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Al día siguiente de lo que había ocurrido en el comedor Sokka había buscado al príncipe a la hora de la cena, pues a las primeras dos comidas del día había faltado por temor a ver al mayor y no saber cómo actuar. Aunque grande fue su sorpresa al darse cuenta que el de ojos ámbar había hecho lo mismo y lo hizo también a la hora de la cena. Aun así la paso bastante bien, pues katara se había encargado de mantenerlo ocupado entre pláticas, alimentarlo y hacer intentos de chistes, que aunque le salían pésimos apreciaba sus intentos.

Cuando se dirigía a su alcoba se dio cuenta que la alfa se encontraba fuera de esta y se emocionó aún más cuando se enteró que se quedaría para hacer una pijamada como en los viejos tiempos. Aunque Katara era un año menor a él era mucho más madura que él omega e incluso su padre había comenzado a entrenarla en política sobre sus tierras; pues Hakoda alegaba que Sokka era el heredero y que lo único que buscaba era que la chica fuera una buena mano derecha cuando llegara el momento.

...

Los días pasaban y aún así no había tenido la oportunidad de ver a Zuko, aunque las cosas habían salido mal la última vez el ojiazul lo extrañaba y deseaba disculparse. No sabía que era lo que había hecho mal, solo que el príncipe no quería hablarle y estaba seguro que era debido a algo que había hecho sin darse cuenta, pues Sokka admitía que era un poco bobo y despreocupado en algunas ocasiones. Pero mientras más lo buscaba más parecía que desaparecía. Al inicio lo veía en otra zona del castillo y cuando iba a buscarlo ya no lo encontraba, pero todo se puso más raro cuando ninguno de los sirvientes le contestaban. No importaba porque medio, pero nadie parecía querer responderle. Sus padres le recomendaron que no fuera muy agresivo, pero estaba bastante desesperado y para el, parecía que la posibilidad de encontrarlo antes de regresar a la tribu agua del sur desapareciera con cada día que pasaba.

Una semana antes de que su estadía en la nación fuego terminara se encontraba nuevamente en "la sala de los cuadros", como el solía llamarle, pues se sentía muy solo en aquel castillo y aunque no quería despreciar a su hermana y los esfuerzos que hacía no era lo mismo que convivir con Zuko, por lo que iba a aquel lugar para sentir algo de compañía con los antiguos señores y señoras fuego.  Pensaba irse de allí, pues no sabía que más hacer para matar el aburrimiento cuando escucho a su padre y al señor del fuego Ozai hablando mientras entraban en la biblioteca.

—¡No puedo creer que mi heredero se comporte de una manera tan deplorable!

—Ozai, son solo niños, no le tomes tanta importancia.

—¿Escuchaste lo que Zuko dijo?

Escucho un pesado suspiro por lo que suponía era parte de su padre para dejar una corta pausa en la conversación.

—Lo hice, pero digo Sokka tiene nueve años y Zuko tiene catorce, es parte de crecer.

En ese momento hubo un fuerte golpe en lo que parecía una mesa de caoba que se encontraba en el lugar donde ambos hombres trabajaban y se reunían continuamente.

—¡No lo entiendes, el no debería de ser mi heredero! Zuko tuvo suerte de nacer y Azula nació con suerte, ella debería ser mi heredera.

—Pero no lo es y seguiremos con todo como lo habíamos planeado. El príncipe necesita tiempo, pero mi hijo le tiene cariño y las cosas seguirán de una forma u otra. Deberá aprender y si es por las buenas o las malas depende de él.

El lugar se sumió en silencio, mientras Sokka se acercaba lentamente cuidando no estar en un campo visible, pues no entendía de que hablaban ambos alfas pero escuchar su nombre, el de ojos ámbar y a una tal Azula había ganado su curiosidad y estaba dispuesto a averiguar lo qué tramaban.

—¿Cuándo regresa Azula?

Por fin tuvo a los mayores en su campo de visión. Veía al hombre de prendas carmín sentado con su codo apoyado en la mesa que anteriormente había golpeado y una mano frotando su sien.

—El mes que entra, pero no te preocupes la conocerán el verano entrante.

PactadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora