El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene.
¿Qué es lo que reside en el...
Descripción: Cuando ella está en sus brazos, Osamu siente que todo es posible.
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Son soñadores reprimidos; de los que desean algo con todo su ser pero prefieren callar antes de demostrar su entusiasmo. La clase de personas a la que le brillan las pupilas cuando se menciona lo que los apasiona, reavivando la llama de un anhelo tan instalado en su corazón que la única forma de quitarlo es descoser punto por punto esa ambición de su pecho que late con desenfreno.
No los excitan los cuerpos ajenos, ni las perspectivas para el futuro; porque tienen hambre ─del mundo, de cumplir sus aspiraciones. Y sin embargo, optan por no exhibirse, por fingirse indiferentes del mundo.
Ella con su tímida inocencia producto de la inseguridad, él a causa de la incertidumbre de hallarse lejos de los suyos.
Se conocen en el puesto de comida que enorgullece a Osamu todos los días, pues representa su identidad, su intento de diferenciarse de quienes son su familia. La luz de sus ojos era Onigiri Miya ─nombre que simbolizaba una antítesis tremenda con sus ideales, en un recordatorio constante de que, por mucho que lo quisiera, ellos siempre están presentes en su día, inherentes a su persona como la astucia a los zorros.
Ella avanza con pasos temblorosos al mostrador y habla con su voz empequeñecida por el miedo ─ese que nunca la abandona, como si fuera una lámina que recubre su piel. Suda a mares y siente vergüenza, aunque Osamu no lo sabe en ese momento; porque ha quedado demasiado prendado de la curva de su cuello y la forma que, con delicadeza, se aparta el cabello de la cara.
Y sabe que está frente al amor de su vida, aunque desconoce el motivo de su certeza.
Se llama Michimiya Yui, e igual que el resto, le pide que repita lo que ha dicho. Luego ríe con reparo, como si no quisiera causarle una mala impresión a ese desconocido que no sabe separar las palabras de forma adecuada, y para reafirmar su punto, comenta que tiene un acento muy bonito.
La cobardía no tiene cabida cuando, de espaldas a ella, mete dentro de la bolsa del pedido una nota con su número de teléfono, en un gesto impropio de él.
(Pero los soñadores no se hacen con el tiempo para dudar, pues tienen demasiados castillos que deben ser construidos).
─Espero volvamos a vernos, Michimiya Yui de las Sepak Takraw Player ─se despide él. Ella queda perpleja, ríe de lado y dice que no tiene cara de amante del voleibol femenino.
Y a Osamu se le escapa una carcajada, porque hay un maníaco del voleibol con el que comparte rostro que la haría reconsiderar su espontánea expresión.
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