Despues de su séptimo cumpleaños, Draco Malfoy ya llevaba sobre sus hombros el peso de expectativas que habrían aplastado a cualquier niño común. Pero Draco no era un niño común. Como hijo único de la antigua y noble casa de Malfoy, su vida estaba destinada a ser un reflejo del legado de su familia, un linaje que se extendía por siglos en la historia mágica, siempre asociado con poder, prestigio, y, en no pocas ocasiones, con la oscuridad.
Desde el amanecer hasta el anochecer, cada minuto del día de Draco estaba cuidadosamente planeado y meticulosamente estructurado. Su padre, Lucius Malfoy, se encargó de que Draco no solo aprendiera lo necesario para ser un mago poderoso, sino también lo indispensable para mantener y expandir la influencia de su familia en el mundo mágico y muggle. Para Lucius, los privilegios de Draco no eran solo un regalo, sino una carga pesada que debía llevar con responsabilidad. Desde el primer día que pudo sostener una pluma, Draco fue instruido en la idea de que todo lo que poseía—su linaje, su fortuna, su futuro—venía con una obligación ineludible.
Las mañanas de Draco comenzaban antes del amanecer, a las 5:30 en punto, con lecciones de idiomas. Bajo la estricta supervisión de un tutor privado, un lingüista renombrado que había enseñado a generaciones de la nobleza europea, Draco aprendía a hablar y escribir en francés, español, italiano, latín, alemán y ruso. Estas lenguas no eran simples adornos en su educación; cada una tenía un propósito específico en la visión de su padre para el futuro de Draco. El francés y el italiano, lenguas de la diplomacia y la cultura, le permitirían moverse con fluidez en las cortes y en los círculos sociales de Europa. El español, con su influencia en el mundo mágico latinoamericano, y el ruso, con su utilidad en las relaciones con los influyentes magos de Europa del Este, lo preparaban para un futuro en el que los Malfoy podrían extender sus redes más allá de las fronteras de Inglaterra. El latín, la lengua de los antiguos hechizos y de los documentos legales más antiguos, le otorgaba acceso a conocimientos que la mayoría de los magos de su edad ni siquiera podían soñar comprender.
Cada sesión de idiomas estaba intercalada con ejercicios de retórica y oratoria, disciplinas que su padre consideraba cruciales. No bastaba con entender una lengua; Draco debía ser capaz de emplearla con elegancia y precisión, persuadiendo y comandando con sus palabras, un talento que se esperaba de cualquier líder natural.
A media mañana, Draco pasaba a estudiar finanzas, contabilidad y negocios. Lucius Malfoy creía firmemente que un verdadero mago de élite debía ser tan hábil en la manipulación de cifras como en el manejo de la varita. Así, bajo la tutela de expertos financieros contratados por su padre, Draco aprendió los fundamentos de la economía, los principios de inversión, y la administración de las vastas propiedades y negocios de la familia Malfoy. Se le enseñó a leer y analizar balances, a comprender los ciclos económicos y a predecir las tendencias del mercado. Más aún, aprendió sobre las intricadas redes comerciales que conectaban el mundo mágico con el muggle, y cómo la familia Malfoy había sabido aprovechar estas conexiones para acumular y multiplicar su riqueza.
La tarde traía consigo un cambio en el ritmo de su educación, pero no en su intensidad. En lugar de matemáticas y lenguas, Draco se sumergía en el estudio de la historia y la genealogía mágica, materias que su padre consideraba fundamentales para comprender su lugar en el mundo. Aprendía sobre las grandes casas mágicas de Europa, sus alianzas y enemistades, y cómo las decisiones de sus antepasados habían moldeado el mundo en el que vivían. Cada lección estaba impregnada de la noción de que Draco no era un simple observador de la historia, sino su continuador. Se esperaba que él, algún día, haría su propio aporte al legado Malfoy, y que debía estar preparado para enfrentarse a los desafíos que el destino pudiera presentar.
Simultáneamente, Draco recibía una educación en esoterismo, la cual iba mucho más allá de lo que un joven mago normalmente aprendería. Sus tutores, seleccionados cuidadosamente por Lucius, le enseñaban sobre las fuerzas ocultas que subyacen a la magia, las energías invisibles que podían ser canalizadas a través de rituales antiguos, y los misterios de la alquimia y la astrología. Draco aprendió a leer las estrellas, a interpretar los ciclos lunares y su influencia sobre la magia, y a realizar pequeños rituales de protección y poder, diseñados para aumentar su influencia sobre aquellos que lo rodeaban.
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Harry Potter & El Príncipe De Slytherin [Draco Malfoy]
Fanfiction"Escucha, Draco. Ser un mago de sangre pura no es simplemente un título que se hereda, ni se trata solo de la sangre que fluye por nuestras venas. Significa abrazar un legado que se extiende a lo largo de generaciones, un linaje que se remonta a los...