Once

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Era el horario de almuerzo y una nerviosa Myoui Mina se dirigía a la cafetería para almorzar con las que probablemente son sus peores enemigas

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Era el horario de almuerzo y una nerviosa Myoui Mina se dirigía a la cafetería para almorzar con las que probablemente son sus peores enemigas.

Al llegar, notó que estaba relativamente vacío y cómo no, si todos los irresponsables de mierda habían faltado al instituto por un par de gotas de lluvia torrencial, un poco de viendo de 180 k/h y uno que otro rayo cayendo.

Nada fuera de lo normal para la japonesa.

Se quedó estancada en la puerta y dio una vista panorámica. Todas las mesas de grupos populares estaban completamente vacías, mientras que los de gente "rara" estaban ocupadas.

¿Cómo no? Si ellos son los responsables.

Otakus por un lado. Frikis por otro. Nerds. Club de canto. Religiosos. Emos. Góticos. Rockeros. Gente con la que Mina no quisiera sentarse aunque le pagaran, ella sí se bañaba.

Siguió mirando hasta que su mirada recayó en la mesa que inconscientemente estaba buscando: La de las Lesbianas... Digo, las de las únicas populares del instituto.

Se armó de valor y se encaminó hacia la mesa, donde la primera en notar su presencia fue Jihyo.

– Hey, pecadora – saludó y Mina se sonrojó fuertemente – Siéntate en...

– En el suelo – siguió Tzuyu y Jihyo le lanzó un pedazo de pan – ¡Hey! ¡El pan es el cuerpo de tu señor, mala monja!

– Calla, jirafa – dijo Dahyun – ¿Qué carajos hace Myoui aquí?

– Sí, ¿vienes a molestar? No eres bienvenida en nuestra mesa – masculló Lia cruzando sus brazos.

– Yo la invité.

Todas se sorprendieron ante la respuesta de Chaeyoung que comía serenamente de su sándwich.

– ¿Te vas a sentar? – preguntó alzando la mirada hacia Mina que la miraba con la boca abierta – ¿Ahora eres tímida? Siéntate donde gustes, aquí nadie va a asesinarte.

– Lo haría si me lo permitieran – murmuró Tzuyu.

– Pero es pecado – dijo Dahyun burlándose.

– ¿Sabes por dónde me paso tu pecado? Por el borde de la con...

– ¡Consentida! – chilló Jihyo avergonzada por el vocabulario de su novia.

– Y bien consentida la tiene, eh – comentó Lia dándole una mirada lasciva a sus amigas.

Mina suspiró y se sentó entre Chaeyoung y Jihyo, no iba a arriesgar a tener a Tzuyu a un lado.

– Es mejor que te muevas de allí – dijo Dahyun – Te lo digo de buena manera, ese es el lugar de Sana.

– Si, si llega a saber...

– Sana no asistió al instituto y ninguna de ustedes le va a decir que Mina estuvo aquí – las cortó Chaeyoung – Este asiento no tiene el nombre de nadie, así les pido que dejen de joder y traten a Mina como una más de nosotras por el día de hoy.

Todas en la mesa se quedaron en silencio sin poder creer lo que la coreana menor había dicho. ¿Desde cuándo tanta amabilidad con la japonesa? Era extraño.

Comieron su almuerzo entre risas, anécdotas y entonces el grupo se dio cuenta que Mina era una persona extremadamente calmada, poco habladora pero cálida y agradable a la vez, era el tipo de chica que jamás esperaron.

– Debo decir algo – dijo Dahyun – Mina no me cae tan mal como pensaba.

– Yo ya no la quiero estrangular con un cinturón – acotó Tzuyu – Ahora quiero acariciarla... Con un bisturí.

– Vaya, eso me deja muy tranquila – ironizó Myoui generando una risa en las chicas.

– Entonces... ¿Algo que te guste hacer? – preguntó Lia a la rubia.

– No me van a creer – respondió Mina avergonzada – Pero me gusta escribir.

– ¿¡Escribir!? – chillaron todas.

– Sí, suelo escribir mucho – admitió.

– Eso explica tu poema embarcado en la biblioteca – asintió Jihyo – Yo pensaba que lo habías sacado de Tumblr o algo así.

– Si es así, entonces escribes muy bien – halagó Dahyun – Pero he oído que no te gusta Wattpad, ¿no has pensado en escribir algo allí?

Mina sonrió levemente.

– No me siento la gran cosa como para publicar algo que lean todo – mintió, la verdad es que amaba la atención que ganaba en la plataforma – No podría competir con las autoras que todo el mundo habla.

– Oh, vamos – la empujó Chaeyoung – Ahora me dio curiosidad, ¿por qué no nos muestras algo?

– Voy a estar en el club de escritura – informó y todas soltaron un jadeo de sorpresa.

– ¿Club de escritura? ¡Chae, ya tienes una rival!

– Le voy a patear el trasero de todas formas – sonrió con altanería la pequeña.

«Patéame todo lo que quieras» pensó la japonesa.

– Eso lo veremos, Son – dijo Mina con un tono competitivo en la voz – Yo nunca pierdo.

– ¡Hagamos un trato! – chilló Lia – Una especie de apuesta.

– Te escucho – Mina cruzó sus manos sobre la mesa prestándole atención a la chica.

– Ya que somos amigas de Chaeyoung y sabemos el odio que te tiene, hagamos de esto difícil – apuntó Choi – ¿Qué tal una cita?

– ¿U-Una cita? – tanto Mina como Chaeyoung bajaron la mirada un poco sonrojadas.

– ¡Eso! – aplaudió Dahyun – Si gana Mina, Chaeyoung va a tener que invitarla a una cita.

– De acuerdo.

– ¿Y si gano yo? – gruñó la pelinegra irritada.

– ¿Qué quieres que Mina haga? – preguntó Tzuyu y Chaeyoung sonrió con malicia.

– Si yo gano vas a tener que escribirme un poema y leerlo delante de toda la clase.

– ¡Eso no es justo! – Mina gritó – Tú sólo tendrás que llevarme a una cita de la cual nadie va a enterarse.

– Bueno, tú aceptaste – se encogió de hombros.

– Ah, si ambas pierden van a tener que fingir ser novias por siete días – habló Jihyo y todas las miradas recayeron en ella.

– Esa es la mejor idea que ha salido de tu santa mente – halagó Tzuyu – En fin, ¿aceptan?

Mina y Chaeyoung se miraron por breves momentos para luego tomar sus manos, estrechándolas.

– Aceptamos.

– Aceptamos

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