Capítulo 5: Quiéreme si te atreves

126 18 71
                                    

- Namjoon-ah... Namjoon-ah...

Hobi seguía zarandeándolo, pero Joon albergaba la pequeña esperanza de que, si seguía fingiendo que dormía unos segundos más, le dejaría en paz. Hasta que, de repente, sintió como unos dedos se clavaban en su costado, provocando que se doblase sobre sí mismo involuntariamente por las cosquillas.

- ¡Joder, hyung! -se quejó con voz ronca ante la risita de Hobi.

- Shhh... No despiertes a los tortolitos -siseó él.

El chico le miró con los ojos entrecerrados sin entender nada y sintiendo de pronto un dolor punzante en la sien y una sed descomunal atravesarle la garganta, parecía que tenía la lengua de esparto. Ante toda respuesta, Hobi señaló a la litera de Doyoung con una sonrisita antes de incorporarse. ¿Cómo era posible que un ser humano se emborrachase de la manera que lo había hecho su amigo la noche anterior y, aun así, se levantara de tan buen humor?

Joon se restregó la cara con ambas manos, intentando espabilarse mientras se levantaba de la cama y entonces los vio: Taeyong y Doyoung estaban echados en la litera, dormidos profundamente, prácticamente pegados el uno al otro y, aunque estaban arropados por las sábanas, sus torsos desnudos quedaban al descubierto.

El joven se llevó una mano a la boca para ocultar su sonrisa ante esa estampa. Tenían como regla general no encender la luz si llegaban tarde para no despertar al resto, así que cuando había llegado unas horas antes, no se había dado cuenta de que Taeyong no estaba en su cama, y mucho menos que estaba en la de Doyoung.

"Ya era hora", le vocalizó a Hobi, que estaba intentando no reírse apoyado en el marco de la puerta. Joon sabía que Taeyong llevaba detrás del chico casi desde que había entrado al equipo, hacía ya como dos meses, y sabía que era solo cuestión de tiempo que acabara cayendo. Todavía le quedaba por conocer un alma capaz de resistirse a los encantos de Lee Taeyong.

- Venga, vístete y nos vamos a desayunar algo -susurró Hobi.

Joon abrió su maleta y cogió lo primero que vio, que resultó ser su chándal amarillo y se dirigió a su amigo todavía medio dormido después de cambiarse y calzarse:

- ¿No deberíamos despertarlos?

- Oh sí, desde luego -le hizo una seña a Joon para que saliera de la habitación con él y, sin mediar palabra, cerró de un portazo.

En la habitación, Doyoung pegó un respingo y se incorporó en la cama como un resorte. Aturdido todavía por el sueño, miró a su lado y descubrió a Taeyong, semidesnudo y profundamente dormido, a escasos centímetros de él. Parpadeó varias veces, confuso, y entonces flashes de la noche anterior le vinieron como un torrente, provocando que se pusiera rojo como un tomate.

De repente, fue consciente de su propia desnudez y miró debajo de las sábanas, para comprobar que, tal y como ya preveía, ninguno de los dos llevaba ropa interior. Tragó saliva y se asomó para ver si estaban Hobi y Joon. No... no estaban...

Dios, qué vergüenza, ¿nos han visto así?

Enterró el rostro en las manos, como si así fuese a controlar el calor que se le estaba acumulando en las mejillas, intentando pensar cómo iba a mirarlos a la cara sin morirse de la vergüenza. Finalmente, se pasó las manos por el pelo y respiró hondo. Solo Taeyong podría haberle llevado a hacer algo así...

Se atrevió a volver a mirarle y se quedó absorto en las facciones del joven, iluminado por los escasos rayos de sol que se colaban a esas horas por la ventana de la habitación. Sin darse cuenta, acabó recostándose de nuevo en ese huequecito que tenía en ese colchón minúsculo para poder contemplarlo mejor. Era tan perfecto que no parecía de este mundo. Eso es lo primero que pensó cuando se lo presentaron y seguía pensándolo.

Film Me NowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora