La nena de papá

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Hoy fui a la casa de mi mejor amiga

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Hoy fui a la casa de mi mejor amiga.

Si, tengo amigas. Tú no has conocido a ninguna pero es normal porque tampoco me conoces a mí.

Me invitó a cenar.

Su padre acababa de llegar del trabajo, me quedé viendo como ella corría a sus brazos y él le brindaba un cálido abrazo. No pude evitarlo, se veían tan lindos y sinceros. Él la saludaba como si fuera lo más hermoso en su vida. Debe ser lindo ser lo más importante en la vida de tu padre.
Después de varios segundos de felicidad de ambos, él me vio allí, seguramente notó mi falta de amor paterno. Fui muy obvia pero no me importó.

El papá de mi amiga me saludó con amabilidad y seguramente quiso brindarme un poco del amor que le dio a su hija, pero de nada ayudó. El vacío aún sigue allí.

¿Algún día desaparecerá?

Es que aveces me cuesta soportarlo. Pero, tranquilo, lo voy llevando muy bien. Ya casi soy una experta en esto.

Nos sentamos a cenar. La mesa era amplia, como las que tienen las verdaderas familias. Su papá se sentó en la punta de la mesa, como solías hacerlo tú, ¿recuerdas?
Mi amiga se sentó a mi lado, pero también al lado de su padre. Si yo fuera ella, también querría tenerlo todo el tiempo cerca de mí. Su mamá llegó con la comida y comenzó a servir en nuestros platos, el papá comenzó a contar anécdotas que vivió en su día de trabajo. Todos lo escuchaban muy atentos, igual que yo.

Por primera vez en la vida, vi con mis propios ojos la calidez de una verdadera familia.

Sentí envidia.

Por un momento quería ser uno de ellos pero luego recordé que todavía tengo a mi madre. No podía dejarla.

Mis ojos brillaban al verlo y escucharlo, no pude evitar preguntarme:

¿Así se siente tener un padre?

Ellos notaron mi dolor, aveces me descuido y no logro ocultarlo todo el tiempo. Intentaron integrarme, al principio me negué, no quería sus sobras de amor. Pero el deseo me controló, no pude evitar querer sentirme viva por unas horas.

Mi amiga sabe de ti. Le he contado un poco, no todo. No puedo desnudar mi alma a nadie, si lo hago, tendrían el arma perfecta para destruirme. Tal como tú lo has hecho, y no creo soportarlo una segunda vez.

Ella me dice que el rencor solo me hará daño, creo que tiene razón, pero no puedo quitarlo de mi alma. Lo intenté hace unos años y me fue mejor viviendo con ello.

El rencor hacia ti me mantiene viva.

Su padre nos invitó a tomar un helado, a las dos. Fuimos en su auto y antes de encender el motor se encargó de que nuestros cinturones estuvieran abrochados.

Se sintió bien ser cuidada.

En el camino, él y ella se pusieron a cantar una canción que compartían juntos. Yo solo los observé desde mi lugar, se veían tan felices que no pude evitar sonreír. Ellos realmente se amaban como padre e hija.

Llegamos a la heladería y el padre de mi amiga nos dejó elegir lo que queríamos, sin importar el precio. Supongo que la felicidad de su hija valía más que cualquier helado que pudiera llegar a elegir. Él buscó una mesa libre y nos sentamos allí, veía a su hija con un brillo en sus ojos, el mismo con el que yo los veía a ellos dos.

Él me preguntó por mi familia, no pude responder mucho pero mi amiga me salvó cambiando de tema. Unos chicos se acercaron a nuestra mesa, nos hablaron a mí y a mi amiga. Su papá se puso celoso. Les dijo que se fueran porque él estaba con nosotras, los chicos se marcharon y él miró a su hija a los ojos. Le dijo que ella seguía siendo "la nena de papá"

¿Qué es eso? ¿Lo fui alguna vez?

La angustia volvió a invadir mi cuerpo cuando escuché esa frase. No sabía como se sentía ser la nena de papá pero quería saberlo, aunque tenía bien en claro que nunca podría experimentar ese sentimiento.

Nunca podré saber lo que se siente ser la nena de papá.

Las cartas que nunca te di [COMPLETA✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora