III. DISCIPLINA

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He tomado la decisión de llevar mi currículo a varios lugares, en busca de conseguir un buen trabajo. Me ha costado una semana para que me llamen a una entrevista y, tras haberla pasado, han pedido que traiga mis documentos. 

—Puedes comenzar mañana mismo. Solo necesito tu certificado de antecedentes penales, ya que su certificado de salud aún está vigente. 

—¿Eso también lo necesitan? 

—Por supuesto. Es un requisito para la empresa. 

—Ya veo. 

—¿Sucede algo? 

—No. 

—¿Puede hacerme entrega del mismo mañana? 

—Claro que si — sonrío nerviosa. 

No sabía que para trabajar también necesitan eso. Luego de las veces que he estado tras las rejas por el idiota de Jensen, no sé si eso se vea reflejado en ese certificado. Paso por el cuartel para pedir un certificado de antecedentes penales, cruzando los dedos de que cuando me hagan entrega del mismo, salga negativo. El Oficial me entrega los papeles y me desmorono. Las seis veces que he estado presa por la culpa de ese imbécil, están detalladamente escritas en el certificado. Creí que tener la disposición de trabajar era suficiente, pero por lo que veo, ya estoy irremediablemente fastidiada, a pesar de haber pasado lo más difícil; la entrevista. 

Regreso a la casa desmotivada, molesta e irritada y, ahí está Jensen, hablando con mi padre como la mayor parte del tiempo. Ese maldito es el culpable de que ahora mismo ni siquiera pueda trabajar. Tras la rabia del momento, tiro los papeles sobre la mesa. 

—¡Por tu culpa ahora no podré conseguir ni un maldito trabajo!

—¿Ahora qué sucede contigo, Megan? — pregunta mi papá.

—Un poco más y haces un libro con esto — le da una ojeada a los papeles y sonríe. 

—¿Qué te causa tanta gracia? ¿Quieres que te tumbe los dientes, idiota? 

—¡Ya cállate, Megan! ¿Cuándo será que vas a aprender a medir tu vocabulario y aprenderás a comportarte? Estoy cansado de tu actitud. 

—Y yo de que defiendas a este cabrón. Por su culpa ahora mismo no podré comenzar a trabajar.  

—¿Mi culpa? — se levanta de la silla, curvando una ceja—. Eres tú la que se ha buscado todo esto. Tienes veintiuno, debes tener claro que todo lo malo que se hace, trae sus consecuencias y debes aceptarlas si te las buscas de gratis. Para ti es divertido estar de fiesta en fiesta todas las noches con tus amigas, abusar del alcohol, entre otras cosas. Ni siquiera tienes el interés de superarte y comportarte como una adulta lo haría. Estás hechando tu vida a perder en esa basura de vida loca que quieres llevar, así que no culpes a los demás por tus errores. 

—¡Eres un hijo de puta!

—Si restregarte la verdad en la cara, me hace ser eso que dices, entonces me considero un gran hijo de puta. 

—Disculpa a esta mocosa, Jensen.

—Unas cuantas nalgadas a tiempo, solucionan este tipo de comportamiento. A esta niña lo que le hace falta es un brutal castigo que le haga reflexionar. ¿No has considerado enviarla a una escuela militar? Te aseguro que en pocas semanas, la tendrás derechita. 

—Deja de estar dándole ideas. Soy mayor de edad, nadie puede obligarme a ir a ninguna parte. 

—Sé que no ha sido fácil para ti, el tener que lidiar con esta niña ignorante. Como también sé que tu amor de padre no permite que seas severo con ella, pero se te ha estado saliendo de las manos y, si no quieres que ella termine con una adicción al alcohol o tras las rejas, es mejor tomar medidas desde ya. Aún estás a tiempo de tomar acción. Tengo un buen amigo trabajando en la escuela militar, si te decides, puedo hablar con él para matricularla. Con este certificado en mano y por su conducta, será aceptada de inmediato, sin importar la edad que tenga — mirándome de reojo y con una sonrisa en sus labios, añade algo más—. Es más, déjame a tu hija dos semanas y personalmente me encargo de disciplinarla. Cuando regrese, tendrás una mansa y educada ovejita. 

Deseo Reprimido [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora