Capitulo 11

22 5 8
                                    


Celos, son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera propio.

Nunca he sentido celos por alguien en toda mi vida y nunca he pensado que soy dueña de alguien tampoco.

Excepto cuando vi a una niña con una de esas mochilas de Hannah Montana (Estaba en Kínder).

Pero en una relación sea romántica o de amistad nunca los he sentido, hasta hoy.

Cuando la mesera se pasó todo el rato viendo a mi compañero de aventuras en vez de escuchar lo que deseábamos comer.

—Entonces tienes 17, yo tengo 19—dice con una sonrisa coqueta.

FBI te necesitamos aquí.

Aunque a ver hay que ser sinceros aquí, la chica esta buena, tipo, no se a quién debería tenerle celos a él porque ella le está hablando o a ella.

Al final Dylan dio como excusa que debía ir al baño y se fue, incomodo obviamente no le gusta la atención.

Regreso mi vista al menú y ojeo la página de ensaladas (no tengo idea de cómo debería decirle).

—Me darías su número—levantó la mirada con sorpresa.

—Disculpa—ella mira a su alrededor y me sonríe.

—Si me podrías dar el número de tu hermano—hace una pausa viendo al baño y suspira—Es tan bonito.

Hermano.

HERMANO.

Duro un momento sin responder.

Disculpa, pero, acaso parecemos hermanos—pregunto con toda la sinceridad del mundo.

—Eh, parecerse no, pero como se la pasaron la mayor parte del tiempo peleando uno con otro creí eso. Acaso están en una cita, no pretendía interrumpir.

—No, no estamos en una de esas cosas, no te preocupes—sonríe y queda un silencio incomodo—Am, no puedo darte su número ya que no tengo su consentimiento, así que...

—Sí, si no importa.

Más silencio incómodo.

— ¿En lo que él llega puedes traer agua? —asiente y se va a atender otras mesas.

Dylan vuelve del baño y se agarra el pecho respirando fuerte.

—Que estabas haciendo en el baño trotar.

—Se fue?

—Se fue quien?

—La mesera.

—La ves aquí acaso? Claro que se fue.

—Creí que me asesinaría, viste como estaba mirándome.

—No te iba a hacer nada, simplemente le gustaste—se sonroja y vuelve al baño.

Los hombres son estúpidos, porque me gustan.

Luego de intentar comer y tener que ordenar por el salimos del restaurante. Y caminamos hacia casa en silencio.

—Oye pterodáctilo.

—Que.

—Porque cuando otra persona dice que le gustas te pones nervioso y todo eso, pero si soy yo te quedas como si no te hubiese dicho nada.

—Porque tu—énfasis en tu—No lo dices en serio.

—Y quien dice que no—no responde y camina ignorándome—Sabes cómo me di cuenta.

El porqué de tus reglas (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora