And dance away from any void and empty tones

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Glam estaba sentado en el sillón haciendo anotaciones en una partitura, trataba de conseguir un arreglo más elegante para la nueva canción en la que estaba trabajando. Llevaba horas probando diferentes combinaciones pero hasta el momento ninguna había logrado dejarlo satisfecho.

—Si sigues trabajando con la luz apagada te vas a quedar ciego. —La voz de Ches lo sacó de de sus pensamientos, miró a su alrededor y se dio cuenta de que el chico tenía algo de razón, el sol se estaba poniendo y definitivamente no iluminaba lo suficiente la sala. Dejando las partituras a un lado, cerró los ojos y echó la cabeza hacia el respaldo del sillón.

—No me di cuenta de que ya era tan tarde, —respondió abriendo los ojos para encontrarse con el rostro de Ches.— Y no he preparado nada de cenar, lo siento, —agregó algo avergonzado.

Repartir los quehaceres de manera equitativa había sido todo un reto, la carga de trabajo de ambos y sus limitadas habilidades en este aspecto lo habían hecho casi imposible, pasaron toda una tarde negociando y aun así Glam había tenido que acceder a ser supervisado en sus primeros turnos en la cocina.

Glam sabía que sus habilidades domésticas estaban muy por debajo de las de una persona normal de su edad, pero Ches había sido paciente y le había enseñado a cocinar algunos platillos básicos y asear adecuadamente, en esto último el moreno había admitido que tampoco era muy bueno, aunque definitivamente sabía más que Glam. Así que el rubio no podía evitar sentirse culpable.

—Está bien, seguro podemos improvisar algo, —dijo sonriente mientras le desordenaba el cabello, Glam hizo una mueca e intentó apartar la mano del otro, pero no había una molestia real detrás de la acción, así que Ches continuó jugando con su cabello.

—Creo que todavía queda algo de carne del estofado de ayer y hay algunos vegetales en el refrigerador, —volvió a cerrar los ojos intentando recordar qué más había en la cocina que pudiera ser transformado en una cena más o menos decente. Los dedos de Ches ahora pasaban entre mechones de cabello deshaciendo nudos imaginarios. Glam podía sentir cómo poco a poco la tensión iba abandonando su cuerpo, estaba seguro de que podría quedarse dormido en esta posición hasta que sintió un leve jalón en su cabello.

—Vamos flacucho, no puedes quedarte dormido antes de cenar. —Ches rodeó el sillón tomó una de sus manos y tiró de ella para levantarlo, resignado Glam aceptó el impulso y se puso de pie.

En la cocina Glam comenzó a preparar un poco de pasta para acompañar la carne y Ches intentaba que los sobrantes de la última bolsa de vegetales congelados se convirtieran en algo comestible.

A Glam no le paraba de maravillar la facilidad con la que se habían adaptado a vivir en el mismo espacio. Después de toda una vida calculando cada paso para convivir lo menos posible con los otros habitantes de aquella casa, preocupado de que el menor ruido llamara atención indeseada, que una mirada sostenida un segundo más de lo debido fuera malinterpretada o que algún artículo ligeramente fuera de lugar los llevara a descubrir sus escondites, lo habían hecho vivir en una constante tensión que no supo que estaba ahí hasta que desapareció.

La posibilidad de dejar sus notas a plena vista, practicar lo que quería cuando él quería, traer a casa cosas que a él le gustaban, ¡salir cuando él quería y regresar cuando él lo decidía! Estas libertades eran algo nuevo a lo que apenas se estaba acostumbrando.

Durante la primeras semanas en el departamento, Glam procuró salir solo cuando era necesario y regresar inmediatamente, intentaba poner sus cosas en un solo lugar y hacer el menor ruido posible cuando Ches también estaba en casa. Eran pequeñas cosas que hacía de manera automática que no había notado eran algo extrañas, hasta que una tarde su mejor amigo se lo señaló.

When we had run out of all fearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora