La libertad

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Arrojadas a la calle como basura

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Arrojadas a la calle como basura.

Gracias.

En serio te lo agradezco, lograste liberarnos de la bestia y darnos valentía para pedir ayuda.

Nunca había vivido en otra casa, ¿sabes?

Se sentía raro, incómodo y no podía dormir por las noches. Sí, como cuando tú estabas.
Fueron Días muy difíciles, mi odio hacia ti crecía en cada segundo que tú seguías en nuestra casa.

Mi nueva cama estaba fría, no era la mía. Todo se sentía realmente extraño e incómodo.

Tú nos estabas buscando.

La bestia nos buscaba.

Mamá no lo sabe, pero me pasaba toda la noche despierta para ver si tú aparecías. Lograba dormirme cuando ella despertaba.

Estaba muy segura, quería acabar contigo.

Convencí a mamá y fuimos con la policía. Ambas estábamos aterradas, era la primera vez que pedíamos ayuda.
Ellos nos acogieron e hicieron todo lo necesario para que tú estuvieras lejos de nosotras.

¿Recuerdas la restricción?

Claro, como lo olvidarías. Tú mismo violaste la restricción.

No te importó. Querías encontrarnos y lo hiciste.

Los trámites legales se tardaban y lo único que nos quedaba era seguir sobreviviendo.

¿Soy una sobreviviente? Yo creo que sí.

Llegó en momento, nos hallazte en nuestra nueva casa.

Recuerdo que era por la mañana, el portón comenzó a golpear muy fuerte y yo sabía que eras tú. Nos quedamos encerradas pero no te resignaste, gritabas amenazas y juraste que ibas a entrar como sea.

El miedo volvió.

¿Sabes una cosa?

Nunca te he temido a ti, sólo temía lo que le podrías hacer a mi madre.

Mamá llamó a la policía y te largaste como una rata.

La intranquilidad había vuelto. Ya no estábamos a salvo.

Los días pasaban, tú volvias. La espera legal se hacía eterna y se estaba volviendo agotador.
Los policías me mandaron a recoger algunas de nuestras cosas a la casa, en donde estabas tú.

¿Lo recuerdas?

Me acompañaron y me dejaste entrar. Tu mirada estaba perdida, te había cegado la maldad. Recuerdo que pasé por tu lado ignorandote completamente, pero tú me seguiste.

No podía hablar, sentía odio por mis venas.

Comencé a recoger mis cosas en un bolso y me decías que todo lo que estaba pasando no era tu culpa.

Tú me habías vuelto a notar...

Pero sí era tu culpa.

Seguías diciendo mentiras pero yo no te respondía, quería asesinarte justo en ese instante.

Si, otra vez.

Terminé de tomar mis cosas y volví con los policías, pero antes me detuve frente a ti.

Te miré fijamente a los ojos, y con toda la rabia del mundo te dije algo.

¿Recuerdas lo que te dije?

No creo que hayas podido olvidar mis palabras, yo misma me encargué de que llegaran al fondo de tu Alma.

Tú me miraste sorprendido, la niña había crecido y tú recién lo estabas notando. Supongo que al olvidarte de mí no notaste que ya había crecido.

Era la primera vez en mucho tiempo que lograste verme y darte cuenta que estaba allí. Todos esos años estuve allí, en primera fila para el show de la bestia.

Te dejé sin palabras.

No me arrepentía de lo que te había dicho.

<<Te vas a arrepentir toda tu vida de lo que me hiciste pasar, voy a encargarme de que sufras y ruegues mi perdón hasta el día en que te mueras. Vas a pagar por todo.>>

Esas fueron mis palabras.

¿Las recuerdas?

Yo sabía que podrían pasar años pero tu karma iba a llegar, y ese karma sería yo.

La hija que nunca te quiso.

Las cartas que nunca te di [COMPLETA✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora