mi oficina -

Kaname salió a toda prisa, Zero estaba alterado cuando Senri se acercó y lo abrazó.

- Tranquilo, todo va a estar bien. No estás solo -

- Gracias, Senri -

Ruka en cuanto salió de la reunión se había ido a casa, estaba furiosa, Zero la había humillado delante de todos. Al llegar su hija seguía en pie y al ver a la mujer corrió a su encuentro, con la mala suerte que tropezó y la cajita de leche que tenía en sus manos fue a parar a su impecable traje celeste.

- ¡Mocosa del demonio! Mira como me has dejado -

- Perdón, mamita no fue con intención - dice la niña asustada al ver la mirada llena de odio de su progenitora

- ¡Deberías estar en tu habitación, te he dicho que cuando vuelvas de la escuela te metas en tu habitación, no me gusta ver tu asqueroso rostro! -

- Perdón, mamá -

Ruka quería descargar su rabia y Seiren estaba a mano, por lo que la tomó del cabello y la levantó, la niña intentaba ponerse de puntillas para que el dolor fuera menor.

- ¡Nunca debí tenerte!¡ Esa maldita inseminación fue un fracaso! - grita la mujer

- ¿Qué? - dice Kaname al escuchar eso y se acerca para que Ruka soltara a la niña - Tranquila, mi amor, papá está aquí -

- Está cría no es tuya, dejala - dice Ruka resignada, Kaname ya había escuchado su secreto

- Voy a llevar a Seiren a la habitación, luego tú y yo hablaremos -

Kaname subió con su hija en los brazos y al cambiar su ropa vio las marcas, a su mente vino el recuerdo de las marcas de Rima, entonces todo era verdad, Ruka había maltratado a sus hijos y ahora hacia lo mismo con Seiren. Siguió quitando la ropa a Seiren y las marcas de quemaduras de cigarro lo horrorizaron, los moretones y los arañazos en la espalda de la niña de tan sólo siete años, eran la prueba gráfica del infierno que vivía día a día la pequeña y que él jamás vió. Una vez que Seiren dormía, Kaname bajo las escalas y se encontró con Ruka, quien bebía una copa tranquilamente en la terraza.

- Ví en cuerpo de Seiren -

- No es tu hija, que más da -

- ¿Cómo que no es mi hija? -

- Lo escuchaste - dice ella encendiendo un cigarrillo

- Seiren es tu hija. Cómo puedas hacerle algo así -

- Yo no la quería, fuiste tú el que se empeño en que nos la quedaramos. Yo quería darla en adopción -

- ¿Y a mis otros hijos también los lastimaste? -

- Hablas como si te importarán esos mugrosos, nunca te importaron o al menos cuando estabas conmigo, jamás te importaron -

- Mamá nunca mintió cuando dijo que golpeabas a Rima. Como pude ser tan estúpido -

- Todo lo que hice fue por ti, por que te amaba, pero tú solamente pensabas en esa horrible versión de cenicienta, nunca me miraste a mí, siempre estuviste pensando en él, en ese hombre que no dudó en dejarte solo -

- Eso no es verdad, yo quería formar un hogar contigo, con mis hijos, pero tú nunca fuiste la mujer que yo necesite, eres egoísta, yo buscaba dulzura, yo buscaba comprensión, yo... Yo... -

- Tú lo buscabas a él en mí -

- Sí, yo buscaba a Zero en ti, pero tú eres diametralmente opuesta a él y ahora que me doy cuenta de ello, ya es tarde -

- ¡Vete! Ve tras ese desgraciado -

- Claro que me iré -

- ¡Pues vete ahora mismo! ¡Fuera de mi vista! - grita Ruka arrojando la copa contra el ventanal destruyéndolo por completo.

Kaname dio media vuelta fue hasta su habitación lleno una maleta con su ropa y la de su hija, luego fue por ella la cubrió con una manta y salió con ella en sus brazos y arrastrando la maleta.

Media hora después Juuri vigilaba el sueño de la pequeña, mientras acariciaba su cabeza, al fin Seiren podía dormir en paz sin la amenaza constante con la que se había criado.

NO SOY CENICIENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora