8.

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El último día se eleva manchando el ambiente hasta la decrepitud. Son azotados por la realidad, saben que se marchará pero no será tan fácil de asimilar. No obstante, disfrutan los segundos juntos y por una vez, el moreno se siente libre desde el latir de su corazón hasta cada centímetro de él. Y es, sorprendentemente, junto a desconocidos que ha conocido en otra vida con otras personalidades y vivencias.

Donde algunos han muerto hasta otros que jamás a conocido, y temeroso recuerda lo dura que será su vuelta. Retornando a un mundo donde nadie le desea de vuelta pero en el que ha tocado vivir. Entonces sí, quizá se sienten ansiosos todos y cada uno de los tripulantes, pero con razón.

—Luffy, ¿puedo preguntarte algo? —una sombra se cierne sobre él e interrumpe sus pensamientos, Usopp.

—Claro —asiente con la cabeza mientras juguetea con el joven doctor, sin embargo la pregunta que llega le paraliza por unos segundos.

—¿Donde estabas antes de estar en aquella isla? —titubea por unos segundos pero no retrocede—. No parecía que vinieras de un buen lugar, quizá podrías...

—Está bien —interrumpe—. Tengo que volver, no estaba en el mejor lugar pero sigue siendo mi hogar.

La inocente mirada del reno se clava en él, intensa e inamovible. El moreno siente su piel estremecerse pero contiene su preocupación y la entierra en sus entrañas.

—¿No te gustaría quedarte y ser un pirata aquí? —susurra en el regazo del mayor—. Con nosotros...

El marine acaricia la cabeza del doctor mientras sonríe con pesar.

—Estoy muy agradecido por vuestra hospitalidad, pero no puedo hacer más que irme —explica pacientemente—. Aquí fui pirata pero en mi mundo elegí ser marine, no puedo arrepentirme ahora.

—Pero... —prosigue el reno—. ¿Estarás bien allí?

Por unos segundos la duda le nubla y trata la cruda verdad.

—Sí, no te preocupes.

Entonces procede a jugar y despistar al doctor del tema principal, aunque la mirada del moreno a su lado se clava en su nuca. Una presencia constante y puntiaguda.
En cierto momento, tras varios minutos de risas descarridas ambos cruzan miradas y a la pregunta es al fin contestada.

—Marineford.

Los ojos del receptor se abren totalmente incrédulo, recordando el acontecimiento de hace dos años.

—¿Qué? —ahoga un sollozo a través de un jadeo—. ¿Cómo? ¿Por qué?

Siente que la tripulación –quiénes habían estado serenos realizando diferentes quehaceres– se acercan con un caminar silencioso, tan imperceptibles como el mar en calma en plena mañana. Tan solo de sienten la solas de inquietud que desbordan cada uno.

—¿Qué ocurre? —cuestiona, inquiriendo en una mirada al espadachín a metros de él.

Existe cierto remordimiento que atormenta en la mirada del mayor y que cada uno de ellos resiente en su interior. Ese cierto sentimiento que teme el moreno descubrir su origen.

¿Cómo personas tan decididas atesoran ese dolor de perdida de manera permanente?

—Él murió allí.

Es, para su sorpresa, el cocinero quien da un paso al frente y explica sus reacciones. No hace falta preguntar quién es "él", pues todos lo saben y todos perdieron una parte de ellos mismos que el moreno puede ver. Así pues, se traga sus palabras y asiente.

Es la ironía del destino que la persona que ellos perdieron muriera en el mismo lugar que él.

—¿Por qué estabas allí, Luffy-san?

De su posición sentada pasa a elevarse sobre sus pies y mirar el océano, mientras resuena la pregunta del músico en su cabeza.

—Por qué nací en un mundo que no me permite nacer, ahora estoy luchando por ello. No sé trata de honor, se trata de la vida. No soy un cobarde, los enfrentaré.

Reina el silencio durante unos largos segundos hasta que cierta navegante extiende su mano

— Entonces, hazlo con nosotros. No tienes que hacerlo solo, ya nos hemos enfrentado al mundo antes. Si es por ti, haríamos cualquier cosa.

Luffy mira atónito. Ve la compostura cambiar en cada uno de ellos; sus semblante tristes y decaídos se han recompuesto en un fiera determinación que entonan sus hombros firmes y postura dispuesta a la batalla.
Entonces ve que son más que una familia, son un ejército. Ejército dispuesto a ir a la guerra por uno de ellos, por él.

Quiere llorar pero no, es el momento de actuar. Su sonrisa se extiende con la misma ferocidad que la de ellos.

—Estáis todos locos.

—Aprendimos del mejor —le devuelve el francotiradores.

Extiende su brazo para tomar la de aquella mujer, estrechan sus manos mientras todos esperan con ansiedad una respuesta. Sus labios se abren en el justo momento en el que su cuerpo desaparece.

Nami ve como él vuelve a irse sin poder hacer nada, por muy fuerte que tomase su mano.

—¡Luffy!

Todos gritan a la infinidad del mar, el canto ahogado del loco sin cordura.

🌻🌻🌻

Bro, he dejado tantas veces esta historia abandonada que he perdido la cuenta.

Si por algún casual alguien lee esto, quiero decir:

No pierdas la fe, siempre termino actualizando.

Salu2, Matt.

Memorias del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora