Ches estaba empacando lo poco que quedaba de su ropa en una caja. Las últimas semanas habían sido un remolino de cajas, ropa, discos, posters y equipo de sonido. Glam y él habían comenzado a trasladar todas sus cosas al departamento que habían logrado rentar cerca del centro. Aunque la sala y la cocina eran prácticamente el mismo espacio, el baño era una caja de zapatos y solo había un dormitorio, saber que ese era su espacio llenaba su pecho de una extraña calidez.
Sin embargo, ver todas sus posesiones terrenales dentro de cajas le había provocado sentimientos encontrados. Por un lado, estaba emocionado de empezar un nuevo capítulo en su vida, por otro lo carcomía una culpa persistente que apenas y lo dejaba dormir.
No era idiota, sabía que su madre no era ninguna niña pequeña y no iba empezar a arder en el momento que Ches saliera de la casa. Sin embargo, no podía evitar pensar que de alguna forma la estaba abandonando en la más completa indefensión.
Las llamas de la culpa también se alimentaban de la serie de discusiones que había estado postergando durante las últimas semanas. Sabía que estaba mal, pero las confrontaciones eran algo que había luchado por evadir toda la vida. De alguna forma su actitud despreocupada le había librado de muchas de ellas, pero sabía reconocer cuando eran inevitables y parecía que con estas dos la vida planeaba cobrarle por todas las que había logrado esquivar.
Lo peor es que ni siquiera podía escoger cuál atender primero, sabía que el resultado de la primera iba a definir el tono y urgencia de la segunda, era consciente de que su control sobre ambas situaciones era prácticamente nulo, lo cual no ayudaba a los nudos que se estaban formando en su estómago.
Después de empacar el último par de pantalones se puso de pie, respiro profundamente y se dirigió a la sala.
Por un momento se quedó parado en el umbral de la puerta y observó con detenimiento a la mujer que estaba absorta por lo que sea que estaba pasando en el televisor. Intentaba reconciliar sus recuerdos con la imagen frente a él, pero era difícil pensar que las manos que alguna vez lo habían sostenido con firmeza mientras lloraba la ausencia de su padre, ahora apenas eran capaces de sostener una botella de cerveza. Y el rostro que con un simple gesto lograba calmar todas sus inquietudes, era simplemente irreconocible detrás de esa mueca de perpetuo disgusto que ahora lo marcaba.
Cerró los ojos para inhalar profundamente una vez más antes de dirigirse al televisor y apagarlo.
—¿Qué crees que estás haciendo pequeña rata? —A pesar de que la tarde apenas comenzaba y no llevar mucho en casa, la mujer ya arrastraba notoriamente las palabras.
—Ma, tenemos que hablar.
—Pues habla rápido, si me pierdo el final de mi programa haré que lo lamentes. —Ches pudo sentir la molestia radiar de los ojos vidriosos que ahora lo veían fijamente, así que decidió ser directo.
—Me voy.
El silencio que inundó la habitación le hizo creer que no lo había oído, estaba a punto de repetir su sentencia cuando sintió algo rozar rápidamente por un costado de su cabeza, seguido por el estrepitoso sonido de vidrio rompiéndose. Se estremeció de manera involuntaria y se preparó para lo que estaba por venir.
—¡Maldito malagradecido! Después de todo lo que he hecho por ti y lo que he sacrificado. ¿Es así como planeas pagarme? ¡Abandonádome! —la voz de su madre, aunque entrecortada por el esfuerzo que hacía por levantarse del sillón, sonaba claramente furiosa.— ¿Adónde planea ir un un pedazo inútil de basura como tú? ¿Quién crees que estará dispuesto a hacerse cargo de semejante fracasado? No eres más que un maldito vividor igual que tu padre...
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When we had run out of all fears
FanfictionNadie dijo que el camino a la adultez era sencillo, pero al menos tenían buena compañía.