IV. SECRETO

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—Si te atreves a tocarme, voy a denunciarte y esta vez hablo en serio. No creo que mi papá te haya permitido golpearme, él jamás lo haría. 

—¿Sabes por qué él no lo ha hecho? Seamos honestos, él no conoce ni la mitad de las cosas que has estado haciendo en la calle. Has estado consumiendo drogas, fumando marihuana, saliendo con desconocidos, vandalizando las calles, intoxicada en alcohol en cada maldita esquina de la plaza, con una botella en mano, como si eso a ti te llenara de orgullo. No tienes dignidad, ni sentido común. No sales de una para entrar a otra. Dejando que la presión de grupo te lleve al mismísimo abismo, haciendo que no te importe ni tu vida, ni tampoco la de tus padres. Los antecedentes que tienes, son nada, comparado a todo lo que te he visto haciendo. De cierta forma, he patrocinado esto, porque no te he llevado a pagar por lo que haces. He querido darte un sinnúmero de oportunidades para que modifiques tu conducta y endereces tu vida, pero ¿qué has hecho? — se acerca y sigo retrocediendo —. Eres joven y tienes una lista larga de delitos, ¿estás orgullosa de eso? ¿Dónde crees que estarías si yo no estuviera detrás de ti todo el maldito tiempo? Ninguno de mis colegas iba a tener piedad de ti, si te hubiera encontrado cometiendo algún delito de los que ya he presenciado. Estarías presa, si es que no te matan allá dentro las demás confinadas. Traigamos también a colación el suceso de hoy. Si no hubiera llegado a tiempo, lo más probable ahora mismo estarías siendo violada y abandonada en alguna parte, donde si llegábamos a encontrarte, iba a ser por la peste y las moscas que estarían rondando tu cuerpo. ¿Tienes una maldita idea de lo peligroso que fue? ¿Cómo se te ocurre subirte al auto de un desconocido, drogada y borracha? Espero que tu estadía en esta casa, te haga reflexionar de una vez, Megan. Luego de que salgas de aquí, si continúas en esas andanzas de hacer lo que te da la gana, no voy a tener ni un poquito de compasión por ti, al momento de llevarte a la cárcel para que enfrentes a la justicia y asumas las consecuencias de tus actos. 

—Esta vez yo no consumí droga por mi cuenta, fue una amiga quien la puso en mi trago — confieso.

—¿Eso hace alguna diferencia, Megan? Esas son tus mejores amigas, las chicas en quien confías ciegamente, por quienes pagas la mayor parte del tiempo y quienes no dan la cara por ti, cuando más jodida estás — tira el cinturón sobre el sofá—. He tomado dos semanas por enfermedad, así que estaré aquí. Verdaderamente espero que pongas de tu parte, porque como bien te dije, aquí no harás lo que te da la gana — sube a la habitación, sin decir nada más. 

Logro calmar los nervios que tenía al verlo transformado de esa forma. Llegue a pensar que se atrevería a golpearme, pero de un momento a otro, su mirada cambió y se vio más apagada. Estoy consciente de que lo de hoy no debí hacerlo, pero tenía miedo de quedarme en la calle, habiéndome estado sintiendo de aquella manera. Nunca hubiera imaginado que Keyra hubiera hecho eso sin mi consentimiento. 

—El baño está listo. Vete a bañar — avisa, desde las escaleras. 

A decir verdad, no sabía que iban a estar parte de mis cosas en esta casa. Si las trajo, entonces fue verdad de que mi padre le permitió quedarme acá. Luego de darme un delicioso baño, recuesto mi cuerpo en la cama. He dormido dos veces en esta casa, pero sigo sintiendo el mismo nerviosismo de la primera vez. El ligero toque en la puerta, hace que le permita entrar y se me queda viendo por un momento. 

—Tómate esta infusión — no desvía la mirada de mí pijama. 

—¿Por qué haces esto?

—¿Por qué? Porque me gustan las infusiones y sé lo buena que son. 

—Sabes muy bien que no hablo de eso. 

—Descansa. Mañana tienes que madrugar. 

—¿Madrugar?

—Sí, vamos a tener nuestra primera y divertida salida juntos. 

Deseo Reprimido [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora