9° Abraxas Malfoy

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El octavo cumpleaños de Draco se acercaba, y sus padres decidieron que ese verano lo pasarían en Francia, donde vivía su abuelo, Abraxas Malfoy. La noticia, dada a Draco durante una tarde lluviosa en Malfoy Manor, fue recibida con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Aunque había oído hablar de su abuelo, el misterioso Abraxas había sido siempre una figura lejana, casi mítica, en las historias de su padre.

Después del nacimiento de Draco, Abraxas había entregado todos sus asuntos familiares y de señorío a su hijo, Lucius. Este traspaso de poder se había producido en un tiempo turbulento, cuando Voldemort y sus Mortífagos aún sembraban el terror en la Bretaña mágica. Lucius, en ese entonces, era un joven ambicioso, recién admitido en el círculo íntimo del Señor Oscuro. Luchaba con fervor por lo que consideraba "correcto" y por asegurar el futuro de la familia Malfoy bajo el nuevo régimen.

Sin embargo, poco después de la caída de Voldemort, cuando Lucius apenas había tomado las riendas de la familia, estalló un conflicto feroz entre padre e hijo. Las discusiones, intensas y amargas, culminaron en la partida de Abraxas hacia Francia, dejando atrás una familia dividida y una atmósfera cargada de resentimiento. La causa de esta ruptura fue, en gran medida, la decepción profunda que Abraxas sentía hacia su hijo.

La posición de la familia Malfoy era precaria en esos días. Lucius, marcado literalmente por su servicio al Señor Oscuro con la Marca Tenebrosa en su brazo, enfrentaba el desprecio y la desconfianza del mundo mágico. La caída de Voldemort no había sido solo una catástrofe para los seguidores del mago tenebroso, sino también una crisis de identidad para Lucius, quien ahora debía navegar por un mar de sospechas. Bellatrix Lestrange, la hermana de Narcissa, había sido condenada a cadena perpetua en Azkaban, junto con su esposo, por su brutal tortura de los Longbottom. Con esta sombra oscura sobre la familia, Abraxas no pudo contener su furia por las decisiones de su hijo.

"No debiste haberte comprometido tanto, Lucius. No debiste haberte manchado las manos", le había dicho Abraxas durante una de sus muchas discusiones. "El poder de nuestra familia siempre ha residido en nuestra capacidad para jugar a ambos bandos. ¿De qué sirve ganar la guerra si pierdes tu reputación en el proceso? El dinero puede recuperarse, pero el honor... El honor es algo que una vez perdido, no vuelve jamás".

Abraxas había asistido a Hogwarts en la misma época en que Tom Riddle era estudiante, aunque unos años mayor que el futuro Señor Oscuro. En aquellos tiempos, Riddle no era más que un estudiante más, con una sangre sucia corriendo por sus venas, un detalle que Abraxas nunca olvidó. Aunque Riddle había demostrado ser un mago excepcionalmente talentoso, su ascendencia seguía siendo motivo de desprecio entre la nobleza de Slytherin. Los rumores sobre el joven Riddle, su ascendencia y sus oscuros poderes eran abundantes, pero pocos de sus compañeros lo tomaban en serio. Después de todo, ¿quién prestaría atención a un mestizo, criado entre muggles, por muy inteligente que fuera?

Años más tarde, cuando los rumores de un nuevo poder oscuro comenzaron a circular en el mundo mágico, Abraxas recordó al joven que una vez había pasado desapercibido en los pasillos de Hogwarts. La noticia de que Riddle se hacía llamar "Lord Voldemort" no impresionó en un principio al antiguo señor de los Malfoy. Para él, Riddle seguía siendo el mestizo que había sido objeto de burla en su juventud. Sin embargo, a medida que el poder de Voldemort crecía y más sangre pura se alineaba con su causa, Abraxas se dio cuenta de que subestimarlo sería un error fatal.

Aun así, Abraxas no estaba dispuesto a poner todos sus recursos al servicio de un hombre en quien no confiaba por completo. Mientras otros se arrodillaban ante Voldemort, él optó por apoyar su causa de manera discreta, proporcionando financiamiento y contactos, pero sin involucrarse directamente. Para Abraxas, la astucia era la clave para sobrevivir en tiempos de incertidumbre. "El verdadero poder", solía decir, "no reside en la fuerza bruta, sino en la capacidad de maniobrar en las sombras, de permanecer siempre un paso adelante, independientemente de quién esté en el trono".

Este enfoque calculador lo llevó a tomar precauciones adicionales, apoyando en secreto no solo a Voldemort, sino también a sus enemigos. Abraxas financió tanto a la Orden del Fénix como a algunos elementos dentro del Ministerio, asegurándose de que, sin importar quién ganara la guerra, la familia Malfoy pudiera salir indemne. Su hijo, sin embargo, no compartía esta visión. Lucius, impulsado por su fervor y la influencia de sus compañeros mortífagos, se involucró cada vez más en la guerra, hasta el punto de recibir la Marca Tenebrosa.

Abraxas, al enterarse, estuvo furioso. No solo por la imprudencia de su hijo, sino porque temía que este compromiso ciego acabara destruyendo a la familia. Sus intentos de razonar con Lucius fueron inútiles. Lucius estaba demasiado atrapado en la red de Voldemort, cegado por la promesa de poder y estatus que su servicio le garantizaba. Abraxas veía claramente lo que su hijo no podía: que, al final, los que se alineaban demasiado cerca de un tirano rara vez sobrevivían para disfrutar del botín.

La guerra continuó, y con ella, la participación de Lucius en actos cada vez más violentos y desesperados. Cuando Narcissa quedó embarazada, Abraxas vio una pequeña esperanza. Pensó que la llegada de un heredero podría calmar a su hijo, obligarlo a reconsiderar sus prioridades. Pero la guerra no daba tregua, y la caída de Voldemort, cuando Draco era apenas un bebé, desencadenó una nueva crisis.

Lucius fue arrestado junto a otros mortífagos, su futuro parecía sombrío. Abraxas, utilizando todos los recursos a su disposición, logró salvar a su hijo de una condena segura. Alegó que Lucius había actuado bajo la maldición Imperius, un argumento que fue aceptado gracias a la influencia y sobornos que distribuyó entre los jueces y altos cargos del Ministerio. Sin embargo, este último acto de protección fue la gota que colmó el vaso en la relación entre padre e hijo.

Lucius, liberado pero humillado, culpó a su padre por no apoyarlo más abiertamente durante la guerra. Abraxas, por su parte, se sentía decepcionado por la falta de previsión y la imprudencia de Lucius. La disputa llegó a su punto culminante, y Abraxas, cansado y dolido, decidió abandonar Inglaterra y establecerse en Francia. Allí, en una lujosa mansión en el campo, vivió en relativa paz durante los siguientes siete años, alejándose del caos que su hijo había dejado en su estela.

Durante ese tiempo, Abraxas mantuvo un contacto mínimo con su familia, aunque nunca perdió el interés por el desarrollo de su nieto. Observaba desde la distancia cómo Lucius reconstruía la reputación de los Malfoy, jugando el juego político con maestría y astucia, tal como él lo había enseñado. Sin embargo, el orgullo que sentía por los logros de su hijo estaba teñido por la amargura de la separación.

Con el tiempo, el rencor que había dividido a padre e hijo comenzó a desvanecerse. La sangre, como solía decir Abraxas, siempre es más espesa que el agua. Así, cuando se acercaba el octavo cumpleaños de Draco, el viejo mago decidió que había llegado el momento de sanar las viejas heridas. Abraxas envió una invitación a su hijo y nuera para que pasaran el verano en su residencia francesa. Quería conocer a su nieto, y más importante aún, quería reunir a la familia bajo un mismo techo, como en los viejos tiempos.

Harry Potter & El Príncipe De Slytherin [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora