𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮:𝗖𝗮𝗽𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗹𝗮 𝗯𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿𝗮

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—No las alientes —le advertí a Percy que estaba saludando a las Náyades del lago con Annabeth a su lado

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—No las alientes —le advertí a Percy que estaba saludando a las Náyades del lago con Annabeth a su lado.

—Las Náyades son terribles coqueteando —habló mi amiga.

—Náyades —repitió Percy, me paré a su lado—. Esto es todo. Quiero irme a casa ahora.

—¿No lo entiendes Percy? —preguntó Annabeth frunciendo el ceño—, estás en casa. Este es el único lugar seguro en la tierra para chicos como nosotros.

—¿Te refieres a chicos con problemas mentales?

—Se refiere a no humanos. No completamente. Medio humanos —le expliqué.

—¿Medio humano y medio qué?

—Creo que lo sabes —dijimos ambas.

—Dios —dijo el ojiverde luego de unos segundos de pausa—. Mitad dios.

—Tu padre no está muerto, Percy. Tu padre es un Dios Olímpico —le dijo Annabeth.

—Esto es una locura.

—¿Lo es? —pregunté ahora yo—. ¿Que es lo más común que los dioses hacían en las viejas historias? Corrían a enamorarse de los humanos y tenían hijos con ellos. Tú crees que han cambiado sus hábitos en los últimos milenios?

—Pero eso son solo... —quedó cortado—. Pero si todos los chicos aquí son mitad dioses...

—Semidioses —le corrigió Annie—. Ése es el termino oficial. O mestizos.

—¿Entonces quién es tu papa? —le preguntó a la rubia. Las manos de ellas se apretaron alrededor de la barandilla del muelle, ése era un tema delicado.

—Mi papá es un profesor en West Point, no lo he visto desde que era pequeña. Él enseña historia americana.

—Él es humano.

—¿Qué? ¿Asumes que tiene que ser un hombre Dios que encuentre una mujer humana atractiva? ¿Cuan sexista es eso?

—Entonces ¿quién es tu mamá?

—Cabaña seis —respondió simplemente.

—¿Es decir? —preguntó Percy. Que lento.

—Atenea, Diosa de la Sabiduría y la Estrategia en la Batalla —le respondió enderezándose.

Percy me miró a mi ahora.

—¿Y la tuya?

—Ángel Woods —respondí con una pequeña sonrisa.

—Es humana, entonces tu padre.

—Apolo, Dios del Sol y de la Curación —dije con orgullo.

—¿Y mi papá?

—Por determinar —dijo Annabeth—, como te dijimos antes. Nadie lo sabe.

—Excepto mi madre. Ella sabía.

⇝Stella Woods y los Dioses del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora