Paranoia

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Los meses pasaban y todo seguía igual, las peleas se volvían más fuertes y el insomnio era cosa de todos los días

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Los meses pasaban y todo seguía igual, las peleas se volvían más fuertes y el insomnio era cosa de todos los días.

Me estaba acostumbrando, pero nunca lograba hacerlo por completo. Algunos días te levantabas de buen humor y todos teníamos que actuar a tu antojo, como si nunca nos hubieras hecho daño, como si tú no fueras la bestia.
El resto de los días volvias a ser ese monstruo al que le Temía.

Ya había dejado de llorar, tú lograste eso en mí.

Había gastado tantas lágrimas que ya no le veía el sentido. Mi corazón comenzó a endurecerse y mi inocencia se fue perdiendo, no tenía tiempo para vivir como una niña normal, debía preocuparme por sobrevivir a lo que el día tenía para mí.

Recuerdo que no podía soportar los días en la escuela, quería salir corriendo de allí, tenía miedo de no estar alli para defender a mi madre de ti. Mis amigos estabas felices, estábamos en nuestro último año de primaria. Yo no pude disfrutarlo y eso fue gracias a ti.

Todo me estaba consumiendo, la bestia lo estaba haciendo.

Quería llegar a casa lo más rápido, nunca se sabía con que me podría encontrar. No estaba viviendo, estaba sobreviviendo como podía.

Nunca te sentí como un padre pero nunca creí que te convertirías en esa bestia.

El odio comenzó a crecer, quería pedir ayudar pero tenía miedo de que nos hicieras algo. Me sentía una débil hormiga frente a ti . Con el tiempo me fui volviendo más experta, dormía poco en las noches para poder oír cada movimiento que hacías. Evitaba todo tipo de ruidos para que no despertaras de mal humor y paguemos nosotras.
Llegó un momento que me volví paranoica, escondía los cuchillos de la casa para que no pudieras causar una tragedia con ellos, de ti se podía esperar cualquier cosa.

Cada día que pasaba, el dolor crecía.

Había que mantenerte contento para que la bestia no despertara.

El único momento en que nos sentíamos tranquilas era cuando te ibas a trabajar, y aveces no ibas. Cuando te subías a ese maldito auto y te ibas, el aire volvía a mis pulmones.
El tiempo pasó y dejaste de ir al trabajo, los días se volvían más largos y tensos. Ya no teníamos descanso, la bestia convivía con nosotras. Nunca sabíamos cuando iba a atacar.

Mi presencia era nula para ti.

¿La bestia me veía suplicarle que se calmara?

Esa siempre fue mi pregunta.

La armadura en mí iba creciendo, se estaba formando una nueva persona, me estaba volviendo la persona que soy hoy en día. Me hiciste olvidar lo que era antes de que la bestia apareciera en mi vida, la nueva yo no recordaba a la niña que alguna vez fue...

Aún no la recuerda.

La depresión se apoderó de mí, nadie podía notarme pero el dolor me recordaba que aún seguía con vida.

Si, yo estuve allí todo ese tiempo.

Yo vi a la bestia crecer.

Mi mente y mi alma ya estaban destrozadas, no había vuelta atrás.

La bestia me había cambiado para siempre.

Tú me volviste otra persona completamente diferente.

Las cartas que nunca te di [COMPLETA✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora