Las cartas que nunca te di [COMPLETA✅]

El cambio de apellido

Tenía seis años la primera vez que lo dije.

"Quiero cambiarme el apellido"

Todos creían que era muy chica como para saber lo que eso significaba, pero no era así. Tenia muy claro lo que quería de mi vida, no quería nada que me vinculara a ti.

Nunca quise llevar tu apellido, era una marca que quedaría para toda mi vida.

Recuerdo que mamá se reía,  una niña le estaba pidiendo algo que ningún niño le hubiera pedido a su madre. A ti no te hizo mucha gracia, supongo que en el fondo sabías que esa niña estaba hablando muy en serio.

Mis sentimientos hacia ti eran nulos. No te quería, no quería que fueras mi padre.

Desde los 6 años, mi postura sobre ese tema se mantuvo firme.
Pasaron los años y nunca dejé la idea de sacarme tu apellido de mi historial de vida. Mamá me decía que podía hacerlo yo misma cuando fuera mayor de edad y estuviera segura.

Yo lo estaba desde hace mucho.

Tenía en claro lo que quería.

A ti nunca te agradó pero no me importaba lo que tú pensaras. Los años pasaban, iba creciendo al igual que mis ganas de quitarme ese maldito apellido.
Comenzaste a admitirlo, sabías que no iba a cambiar de parecer y que ya tenía una edad suficiente como para tener opinión propia.

Había días en los que me hacías burla sobre ese tema y terminaban en una discusión interminable.

Sabías que hablaba en serio.

¿Recuerdas?

Siempre supiste que no te sentía como mi padre y yo me encargué de que lo confirmaras tú mismo.

¿Nunca te has preguntado el porqué?

Claro, nunca te interesó. Entiendo.

A las personas a las que les decía "no lo quiero, no lo siento como un padre", solían decirme que era solo enojo y que no se puede no querer a tu propio padre.

Estaban equivocados.

Compartimos la misma sangre, incluso algunos rasgos.

Pero tú no eres mi padre y yo no soy tu hija.

Nunca supe el porqué de mi rechazo hacia ti, simplemente sucedió así. Siempre te vi como una persona extraña a la que me obligaban a "querer" solo por compartir el mismo ADN.

Si, al parecer es posible sentir rechazo hacia tu progenitor.

Con los años, el rechazo fue aumentando gracias a tus acciones. Tú mismo cultivaste mi odio hacia ti.

Un día, me dijiste que sabías que yo lo haría, que yo me quitaría tu apellido.

Ese día, te prometí que por más que tardara años, lo haría.