El encuentro (Parte 2)

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Estaba segura de que ahora si había muerto, que la ausencia de mi cuerpo solo significaba que mi alma vagaba libre en el espacio, la agonía física que sentí al morir me hacía apreciar más este momento. Las preocupaciones de hace unos minutos parecían lejanas, de aquella explosión de sentimientos no quedaba más que un vago recuerdo. Me dejé llevar por la calma. A falta de... todo... mi conciencia no tenía nada en que pensar y me sentí a gusto, en ese momento, el concepto del cielo parecía algo efímero y dejé que mi mente se perdiera en ese mar de paz.

Y me dejé llevar.

–.. .. ..

–.., ... .... ..

–.. ..... ... ... .....

–¡......., .. ..... ....... ..... ... .. ........!

–¡.. .. ..!

Siento haber escuchado algo, pero lo ignoro.

–.. .. .., ¡... ..... .. .. ..... .......!

Me pica una sensación en lo profundo de la mente.

–....., ¡.........!

Es un ruido, me molesta.

–¡.....!

–Agh... ¡no más! –grité enojada.

–¡Sí!... eso... ¡no te dejes llevar! –es el espejismo el que hace ruido, decido ignorarlo a ver si se calla.

–Ah... no, escúchame... no te dejes llevar por favor. –Sonaba desesperado–. Escúchame... si sigues así, te perderé de nuevo.

–¿Perderme?

–Sí, eso, sí... perderte. –Su silueta se veía como un leve manchón azul–. Primero debes recordar, intenta recordar dónde estás.

–Morí, estoy descansando –dije– ¿esto es un culto?... ¿un llamado a los muertos?

–¿Un culto?... ¡no!, por favor, recuerda que no has muerto... vamos, dime ¿dónde estás?

–Estoy... descansando.

–Ah, por favor... ¡esfuérzate un poco más por pensar! –dijo enojada y su tono me molestó, ya bastaba con el ruido que hizo quebrando mi tan anhelada tranquilidad. Listo, si quería que pensara eso sería lo que haría entonces

–Una fastidiosa no me va a humillar –le respondí y proseguí con mi recapacitación. A qué se refería con... ¿recordar?, ¿era eso? No quise preguntarle para evitar oír su fastidiosa voz. Si era cierto que no había muerto, ¿dónde estaba?, mi mente se esforzaba por llegar a esa respuesta, los recuerdos que intentaba entender eran lejanos y difusos.

–Vamos, responde –insistió–, ¿dónde estás? –bufé en silencio. «Vamos... ¿dónde estás?» pensé, algo se removió en mí y miré hacia esa dirección. El espejismo atravesaba su mano en mí y parte de ella se veía menos difusa. «Está atravesando su mano... ¿en mí?» sentí algo «pánico... no, ¿qué es el pánico?» me empezaba a desesperar y vislumbré mi vida en un segundo.

–¡MI SANGRE! –grité con fuerza–, ¡estoy en el charco! –Recordaba todo, pero aun así sentía mis recuerdos distantes.

–¡sí! –respondió ella con euforia– necesito que me escuches. Llevas un buen rato allí, en realidad... más del que debías así que no podemos perder más tiempo. A mí me tomó muchas décadas obtener la conciencia necesaria para transformarme en algo físico, es por eso que recurrí a la subjetividad de tu mente para representar mi ser de alguna manera. –Hablaba con velocidad y su respiración estaba acelerada–. Espero que para ti sea más fácil ya que tu sí tenías un cuerpo, debes recordar lo más que puedas de ti misma, tus facciones, lunares... cada detalle es indispensable. –Sentí que me llamaba y me acerqué a ella–. Usa mi forma como referencia para replicar tu cuerpo, así es más fácil mantener la proporción.

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