No lo culpaba. Lo comprendía, de verdad que sí y sabía que quien estaba siendo caprichoso era él, no su abuelo. Pero se sintió tan frustrado cuando le dijo tajantemente que no le sería permitido dejar la carrera en el último segmento que no pudo evitar salir corriendo. Zenitsu realmente nunca quiso estudiar una carrera y era demasiado evidente a pesar del esfuerzo que ponía porque quería complacer a su abuelo. Sentía como si el hombre entonces sólo le hubiera permitido dedicarse a la música como su pasatiempo pero sin creer en su verdadero talento.
Sabía que era mentira. Sabía que el hombre creía ciegamente en él y haría todo lo humanamente posible por apoyarlo, así como también que se preocupaba por él y su futuro. Entendía perfectamente el temor de su abuelo y en el fondo de su parte racional se sentía agradecido por tener quién se interesara lo suficiente para querer guiarlo. Pero la parte que lo estaba llevando de frente a la calle sólo escuchó que no sería capaz de lograrlo y sus inseguridades comenzaron a arrastrarlo con más rapidez a ningún sitio. No podía culpar a nadie más que a él mismo pero realmente deseaba poder hacerlo mientras miraba las luces ya apagadas de las casas que rodeaba, apenas razonando que pasaba de medianoche. Estuvieron discutiendo más de dos horas desde que les mostró su carta de aceptación el Conservatorio, esperando una alegría muy distinta al anunciar que dejaría la escuela por dedicarse a la música y no el tajante " Debes pensar en tu futuro" como si no lo estuviera haciendo. Bufó frustrado, revolviéndose el cabello, pensando que no quería llegar a esas horas a la casa de Tanjiro pero tampoco quería volver a su casa. Se mordió los dedos, recargado contra el poste de luz, vacilando al leer su lista de contactos. Se había vuelto una dinámica entre ellos que le llamara cuando no sabía qué hacer. El calor en su estómago escaló hasta sus mejillas y orejas cuando le respondió la llamada, pidiéndole unos minutos para pasar por él sin preguntarle absolutamente nada más que si estaba bien. Entrar en su auto, sentir sus labios en su mejilla y el revolver de cabellos disolvieron todo lo que estaba ebullendo en su interior. La rabia, el miedo. Nada sobrevivía a esos ojos violeta sonriéndole, a esa voz siempre animada y confidente.
— Estaba por ir a la fiesta de Iguro ¿Recuerdas que Mitsuri nos invitó? Kyojuro dijo que también iría, pero si no te sientes con ánimos...
— En realidad creo que es justo lo que necesito, estar en un lugar que no me permita pensar mucho.
Tengen sonrió mientras subía el volumen del radio dejando que Zenitsu se perdiera en la canción mientras iba manejando.
Era el encanto de llegar a donde se encaja. No tenía otra manera de definirlo, viendo al muchacho sacudirse la timidez y la apatía al entrar a la casa de Iguro, venciendo sus expectativas al verlo besar la mejilla de Mitsuri, abrazar a Iguro a pesar de su mal gesto y felicitarlo por su exposición. Tengen entró tras él, con una sonrisa ladeada, repitiendo sus saludos, más confiado rodeando el cuello de su amigo para comenzar a discutir sus pinturas, dejando que Zenitsu se perdiera en la mesa de bebidas, charlando con Shinobu sobre cualquier cosa.Le gustaba verlo feliz. Le gustaba verlo confiado. Quizá le gustaba demasiado verlo sonreír, porque en algún punto dejó de escuchar a Iguro y sólo pudo prestar atención a la forma en que Zenitsu se reía, palmeando el hombro de Gyomei. No era el momento, lo sabía, el muchacho estaba pasando por un mal momento y sería abusivo de su parte no darle la oportunidad de distraerse, de reafirmase que ese era el sitio al cual pertenecía y no debía dudarlo. Pero realmente le hubiera gustado que estuvieran al menos esa noche a solas.
Decidieron irse un par de horas después, más cerca de la madrugada de lo que nunca había estado Zenitsu fuera de casa, despidiéndose de todos con un timbre de voz algo más alto, seguro por el licor que había bebido, mientras Tengen intentaba no reírse, ayudándolo a sostenerse para entrar de vuelta al auto. Pero las risas fueron inevitables viéndolo bailar en el asiento de copiloto, subiendo el volumen hasta llenar el auto de ruido, de su voz mal entonada intentando recordar las estrofas. Quedándose repentinamente callado al verlo reírse, volviendo a sentir la calidez de sentirse protegido, comprendido. No era ningún misterio lo atraído que se sentía por él, así como tampoco las razones por las cuáles se había quedado esperando que Tengen diera el primer paso, o al menos otra señal un poco más clara de que él también estaba interesado.
— Tú no bebiste.
—Soy su conductor esta noche, mi estimado señor.
— ¿Y a dónde planea llevarme, conductor? Porque no tengo el más mínimo interés en llegar a casa ni hoy y si fuera posible nunca.
— Entiendo por qué estás tan frustrado pero también confío en que eres maduro para entender por qué tu familia reaccionó así. Se preocupan por ti y sólo quieren que tengas un plan b por si acaso.
— No estoy frustrado por ellos, lo estoy por mí. Necesito que otras personas crean en mí porque yo no puedo hacerlo. No quiero vivir siempre con esta inseguridad, Tengen, odio no poder tener fe en mí mismo—, negó con la cabeza, bajando un poco el volumen —. Pero no quiero causarte problemas, ya es bastante noche y alguna vez debo regresar.
— Si quieres puedes quedarte conmigo esta noche. No tengo problemas en dormir en el sillón.
Los ojos de Zenitsu brillaban a través de la noche, de la oscuridad de los desniveles que estaban atravesando, queriendo detener el latido de su corazón. No era el momento, se repetía, además el hombre sólo estaba siendo amable, no debía malinterpretarlo. Pero cuánto deseó al menos atreverse a recargar su cabeza en su hombro mientras el semáforo volvía al verde. Suspiró más resignado al verlo estacionarse, dejándose guiar a su departamento, negar cuando le ofreció algo de comida, aceptando tomar la cama, viendo a Tengen enfilarse al único sillón del lugar, apagar la luz y desearle buena noche. No era la primera vez que estaba en su departamento e incluso alguna vez había tomado una siesta en su cama, pero justo ahora el aroma de su cuerpo en la sábana le erizó la piel. De verdad que le gustaba pero muchas veces tenía miedo de estar cayendo en las bromas del hombre. Era coqueto por naturaleza, siempre haciendo sonrojar a todas las personas que halagaba, desenvuelto y atractivo ¿Y él quién era? Inhaló, exhaló, decidiendo que ese no era el momento.
Aunque, si era justo, llevaba meses pensando que ese no era el momento. No quería ser inseguro, no quería que el miedo le quitara al menos esa posibilidad. Además era Tengen. Se levantó de la cama, dando dos pasos antes de regresar sobre ellos, dudando. Apretó los puños, cerró los ojos y se dirigió hasta la sala, aclarándose la cara para llamar la atención del hombre que ya estaba dormitando. Lo miró con un ojo entreabierto, luchando por despertar.
— Me gustas. No tengo idea de qué relación se supone que tengamos pero creo que nuestra amistad puede sobrevivir si estoy confundiendo las cosas sin embargo yo no puedo seguir sin decirlo. Me gustas mucho, Tengen, pero no tengo ni la más mínima idea de cómo tener una relación con alguien, me da miedo equivocarme y que te alejes, o que no sea lo que deseas y me obligue a mí mismo a ser alguien que no soy para que me aceptes. También tengo miedo de que pienses que estoy malinterpretando mis sentimientos por ti, porque tú has sido muy atento y amable conmigo o porque eres la primera persona que me reconoce de esta manera. No tengo nada de experiencia sexual ¿Entiendes? Y me da miedo que eso te desilusione. Tengo mucho miedo también de que pasen los años y en una plática digas que estuviste atraído por mí pero mi falta de interés te hizo desistir o algo así. Quiero intentar al menos ser sincero. Me gustas mucho y si acaso hay alguna posibilidad ¿Crees que puedas darme la oportunidad de tener una cita al menos contigo?
—¿De verdad era necesario que me despertaras a las cuatro de la madrugada sólo para decirme esto?— Zenitsu abrió la boca, dramático, dejando salir un jadeo ofendido haciendo que se riera más, terminando de despertarse— Ven aquí— abrió la sábana, recorriéndose más contra el pequeño espacio del sillón, abrazándolo y besando su frente—. Tú también me gustas, Zenitsu, pero no he querido presionarte. Me alegra ser correspondido, no tienes por qué tener tantos miedos, yo no voy a obligarte a nada. Podemos salir las veces que quieras y dejar que las cosas vayan al ritmo en el que tú te sientas más cómodo ¿Está bien? Ahora, por favor, vamos a dormir. Mañana me toca ir por Tenma a casa de su madre y ese niño me quita toda la energía. Casi tanto como tú.
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Chocolate
FanfictionZenitsu aprendió a comunicarse a través de la música desde muy temprana edad , intentando compartir las cosas que siente a través del piano. Tengen es profesor de pintura en la academia donde toma clases de piano. El amor de ambos por el arte les...