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Había pasado un año y Sokka había cumplido nueve años meses atrás. Recordaba con alegria su último verano y al heredero de la nación fuego.

Cuando llegaron Sokka y Katara bajaron uno al lado del otro caminando de manera acelerada intentando mantener el porte. No observaban por donde caminaban, pues estaban más cautivados por empujarse entre ellos para alentar al otro, lo que causó que ambos chocaran con un hombre alto. Cuando dirigieron sus miradas hacia arriba se encontraron con el señor del fuego, Ozai y a su lado se encontraba su esposa, Ursa.

Ambos niños retrocedieron y la niña de ocho años miró a su hermano consternada, pues no sabía quién era el alfa tan imponente frente a ellos. Sus padres llegaron momentos después y el ambiente se calmó un poco, hasta que las dos familias llegaron al palacio real para la cena.

—¿Dónde se encuentra tú hijo, Ursa?

—Zuko tenía un entrenamiento muy importante y no podía dejarlo para otro momento. Lamento que no estuviera hoy en su llegada.

Escuchar eso entristeció un poco a Sokka, pues esperaba ver al alfa lo más pronto posible. Aun con la emoción y esperanza de ver al mayor, él se encontraba muy cansado por el viaje de varios días por lo que apenas llegar a sus aposentos cayó rendido a la esponjada cama.

A la mañana siguiente tomaron en desayuno en la biblioteca, pues Ozai y Hakoda estaban ocupados con algunos asuntos de política y sus esposas decidieron acompañarlos.

—Nuevamente lamentó mucho la ausencia de Zuko, llegó muy cansado en la madrugada y decidimos dejarlo dormir unos momentos más.

—No se preocupe, Reina Ursa, de cualquier manera el verano apenas va comenzando.

Hakoda reprimió a su hijo con la mirada al notar que estaba a punto de quejarse sobre la ausencia del príncipe y el menor quedó en silencio de brazos cruzados con un claro puchero en su rostro.

Cuando terminaron su desayuno el omega dio una vuelta por la biblioteca, hasta que vio una amplia abertura con forma de puerta que daba a un corredor. Camino por el corredor viendo que en lugar de haber múltiples libros por todas las paredes como en el resto de la biblioteca habían algunos cuadros. Algunos se veían recientes, mientras que otros se notaba que llevaban décadas ahí. Al final del corredor encontró una habitación donde habían portaretratos de todos los herederos al trono, sus familias, algunos calendarios entre otros papeles que no se tomó la molestia de ver pues pensaba que eran aburridos. El pequeño omega sentía mucha curiosidad por ese lugar, pues relataba toda la historia de la nación fuego. Comenzó a buscar a Zuko entre los cuadros más recientes, hasta que se dio cuenta que aún no se encontraba ahí; pues por ahora no era el señor del fuego. Lo que si encontró fue una pintura de la familia real del fuego actual; vio a Ozai, con su mirada penetrante y seria, a Ursa bastante elegante y con un rostro amable, a Zuko serio con sus preciosos ojos ámbar y por último encontró a alguien que no conocía, una niña bastante parecida a Ursa solo que con una mueca que mostraba obviamente un rostro de superioridad y lleno de ego.

Se alejó de ahí para regresar a la biblioteca con los demás, pues sabía que cuando viera a Zuko él probablemente le aclararía sus dudas.

PactadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora