"Soy una buena chica."
Repetí en mi mente, viendo a la pelirroja enfrente de mí, tenía los ojos celestes brillantes, muy claros, mamá siempre dijo que tuve suerte de heredar sus ojos. Contrastaba con el rojo intenso de mi cabello.
Con el rojo carmesí de mi rostro.
"Soy una buena chica."
Murmuré mientras me despojaba de mi vestido rosa palo, un sencillo vestido que siempre usé. Ese día pesaba por la sangre que absorbió. Su sangre.
"Soy una buena chica."
Esa vez lo dije en voz alta para que suene más real, más creíble. Tenía que creerlo, si yo no lo creía nadie lo haría.
Me metí en la ducha y el agua fría me despertará, hacia que mis músculos dejen de doler, soporté el frío simplemente para dejar de sentir. Baje la mirada hacia abajo, viendo como el drenaje se llenabq de agua sucia, agua rosa, limpiando la sangre de mi rostro, de mi piel.
"Soy una buena chica."
Repetí mirando mis manos, mi piel estaba rosa en los dedos y veía mis uñas manchadas con la sangre. Su sangre.
El recuerdo de mis manos bañadas de escarlata paseando por su pecho, me erizó la piel al ver como chorreaba el líquido espeso de su cuello, esparciéndose por todos lados. No sabía que una persona poseía tanta sangre, pero fue suficiente para manchar el colchón mi ropa, para pasear mis manos por su pecho desnudo y luego por el mío, apretando mis tetas mientras él perdía fuerza.
La sangre escapaba de su cuerpo como agua cascada mientras la mía bombeaba en mi centro, palpitante de forma que me incitaba a moverme más rápido, mi cuerpo quemaba y se arqueaba a cada movimiento, a cada ardiente fricción. Al mismo tiempo que me penetraba con él la vida dejaba sus ojos.
Fue mi último gemido en su nombre.
"Soy una buena chica."
Papá me decía así cada que tenía un mal comportamiento o que hacía una travesura, me inspiraba a ser mejor, ¿Me diría lo mismo si ve el cuerpo sin vida de aquel chico en la cama?
Terminé de bañarme y salí de la ducha, temblando por el agua helada, me seco con una toalla sin atreverme a ver el espejo. Me coloque una remera, era lo único limpio y mire a mi alrededor.
Habia un camino de pies descalzos, un camino sangriento que iba desde el cuarto hasta al baño. Mis pies.
Mordí mi labio sin saber qué hacer. Por inercia busque mi rostro en el espejo.
Y lo que más me aterró es que no vi a una muchacha de ojos celestes claros llorando, con pena en su rostro. Dolor en sus ojos.
No, la mirada de aquella pelirroja era peligrosa, la sonrisa de sus labios terrorífica y el brillo de felicidad en sus ojos no podía ocultarse.
—Soy una buena chica —dije, esa vez segura de mi misma.
Siendo consciente de lo mucho que disfruté cortar la garganta de mi novio.
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Caricias Sangrientas
Gizem / GerilimExisten muchas tonalidades de rojo, casualmente mi cabello tiene la misma tonalidad que la sangre. Un rojo tan oscuro que en la noche se ve negro y tan intenso que la luz lo absorve envolviendote en el. Fue poetico despertar en un charco de sangre...