Cuando todo acabó

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Finalmente llegó

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Finalmente llegó.

La policía no dijo que había llegado el día.

Te iban a sacar de la casa a las fuerzas. Iba a comenzar tu castigo eterno.

Mamá tenía miedo, tú le dijiste que solo te sacarían muerto de allí. Ella te creyó pero yo no.

Eres cobarde, siempre lo has sido.

¿Miento?

No lo creo. Siempre he sido sincera.

Ese día fue muy agitado, finalmente volveríamos a casa. Se sentía como el final de todo el sufrimiento.
El tormento acabaría, ya no debíamos temerte más.

Las horas pasaban y lograste meterte en la mente de mi madre, ella temía que cumplieras tu palabra y me quedara sin padre.

Es absurdo porque nunca tuve uno.

Y tú nunca cumplias tu palabra.

Ella estaba arrepentida, estaba a punto de volver a caer en tu juego perverso. Pero yo no iba a dejar que pase.

Yo quería destruirte. Te quería ver arder.

La convencí, le di miles de razones para que se diera cuenta de que estaba haciendo lo correcto. Nuestra libertad dependía de ella. Finalmente pude hacerlo, la convencí.

No iba a dejar que te diera otra oportunidad.

La policía nos dio aviso de que ya estaban en camino, te atraparian de una vez.

Nos quedamos en silencio esperando noticias, mamá tenía miedo y yo solo sentía alivio. Para mi era una buena noticia que nos dijeran que tú estabas muerto.

Pero nunca me has dado una alegría.

Hiciste todo lo contrario, no cumpliste con tu palabra.

Tranquilo, yo siempre lo supe.

Te resignaste y saliste de forma pasiva, había policías rodeando toda la casa. Te sacaron de nuestra casa, te quedaste en la calle como te lo merecías.

Dicen que cuando pasas tiempo en la cárcel, se te refresca la mente...

¿Es cierto?

Ni siquiera pudiste llevarte tus cosas.

Tu karma había comenzado y ella era una perra sin corazón.

Al día siguiente, volvimos a nuestra casa. Estaba fría y desolada, ya no se sentía como mi hogar. Tú me lo habías arrebatado.

La casa tenía tu esencia.

La casa tenía tu olor.

Ya no podíamos seguir allí, estabas por todas partes.

Debíamos hacer un cambio radical para dormir en paz. No podíamos dormir en una casa que nos recordaba a ti.

Recuerdo que subí a mi cuarto.

Estaba todo desordenado, buscaste algo entre mis cosas.

Me senté en la cama y la vi.

Tirada en el piso, arrugada y despreciada.

Habias encontrado la carta que alguna vez te escribí.

¿Te dolió leer eso?

Mucho más te dolerá esto.

Las cartas que nunca te di [COMPLETA✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora